Las asociaciones consideran que todav¨ªa se puede hacer m¨¢s por la integraci¨®n
La situaci¨®n de los enfermos mentales ha cambiado de forma radical en las ¨²ltimas d¨¦cadas y los afectados han pasado de estar recluidos en un hospital a integrarse en la sociedad. Sin embargo, "a¨²n quedan cosas por hacer para que puedan integrarse y trabajar m¨¢s", sostiene la responsable de Asafes, Ana Bel¨¦n Otero. Todav¨ªa muchos ciudadanos prefiere ocultar que uno de sus familiares o amigos padece una patolog¨ªa ps¨ªquica.
La enfermedad mental sigue muy estigmatizada. Tanto, que a¨²n hay quienes la asocian con la violencia, cuando "generalmente la violencia la padecen ellos", como remarca Nerea Obieta, responsable de los centros de d¨ªa de Avifes, la Asociaci¨®n Vizca¨ªna de Enfermos Ps¨ªquicos.
Patolog¨ªa ps¨ªquica no equivale a retraso mental y las personas que padecen estas enfermedades no tienen por qu¨¦ estar internadas. La enfermedad mental tampoco es fruto de una baja escolarizaci¨®n, sino el producto de una interacci¨®n de factores biol¨®gicos, psicol¨®gicos y sociales que pueden afectar a cualquier ciudadano. Finalmente, todav¨ªa muchas personas creen que son contagiosas.
Las condiciones de vida actuales favorecen el diagn¨®stico de estas patolog¨ªas, aunque tambi¨¦n pueden aumentar las posibilidades de sufrirlas. "Hoy en d¨ªa se debe a?adir el factor del estr¨¦s, que es enorme", enfatiza Obieta. "Antes se diagnosticaban menos las enfermedades, pero creo que el nivel de vida actual las precipita", argumenta. Sin embargo, el cambio ha sido "como de la noche al d¨ªa".
Viviendas tuteladas
La sede de Agifes est¨¢ dividida en varias oficinas y salas y dispone de un amplio sal¨®n en el que se realizan reuniones de grupo entre los afectados, que se ayudan mutuamente.
Este tipo de asociaciones ofrecen tambi¨¦n ayuda personalizada, organizan viajes, talleres de artesan¨ªa, dan apoyo a las familias de los afectados y les ofrecen viviendas con distintos grados de tutela. En unas los enfermos ps¨ªquicos pueden vivir solos, otras cuentas con un monitor y otras se hallan totalmente controladas.
Debe de ser dif¨ªcil no dejarse arrastrar por el grado de sufrimiento que un trabajador de un centro de este tipo puede llegar a percibir. "Nos apoyamos en los compa?eros y nos desahogamos", comenta Otero. Sin embargo, "muchos d¨ªas te vas a casa llorando, aunque se viven m¨¢s experiencias buenas que malas. Son personas muy agradecidas", matiza.
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