Pulsi¨®n suicida
Una buena parte de los militantes socialistas de la ciudad de Valencia hemos pasado el puente de diciembre tratando de digerir la propuesta del candidato Joan Calabuig sobre la posibilidad de una "prolongaci¨®n consensuada" de Blasco Ib¨¢?ez sobre el Cabanyal. La propuesta del candidato lleva el sello de los famosos giros centristas con que algunos y algunas querr¨ªan rescatarnos del marasmo electoral.
Si el asunto fuera un malentendido (tras un malentendido siempre se esconde alg¨²n "mal explicado") habr¨ªa que hacer ahora un esfuerzo por devolver las cosas a su estado y seguir¨ªa quedando una pregunta sin respuesta sobre c¨®mo comunica este partido. Si, contrariamente, lo que ocurre es que el candidato tiene una idea diferente de lo que hay que hacer con el Cabanyal, habr¨ªa que recordarle que la militancia socialista, en las Jornadas Municipales del PSPV, se ha pronunciado no hace ni tres semanas por la defensa del barrio. Es m¨¢s, cabr¨ªa preguntarle a Calabuig por qu¨¦ no dio se?ales de esta nueva orientaci¨®n durante su campa?a de primarias.
Las matizaciones posteriores y el apoyo de Salvem el Cabanyal y la Asociaci¨®n de Vecinos a la idea del consenso, no logran ocultar la profunda confusi¨®n que ha generado la pirueta del candidato. Si lo que se quer¨ªa es pasar de la reivindicaci¨®n a la gesti¨®n, en un tema que estaba pol¨ªtica y judicialmente ganado, para eso Calabuig ya tiene la PEPRI, una magn¨ªfica propuesta de revitalizaci¨®n del barrio, legal, sostenible y justa, que apuesta precisamente por el consenso. Por el contrario, al hacer pivotar el argumento sobre la palabra m¨¢gica, "prolongaci¨®n consensuada", se ha facilitado a la derecha una victoria inmerecida y se le ha servido en bandeja la liquidaci¨®n del capital pol¨ªtico acumulado por el Grupo Municipal Socialista. Se quiera o no, esa palabra evoca el proyecto de destrucci¨®n especulativa que se quer¨ªa combatir. Parece que tenemos aqu¨ª la man¨ªa de enderezar lo que ya estaba tieso y, claro, eso supone pagar dos veces por lo mismo: pagamos el coste de oponernos al proyecto y luego derrochamos el capital pol¨ªtico acumulado con el duro esfuerzo de a?os de oposici¨®n y pedagog¨ªa pol¨ªtica en defensa de la legalidad. Desgraciadamente, aunque se pueda defender que se trata de un caso distinto, la negociaci¨®n con el Valencia sobre el Mestalla es percibida por buena parte de la militancia y la ciudadan¨ªa como otro giro inexplicable, como otra renuncia a la defensa de la legalidad urban¨ªstica.
Lo cierto es que, de un tiempo a esta parte, entre los dirigentes de nuestro partido esta manera de razonar y de actuar en pol¨ªtica se repite con sospechosa frecuencia. Obsesionados con las encuestas, deducimos que para ganar hay que parecerse al que gana. Y esto nunca ha sido cierto. Y lo es menos en un partido de izquierda cuya obligaci¨®n es mantenerse siempre en el compromiso ciudadano, vaya ¨¦ste a favor o en contra de los sondeos, porque eso es lo que genera la adhesi¨®n de la ciudadan¨ªa y moviliza el voto. En pol¨ªtica no s¨®lo importa leer las intenciones de voto, sino saber cambiarlas. La obsesi¨®n demosc¨®pica deber¨ªa servir, al menos, para descubrir que no es la desconfianza del votante centrista lo que nos hace perder, sino la desmovilizaci¨®n de la izquierda. La derecha, que sue?a con una sociedad de consumidores, tiende a ver s¨®lo electores donde la izquierda debe ver ciudadanos. Ciudadanos entendidos, comprometidos y aut¨®nomos, para votar libremente. No es lo mismo.
Pero hay tambi¨¦n una cuesti¨®n de acci¨®n pol¨ªtica en este asunto. El problema del PSPV en la ciudad no es de imagen radical o de "partido del no", sino justamente de invisibilidad. Es un problema de falta de pulso ciudadano de la organizaci¨®n, que las diferentes direcciones, por su propia composici¨®n y sus equilibrios opacos, no han sabido afrontar. Y el asunto es grave, dado que el PSPV, a condici¨®n de que sepa crear alianzas con la ciudadan¨ªa m¨¢s viva y con la izquierda pol¨ªtica, es el ¨²nico partido capaz de plantear cre¨ªblemente un cambio de rumbo en esta ciudad, para sacarla del atraso en derechos y servicios sociales en que la mantiene la derecha. M¨¢s all¨¢ de los juegos malabares y la inconsistencia en la defensa de nuestras posiciones, los socialistas tendremos que reinventarnos como referente de la ciudadan¨ªa. Reinventarnos es justo lo contrario de hacer piruetas incomprensibles, porque ya sabemos que las piruetas esconden a menudo una pulsi¨®n suicida.
(*) Tambi¨¦n firman este art¨ªculo Berta Chulvi, Ximo C¨¢diz, Juan Antonio Gabald¨®n, Marisa Bou, Antonio Sanchis, Ismael Serrablo, Jos¨¦ Ignacio Pastor, Maribel Alcaina, Carlos Luzuriaga, Ana S¨¢nchez, Jes¨²s Castillo, Enrique Carbonell, Marina Calatayud, Frederic Spie, Pepe S¨¢nchez, Victoria Prades, M.? Jos¨¦ Gonz¨¢lez y Carmen Garc¨ªa Monerris. Son militantes PSPV-PSOE de Valencia ciudad.
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