My way
En la Avenida, un m¨²sico entrado en a?os toca el violonchelo. Es una versi¨®n de My way, de Sinatra. Hermoso, tan hermoso. Esa m¨²sica inesperada, ese violonchelo, no puede hacer m¨¢s que bien a la gente que anda por las calles en la tarde oscurecida, esa gente cargada de bolsas, de sombras, de preocupaciones. Cuando uno atraviesa esa circunferencia musical, por un momento todo se aligera y embellece. No puede no gustar, no puede da?ar, enervar, crispar o provocar odio.
A m¨ª, y supongo que a mucha gente, nos gustar¨ªa que nuestra actividad fuera as¨ª. Productora de armon¨ªa y bienestar, sin complicaciones. Pero eso es imposible cuando uno, por ejemplo, se dedica a escribir art¨ªculos, a dar y razonar su opini¨®n en p¨²blico; y descarta el recurso m¨¢s o menos f¨¢cil de la columna humor¨ªstica, ese intento de entretener y divertir sin pisar ning¨²n callo. Resulta entonces que lo que para algunos es m¨¢s o menos mel¨®dico, es para otros un chirrido, un ruido molesto e inc¨®modo.
Ya sabemos cu¨¢l ha sido, cu¨¢l es, uno de los principales consejos ofrecidos y recibidos en Euskadi en las ¨²ltimas d¨¦cadas: no significarse. ?Puede haber mayor paz, mayor sosiego que ¨¦se? Mimetizarse con el ambiente -con el "otro generalizado", con lo que est¨¢ bien visto, la opini¨®n com¨²n-, no hacer p¨²blicas las propias ideas pol¨ªticas o, mejor a¨²n, no tenerlas muy definidas, enorgullecerse de "no entrar en pol¨ªtica". En euskera y entre un p¨²blico euskald¨²n, atreverse a ser, como mucho, equidistante. Esto es, comprender y reconocer el sufrimiento de unos y otros, y abogar por la paz, pero sin entrar a juzgar demasiado las razones que les diferencian. Y es que, s¨®lo un poquito m¨¢s all¨¢, duermen las Furias; no las despiertes.
La pol¨ªtica es una actividad pasional, y s¨®lo despu¨¦s (y en el mejor de los casos) racional. Y cu¨¢nto m¨¢s cuando hablamos de nacionalismo. Ortega dec¨ªa aquello de que "las ideas se tienen; en las creencias se est¨¢". Pues bien, cuando uno critica la posici¨®n nacionalista ha de saber que est¨¢ haciendo, al mismo tiempo, una cr¨ªtica sentimental. No les critica algo que tienen -unas ideas-, sino algo que son -es decir, que creen ser; una identidad, una creencia encarnada-. De ah¨ª su actitud de v¨ªctimas doloridas. De ah¨ª, tambi¨¦n, la dificultad de mucha gente -y especialmente en ambientes euskaldunes- para ir m¨¢s all¨¢ de la equidistancia: todos nos movemos en c¨ªrculos de afecto, pensamos y sentimos acompasados con nuestros seres cercanos, e intentamos no da?arles, no contradecirles demasiado. Y, sin embargo...
Y, sin embargo, es necesario. Cuando tuvo que corregir a su maestro, Arist¨®teles afirm¨®: Plat¨®n es mi amigo, pero m¨¢s amigo es la verdad. Igualmente, podemos decir: queremos a nuestros seres cercanos, pero, sobre todo, queremos ser justos. Y eso significa no callarse, significa incomodar e incomodarse. Y cantar My way, s¨ª, pero a nuestra manera...
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