El 'escribidor'
Es dif¨ªcil definir lo que es estilo. La definici¨®n que m¨¢s me convence es la de Ignacio Aldecoa: la voluntad de precisi¨®n. Claro que Aldecoa era mucho Aldecoa. "Cuando abrieron la caja, el ex campe¨®n parec¨ªa totalmente KO" (Neutral corner). No se habla de la precisi¨®n de un prospecto farmac¨¦utico, sino de esa rara habilidad para construir nuevas simetr¨ªas con especies que se extra?an o repelen. Valle-Incl¨¢n era un maestro cerrajero en este tipo de combinaciones imprevisibles que desvendan la historia y sus momias. Todav¨ªa no s¨¦ a qu¨¦ atribuir la pena de olvido que sufre Ruedo ib¨¦rico. Otra posible definici¨®n de estilo ser¨ªa la de la ausencia: aquello que se echa de menos en la prosa dominante. Opiniones al margen, hay que reconocerle al ex embajador de Estados Unidos en Espa?a, se?or Aguirre, autor de la mayor¨ªa de los cables diplom¨¢ticos filtrados, un empe?o estil¨ªstico, una voluntad de precisi¨®n, que contrasta con la vulgaridad chabacana de la inmensa mayor¨ªa de los articulistas y ventr¨ªlocuos de la prensa conservadora espa?ola. Mal que bien, el embajador Aguirre cumple con su misi¨®n: transmite informaci¨®n a sus superiores y no los atiborra con prejuicios, aunque los muestra, ni los excita gratuitamente con un surtido de vej¨¢menes sobre los malvados izquierdistas que gobiernan Espa?a. Si comparamos sus informes con las raciones de v¨ªsceras que nos ofrecen nuestros queridos can¨ªbales, el se?or Aguirre es un cotilla moderado. Incluso demuestra una vena humor¨ªstica al atribuirle la condici¨®n de "felino" a Zapatero, adalid de un socialismo m¨¢s bien ovino. Es verdad que le lanz¨® una indirecta a Blanco. Pero al menos tuvo la educaci¨®n de no motejarle con el diminutivo de Pepi?o, ese deporte de los lumbreras locales. Acert¨®, eso si, con Bono, cuando lo calific¨® de "sabueso medi¨¢tico". Al d¨ªa siguiente, Bono aparec¨ªa en pantalla para ilustrarnos sobre el enemigo principal: el adorable y jubilado Pasqual Maragall.
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