EE UU cuestion¨® la "credibilidad" econ¨®mica del Gobierno espa?ol
"O Zapatero minimiza intencionadamente el problema, o no se da cuenta de su gravedad", afirma un cable de la embajada - "Cada empleo perdido es otro peque?o clavo en su ata¨²d"
La Secretar¨ªa de Estado estadounidense pidi¨® datos sobre el impacto de la recesi¨®n en la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola y "la credibilidad de Zapatero y su Gabinete", en un telegrama confidencial enviado a Madrid el 14 de octubre de 2009, con la firma de Hillary Clinton. Washington pretend¨ªa conocer tambi¨¦n el grado de influencia de la vicepresidenta econ¨®mica, Elena Salgado, y c¨®mo hab¨ªa afectado a su credibilidad el austero presupuesto presentado para 2010. Mucho menos conocida que el propio Zapatero, la Embajada en EE UU en Madrid se hab¨ªa encargado de describirla en sus telegramas como una persona "seria, muy trabajadora, solvente y ambiciosa".
Anteriormente, la Secretar¨ªa de Estado hab¨ªa recibido cables insistentes sobre el deterioro econ¨®mico y el "desacertado optimismo" que la embajada apreciaba en el jefe del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero.
Solbes reconoc¨ªa que Espa?a estaba ante "la tormenta perfecta"
EE UU cre¨ªa que el "desacertado optimismo" quitaba cr¨¦dito al Gobierno
Ya a mediados de 2008, una comunicaci¨®n a Washington en la que se analizaba uno de los paquetes de medidas anunciados por Zapatero mostraba a las claras el escepticismo de la embajada sobre su pol¨ªtica econ¨®mica. "Las declaraciones de Zapatero han dado a muchos la impresi¨®n de que o est¨¢ minimizando intencionadamente el problema, o no entiende su gravedad", se se?alaba en un documento que tambi¨¦n indicaba c¨®mo el Gobierno hab¨ªa estado durante mucho tiempo tratando de evitar la palabra "crisis" -la embajada admit¨ªa por entonces que no lo era "en sentido estricto"- y cre¨ªa que quiz¨¢ se deb¨ªa a que Zapatero no quer¨ªa da?ar m¨¢s la confianza de los consumidores. Ese documento confidencial, en todo caso, ya aseguraba: "La credibilidad de Zapatero y de su Gobierno en materia econ¨®mica es baja". "El pr¨®ximo a?o o dos pueden ser desagradables para el Gobierno y para los espa?oles", advert¨ªa la embajada.
En julio de 2008, el vicepresidente Solbes admit¨ªa ante la embajada estadounidense en Madrid que Espa?a encaraba "una tormenta perfecta" de circunstancias econ¨®micas adversas. "Solbes dijo que a largo plazo era f¨¢cil hacer lo que Espa?a necesita (no especific¨® qu¨¦) pero que a corto plazo, las cosas eran dif¨ªciles" y que esperaba que los dos siguientes trimestres (el tercero y cuarto de 2008) ser¨ªan duros. Con todo, "el vicepresidente parec¨ªa sorprendentemente relajado para ser alguien en el ojo de la tormenta econ¨®mica espa?ola", conclu¨ªa el embajador Eduardo Aguirre. "Tambi¨¦n estuvo algo filos¨®fico y mencion¨® que, con 66, 'ya estaba entrado en a?os y un poco cansado". Solbes sigui¨® en el Gobierno hasta abril de 2009.
Meses despu¨¦s, ya con Elena Salgado al frente de Econom¨ªa, en un an¨¢lisis remitido a Washington sobre el problema del desempleo en Espa?a, la embajada insist¨ªa en la idea: "Desde que comenz¨® la ralentizaci¨®n econ¨®mica, Zapatero y sus ministros (con la excepci¨®n ocasional de Pedro Solbes, que ya no est¨¢ en el Gobierno) se han dedicado a dar un sesgo optimista a las previsiones macroecon¨®micas", se lee en el telegrama del 2 de julio de 2009. "Desde hace ya dos a?os, cada predicci¨®n de crecimiento econ¨®mico del Gobierno espa?ol demuestra demasiado optimismo", no seguido por los analistas.
"Zapatero se da cuenta claramente del peligro pol¨ªtico que esto encierra para ¨¦l", a?ad¨ªa el autor del cable, que remachaba: "Cada empleo perdido es otro peque?o clavo en su ata¨²d". Y alertaba de que el presidente espa?ol podr¨ªa enfrentarse a la "triste perspectiva" de un aumento del d¨¦ficit para ampliar la cobertura del desempleo. El telegrama de Madrid describ¨ªa a Zapatero como un dirigente abocado a verse en la situaci¨®n de tener problemas, "haga lo que haga", y a que a los partidos de la oposici¨®n se lo recriminaran, cualquiera que fuese el camino escogido.
La actitud ante esa encrucijada fue la paralizaci¨®n de las iniciativas. Unos d¨ªas m¨¢s tarde, el 21 de julio de 2009, la embajada en Madrid constataba el clamor de empresarios, economistas y observadores internacionales para introducir m¨¢s flexibilidad en el mercado laboral espa?ol. En aquellos momentos, la tasa de paro hab¨ªa alcanzado el 18% y continuaba creciendo. Pero la embajada constataba que Zapatero insist¨ªa en que cualquier reforma deb¨ªa ser fruto del "di¨¢logo social", cuando las negociaciones entre el Gobierno, los sindicatos y la organizaci¨®n empresarial no produc¨ªan resultados. "Los sindicatos y los empresarios est¨¢n a matar en muchos temas y el Gobierno se ha alineado largamente con los sindicatos", se lee en aquel telegrama del verano de 2009.
Varios expertos consultados por la embajada coincid¨ªan en el escaso margen de maniobra del jefe del Gobierno con su insistencia en una reforma laboral por consenso: se lo dijeron ?lvaro Espina, ex alto cargo del Ministerio de Trabajo, o Mar¨ªa ?ngeles Fern¨¢ndez, profesora de la Universidad Aut¨®noma de Madrid. Un representante de la CEOE, Roberto Su¨¢rez, achacaba la dificultad del proceso a la ausencia de toda propuesta sustancial de los sindicatos. En definitiva, la embajada no ve¨ªa perspectivas de acuerdo y supon¨ªa que, de haberlo, no incluir¨ªa reformas estructurales de importancia, aunque quiz¨¢ mejorase la posibilidad de otras en el futuro.
No es que Estados Unidos estuviera obsesionado por la crisis econ¨®mica en Espa?a. Otros telegramas muestran el seguimiento que hizo de distintos pa¨ªses. Pero en el caso de Espa?a se advierte un objetivo pol¨ªtico detr¨¢s del control de la situaci¨®n econ¨®mica y financiera: averiguar hasta qu¨¦ punto las fuerzas vivas de Espa?a cre¨ªan tanto como el presidente, Rodr¨ªguez Zapatero, en la importancia de estar presente en las reuniones del G-20. Zapatero lo hab¨ªa convertido en una prioridad absoluta. Espa?a, por otra parte, iba a presidir la UE en el primer semestre de 2010 y la Secretar¨ªa de Estado quer¨ªa averiguar tambi¨¦n si ten¨ªa planes conjuntos con Francia, puesto que Nicolas Sarkozy era el dirigente que m¨¢s hab¨ªa insistido en asegurar un asiento para Espa?a en el G-20.
El requerimiento de datos sobre Zapatero y Salgado a la representaci¨®n en Madrid se hizo cuando esta legaci¨®n carec¨ªa de embajador. Alan D. Solomont, ya designado en aquellos momentos, todav¨ªa no se hab¨ªa incorporado a su puesto. Cuando lo hizo, una de sus primeras entrevistas fue con Zapatero, a quien le expuso su inter¨¦s por revitalizar el Foro Estados Unidos-Espa?a como veh¨ªculo para potenciar nuevas oportunidades de inversi¨®n. Zapatero, a su vez, inform¨® al embajador de una propuesta a la Casa Blanca para un Foro de Comercio e Inversiones, que deber¨ªa favorecer el clima de negocios.
El jefe del Gobierno no solo cre¨ªa en el papel esencial de la presencia de Espa?a en el G-20: tambi¨¦n esperaba mucho de la relaci¨®n con Estados Unidos. De ah¨ª la decepci¨®n porque no hubiera cumbre Europa-EE UU durante el semestre de la presidencia espa?ola de la UE.
Una vez cancelado el proyecto de cumbre, el embajador llam¨® a la vicepresidenta econ¨®mica, Elena Salgado. El tono de esta ¨²ltima excluy¨® los reproches pol¨ªticos y se centr¨® en los hechos: reconoci¨® que Espa?a hab¨ªa estado construyendo "el doble de las casas que necesitaba", intent¨® minimizar "el mito" de la rigidez de la econom¨ªa espa?ola y expres¨® su esperanza de ganar apoyos para introducir cambios que permitieran mayor flexibilidad. A¨²n faltaban tres meses para que el propio Obama llamara a Zapatero, urgi¨¦ndole a tomar decisiones fuertes. El consenso social fue sustituido por la ca¨ªda del caballo del 12 de mayo.
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