El primer s¨ªntoma
La Trinitat Vella es un barrio precario pero capaz de hacer circular por sus calles esa felicidad b¨¢sica de los que, teniendo poco, se sienten afortunados con lo que tienen. Un barrio como los de antes, de esos en los que la especulaci¨®n no entra, los vecinos se conocen, quien puede se va y la seguridad depende de quien ocupe su lugar. Un barrio extremo pero civilizado, simp¨¢tico. Lo camina poca gente porque no tiene edificios de nota, comercio plet¨®rico o cosas as¨ª, de manera que el tr¨¢fico era dom¨¦stico, los de casa y para de contar. De hecho, el top¨®nimo suena en los o¨ªdos barceloneses gracias al Nus, que revirti¨® sobre el barrio en forma de gran parque circular, bello y moderno. Cuando los vecinos despertaron del sue?o ol¨ªmpico, la prisi¨®n segu¨ªa estando all¨ª, pero el derribo empez¨® en 2009, para dejar paso a equipamientos m¨¢s amables, y no es que la Trinitat est¨¦ ahora mismo desequipada. Toda Barcelona se ha ido llenando de sitios ¨²tiles y vecinales, eso nadie lo niega.
Trinitat Vella lucha contra la droga. La estrategia de los distritos de Barcelona es, de entrada, negar el problema
Pero hace poco m¨¢s de un a?o, de la mano de esta miseria insidiosa que se cuela por todas partes, empezaron a verse fen¨®menos como pisos ocupados, mala convivencia y trapicheo con droga. Imagino que fueron los vecinos en procesi¨®n al distrito para advertir de que exist¨ªa ese problema. La estrategia de los distritos de Barcelona es, de entrada, negar precisamente el problema. Son hechos espor¨¢dicos, aislados, ya miraremos. "Espor¨¢dicos" y "aislados" son dos palabras que deber¨ªan estar prohibidas en la gesti¨®n p¨²blica. Cualquier hecho es un s¨ªntoma y hay que tratarlo; si no, acabas teniendo caceroladas al cabo del tiempo. Que es lo que ocurri¨® en Trinitat Vella: despu¨¦s de un a?o de aguantar, con quejas y pancartas, lo que acab¨® siendo un mercado consecuente de droga, empezaron en julio a manifestarse cada semana. Cada semana, se dice pronto. Y en noviembre fueron los mossos y dispersaron a los traficantes.
Esta secuencia es la habitual en Barcelona. Los distritos no se mueven hasta que el asunto cobra notoriedad y salen las fotos publicadas. En el caso de la Trinitat, representaba a los vecinos un hombre muy ponderado, Llu¨ªs Quero, dispuesto a compartir culpas con la Administraci¨®n: todos, dice, somos hip¨®critas. Y es cierto. Porque las leyes amparan al peque?o tr¨¢fico, pero detr¨¢s est¨¢n esas redes mundiales que ahora ya son poderes paralelos a los Estados y que se acaban de cargar, en M¨¦xico, a la primera mujer que se atrevi¨® a calzarse el uniforme de polic¨ªa, ?hace cu¨¢nto? ?Un mes? ?Dos? Permitir el trapicheo es impotencia. La droga es un problema social, pero la soluci¨®n no es la narcosala -el Ayuntamiento ofreci¨® una a los vecinos- porque sigue abierto el tema de la compraventa. Vender droga no es un oficio, es un crimen. Y cuando est¨¢ abierto el chiringo, puede ser que al d¨ªa siguiente te encuentres el barrio lleno de jeringas: all¨¢ donde se compra, se consume. Y donde se consume hay violencia, expl¨ªcita o soterrada.
Ten¨ªan raz¨®n los vecinos en protestar y estuvo, como siempre, lento el Ayuntamiento en su respuesta. Los problemas crecen si no se cortan de ra¨ªz. Una an¨¦cdota: al final de su mandato, Joan Clos se fue a pasear por Ciutat Vella, distrito en el que ¨¦l mismo hab¨ªa impulsado con mano maestra la gran transformaci¨®n de los ochenta. Se sorprendi¨® de ver putas en la calle. "?No las hab¨ªamos sacado?", pregunt¨®, y no estoy segura de cu¨¢l fue el verbo utilizado, no hagan caso a la gram¨¢tica. Nadie le hab¨ªa dicho al alcalde que los problemas se hab¨ªan reproducido. Nadie se hab¨ªa ocupado de frenar la degradaci¨®n al primer aviso. Ahora el Raval est¨¢ lleno de pancartas y cansancio. En Trinitat Vella, la concejal Gemma Mumbr¨², joven y din¨¢mica mujer, dej¨® que las cosas se pudrieran y al fin, meses despu¨¦s, cuando todo era enorme, sentenci¨®: nada podemos hacer, las leyes son las leyes.
?Qu¨¦ pasar¨¢ cuando los mossos se lleven sus redadas a otros barrios? Trinitat Vella ha aflojado la protesta, pero deben de haber aprendido los vecinos, despu¨¦s de un a?o y medio de lucha como en los buenos tiempos, que la palabra proximidad es, para el Ayuntamiento, un lema y poco m¨¢s. Y que cuando vuelva la primera jeringa, tendr¨¢n delante otro a?o y medio de movilizaciones.
Patricia Gabancho es periodista.
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