Hondas miradas sin tiempo
Una exposici¨®n presenta en Sevilla 41 retratos fotogr¨¢ficos de At¨ªn Aya
Un hombre mira al espectador con aplomo en una fotograf¨ªa. Sus ojos taladran al que se acerca a ellos. Hay un juego entre esta persona y quien le observa, como si la foto buscara un reconocimiento mutuo de la humanidad que comparten. Las sombras avanzan hacia la luz de los ojos. Una puerta de vieja madera contribuye a reforzar una sensaci¨®n de intemporalidad. Del protagonista de la foto se sabe su nombre: Carli. Pos¨® en el cortijo La Alhar¨ªa en Sierra Bermeja, en Genalguacil (M¨¢laga), en marzo de 2007. La foto forma parte de la exposici¨®n Paisanos, de At¨ªn Aya (Sevilla, 1955-2007).
La muestra, que consta de 41 instant¨¢neas, puede verse en el Centro Cultural Cajasol (Lara?a 4), en Sevilla, hasta el pr¨®ximo 30 de enero. La exposici¨®n est¨¢ organizada por Mar¨ªa Aya, hija del fot¨®grafo, y Diego Carrasco, en colaboraci¨®n con Francisco del R¨ªo, director de Colecciones de Cajasol. Esta iniciativa se sit¨²a en un proyecto de recuperaci¨®n del archivo de Aya, con el patrocinio de la Fundaci¨®n Focus Abengoa, y de exposici¨®n de su obra.
La muestra re¨²ne la ¨²ltima selecci¨®n de im¨¢genes del autor, que muri¨® en 2007
Las fotos ofrecen retratos individuales, como el de un pescador de Bolonia (C¨¢diz), el de un vendedor de loter¨ªa o el de Manuel L¨®pez Feria, cuya figura fue fijada en Niebla (Huelva). Estas tres personas fueron fotografiadas en 2002.
La exposici¨®n presenta tambi¨¦n im¨¢genes de grupos. As¨ª, dos hombres y dos mujeres mayores miran al espectador con intensidad. Sus rostros parecen tallados por los amaneceres y el sol, por los d¨ªas de intemperie, por el paso de un tiempo que solo ofrece la certidumbre de que nada cambiar¨¢. Son las cuatro personas que protagonizan la fotograf¨ªa Guarda y sus hermanos, fechada en septiembre de 2002 en Castellar de la Frontera (C¨¢diz).
Otras composiciones tienen un aire velazque?o. Es el caso de Trabajadores, foto hecha en San Jos¨¦ del Valle (C¨¢diz) en marzo de 2001. Ocho hombres est¨¢n sentados alrededor del fuego. La gran chimenea los acoge. Solo uno de ellos mira al fot¨®grafo. Varios parecen cansados y metidos en s¨ª. Sus miradas traslucen la monoton¨ªa del paso del tiempo.
Paisanos es la ¨²ltima selecci¨®n de fotograf¨ªas realizada por Aya. Estaba pensada para esta exposici¨®n, que no pudo llevar a cabo. Las fotos ofrecen el resultado de sus viajes por Andaluc¨ªa. Son retratos del mundo rural, en el que se adentr¨® al hilo de otros trabajos. Est¨¢n fechadas entre 1995 y 2007.
Aya buscaba composiciones y equilibrios de luces y sombras. Pero era, sobre todo, el ser humano el centro de sus creaciones. Pastores, parroquianos de bar, trabajadores, religiosos, guardas, cabreros o campesinos pueblan sus obras. Posan con naturalidad ante una c¨¢mara que bucea en lo m¨¢s hondo de ellos.
Licenciado en Psicolog¨ªa por la Universidad de Granada, Aya comenz¨® a estudiar fotograf¨ªa en 1981 en la escuela Photocentro de Madrid. De vuelta a Sevilla, trabaj¨® como reportero gr¨¢fico para Abc y Diario 16 Andaluc¨ªa entre 1982 y 1986. Luego inici¨® su carrera en solitario. Recibi¨® el Primer Premio FotoPress de 1990 en el cap¨ªtulo de Cultura y Espect¨¢culos.
Diego Carrasco hace hincapi¨¦ en la variedad de la obra del fot¨®grafo sevillano. "Hay de todo. Hay gente feliz, infeliz, rara... Aunque At¨ªn Aya se fije en personas con modos de vida extremo, no los caricaturiza sino que los retrata con toda su dignidad. La gente sale tal como es. Presenta a las personas como si fueran duques. At¨ªn Aya era muy claro y sencillo. No manipulaba al personaje", comenta el organizador de la exposici¨®n.
"Se tomaba mucho tiempo en cada fotograf¨ªa. Le interesaba componer la foto. Hay una influencia de grandes cuadros de los maestros de la pintura, sobre todo en la iluminaci¨®n y en la disposici¨®n de elementos", agrega. "De esta forma, un retrato puede recordar a Goya. Y en una composici¨®n se pueden encontrar luces velazque?as", se?ala Carrasco.
Las miradas de las personas que retrat¨® At¨ªn Aya est¨¢n despojadas de todo lo superfluo. Trascienden los a?os para atrapar al espectador y recordarle todo lo que comparten. Son pura humanidad sin tiempo.
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