GASTRONOM?A

Un a?o m¨¢s, las afamadas estrellas Michelin, que se reparten entre los restauradores que a juicio de los inspectores de la longeva gu¨ªa culinaria son merecedores de esa distinci¨®n, han tocado solo marginalmente -casi una pedrea de loter¨ªa navide?a- a nuestros cocineros, y as¨ª han reconocido que el actual Arrop valenciano ten¨ªa tanto derecho como su antecesor gandiense en estar galardonado, o que el restaurante que el tenista Ferrero mantiene en Bocairent, regido por Paco Morales, goza de las necesarias virtudes para ser admitido en el selecto grupo.

Mas han vuelto a ser reticentes en la concesi¨®n de la tercera y m¨¢xima estrella a Quique Dacosta, pese a que su restaurante en D¨¦nia sobrepasa de largo en cocina y dem¨¢s servicios a alguno de los iconos que la publicaci¨®n adora, caso de L'Astrance en Par¨ªs -donde Pascal Barbot con una digna culinaria contempor¨¢nea persigue en la lejan¨ªa los logros de nuestro Dacosta- o The Fat Duck, m¨¢s o menos cercano a Londres y donde Heston Blumenthal dignifica la nueva cocina brit¨¢nica en unas medianas instalaciones, que en nada asemejan a las del restaurante al que aludimos. El rasero por el que se mide la perfecci¨®n parece diferente seg¨²n la ciudadan¨ªa del observado.

No es de extra?ar pues que alguien tan poco sospechoso de ser contrario a la se?alada gu¨ªa como es Ferran Adri¨¤, ya que ¨¦l mismo ostenta los m¨¢s altos honores que la misma concede, haya exclamado en la presentaci¨®n del interesante y bien editado libro que nuestra Universidad Polit¨¦cnica ha publicado en su honor: "Clama al cielo que no hayan concedido la tercera estrella al restaurante del alicantino Quique Dacosta".

Pero como suced¨ªa en la cl¨¢sica obra teatral, clam¨® al cielo y este no lo oy¨®.