No preguntar; que no digan
La C¨¢mara de Representantes ha votado la derogaci¨®n de la ley por la que los homosexuales pueden formar parte del Ej¨¦rcito de Estados Unidos a condici¨®n de no declarar su orientaci¨®n sexual.
Esta pol¨ªtica, conocida como no digas, no preguntes, se aprob¨® durante el mandato de Bill Clinton y fue considerada como un avance porque, hasta entonces, la homosexualidad era una causa de expulsi¨®n del Ej¨¦rcito. Para ser firme, la decisi¨®n de la C¨¢mara est¨¢ pendiente, sin embargo, del voto del Senado, que ya se pronunci¨® en contra de la derogaci¨®n durante un debate m¨¢s amplio sobre Defensa. La justicia, por su parte, ha considerado que la norma que regula la pol¨ªtica de no digas, no preguntes es contraria al principio de igualdad y, en consecuencia, incompatible con la Constituci¨®n. Es tambi¨¦n la posici¨®n del presidente Obama, y el motivo por el que prometi¨® en campa?a impulsar su derogaci¨®n.
Nadie duda de que, sea cual sea el voto del Senado, la suerte de la pol¨ªtica de no digas, no preguntes est¨¢ echada. Si no se deroga por la v¨ªa legislativa, tiene los d¨ªas contados por la v¨ªa judicial.
Pero, entretanto, han vuelto a circular los ins¨®litos argumentos que defienden los partidarios de un ej¨¦rcito formado solo por heterosexuales. En concreto, el de que la presencia de homosexuales ir¨ªa en contra de la cohesi¨®n de las Fuerzas Armadas, sobre todo en las unidades de combate. Es dif¨ªcil saber a qu¨¦ se refieren exactamente quienes lo esgrimen, porque, a tenor de sus palabras, parecer¨ªan aceptar la presencia de homosexuales en puestos administrativos y de retaguardia, donde esa extra?a cohesi¨®n que dicen defender no se resentir¨ªa.
Si se llegara hasta las ¨²ltimas consecuencias, habr¨ªa que saber qu¨¦ piensan que sucede en las unidades de combate quienes rechazan la derogaci¨®n bas¨¢ndose en este argumento. Porque dar¨ªa la impresi¨®n de que, a su juicio, los frentes de guerra ser¨ªan m¨¢s parecidos a locales de esparcimiento que a lugares donde los soldados se juegan la vida con independencia de su orientaci¨®n sexual. Tal vez la mejor soluci¨®n sea aplicarles a ellos esta pol¨ªtica y no preguntarles para que, en efecto, no lo digan.
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