El amo de las olas
Se subi¨® a una ola por primera vez con cuatro a?os. Plane¨® sobre el agua apenas unos segundos y le bast¨® para entender que su objetivo desde ese momento ser¨ªa dominar su superficie como quien domina un caballo salvaje. Pero los oc¨¦anos son testarudos, imprevisibles, no se dejan educar, as¨ª que Kelly Slater pas¨® muchas horas observando el oleaje, su movimiento, su respiraci¨®n, ahond¨® en su alma. Y se apoder¨® de ella. Fue as¨ª como comenz¨® a ganar campeonatos de surf siendo apenas un mocoso en su Cocoa Beach (Florida) natal, una zona no especialmente agraciada por las olas, pero que a ¨¦l le sirvi¨® como primer campo de pruebas. Despu¨¦s aprendi¨® a observar a sus rivales, los otros surfistas; aprendi¨® a ver sus debilidades y a aprovecharse de ellas, y se lanz¨® a conquistar lo imposible: 10 t¨ªtulos del ASP World Tour, o lo que es lo mismo, 10 campeonatos del mundo de surf. El ¨²ltimo, el pasado noviembre, a los 38 a?os. Un viejo seg¨²n las edades que se manejan entre los adictos a las tablas. Un mito en t¨¦rminos deportivos. Un dios para todo surfista.
"Cuando estaba enfermo, mi madre me enviaba a la playa. El mar lo cura todo"
Tras su primer t¨ªtulo, un productor lo fich¨® para 'Los vigilantes de la playa'
Dej¨® el surf por la m¨²sica. Regres¨® para medirse a Andy Irons. Su rivalidad fue m¨ªtica
"El colegio no me interesaba porque no era cre¨ªble. ?De verdad Col¨®n fue un h¨¦roe?"
Kelly Slater es, desde cierto punto de vista, el mejor deportista del planeta. Ni Rafa Nadal, ni Roger Federer, ni Tiger Woods, ni Lance Armstrong, ni Michael Jordan, ni Michael Schumacher le superan en t¨ªtulos. Es infinitamente menos popular que ellos, pero solo ¨¦l ha conseguido 10 t¨ªtulos mundiales. Y eso le hace ¨²nico. Tanto que sus fans, a sabiendas de que el surf no es tan popular como el baloncesto o el tenis, luchan desde noviembre v¨ªa Facebook por conseguir que Slater sea portada de las revistas Sports Illustrated y ESPN Magazine, lo que equivaldr¨ªa a la bendici¨®n oficial del universo global deportivo para este surfista que ha reinado sobre los oc¨¦anos durante dos d¨¦cadas. El primer t¨ªtulo lo obtuvo con 20 a?os, proclam¨¢ndose como el campe¨®n mundial de surf m¨¢s joven. Y le siguieron otros nueve, repartidos entre la d¨¦cada de los noventa y la actual. Hoy es, adem¨¢s del rey, el m¨¢s veterano de los que se han puesto esa corona.
Claro que trat¨¢ndose del imprevisible y obstinado Slater, a¨²n podr¨ªa atreverse a forzar la m¨¢quina y a embarcarse en la b¨²squeda del und¨¦cimo t¨ªtulo. "No lo s¨¦. Lo decidir¨¦ pocas semanas antes de que empiece el pr¨®ximo campeonato. Supongo que ser¨¢ una decisi¨®n espont¨¢nea. Ahora me limito a saborear esta victoria. Me siento muy bien y no tengo ni idea de lo que pienso hacer en el futuro". El encuentro con este bell¨ªsimo animal, que parece salido de un libro de mitolog¨ªa griega, se produce en los estudios de radio Sirius XM, en Nueva York. Aparece en vaqueros, con una camiseta gris y unas zapatillas de deporte. No es un despliegue obsceno de musculatura, como sugieren las im¨¢genes de ¨¦l que pueblan Internet. Ni tiene las espaldas muy grandes ni tampoco es particularmente alto o fuerte. Lleva la cabeza rapada y de lejos nadie dir¨ªa que tiene algo especial. Son esos ojos de un azul casi transparente, esos rasgos perfectamente definidos, ese san¨ªsimo moreno de piel de tonos casi ¨¢rabes (Siria est¨¢ en sus genes) y esa sonrisa de medio lado semiperfecta. No hay escapatoria: mirarle engancha. Y no le ocurre solo a las mujeres: absolutamente todos los empleados masculinos de Sirius XM que se cruzaron con ¨¦l durante las dos horas que pas¨® de visita en los estudios de radio, incluido el director, parec¨ªan embrujados ante su presencia.
Por algo un productor avispado le ech¨® el anzuelo en cuanto gan¨® su primer campeonato mundial. Acababa de cumplir 20 a?os y durante dos temporadas apareci¨® en diversos episodios de la serie Los vigilantes de la playa, donde conoci¨® a la primera de sus muchas novias c¨¦lebres, Pamela Anderson. Hizo apariciones espor¨¢dicas en esa California pl¨¢stica de los musculosos guardacostas televisivos, siempre retando a las olas interpretando a Jimmy Slade, un joven surfista local. Claro que esos planos de David Hasselhoff y Pamela Anderson corriendo a c¨¢mara lenta al rescate de alg¨²n ahogado y esos guiones de dudosa calidad, con di¨¢logos imposibles y escenas en las que Slater se enfrentaba, por ejemplo, a un pulpo gigante, le convirtieron durante una temporada en el hazmerre¨ªr de sus compa?eros de profesi¨®n. Le cost¨® recuperar la admiraci¨®n. Ayudaron varios t¨ªtulos mundiales m¨¢s y nuevas novias con cierto glamour como Gisele Bundchen o Cameron Diaz. Su pareja actual no es famosa. Tambi¨¦n tiene una hija con una ex novia de su juventud. El resultado de aquella experiencia televisiva es que si se le pregunta por su inter¨¦s en volver frente a la c¨¢mara, la respuesta es un rotundo no. "Tengo muchas ideas para documentales e incluso para guiones, pero no me interesa volver a actuar".
No es uno de esos hombres guapos que se pavonean de su atractivo f¨ªsico. Al contrario, parece incluso algo t¨ªmido y transmite, sobre todo, serenidad, quiz¨¢ lo primero que busc¨® cuando se volc¨® en el surf. Su padre era alcoh¨®lico y discut¨ªa violentamente con su madre. Se acabaron divorciando, pero Slater los sufri¨® durante toda su infancia. En su biograf¨ªa, Pipe Dreams, recuerda c¨®mo el mar era su ¨²nica v¨ªa de escape ante las tensiones familiares. "Y hasta cuando mi hermano y yo est¨¢bamos enfermos, mi madre nos enviaba a la playa porque 'el mar lo cura todo', as¨ª que desde ni?o mi casa fue el oc¨¦ano", escribi¨®. Hoy asegura no poder explicar lo que se siente al estar sobre una ola. "Para m¨ª es lo m¨¢s divertido del mundo, y cuando lo prob¨¦ me gust¨® tanto que decid¨ª que ser¨ªa mi profesi¨®n", explica despu¨¦s de haber pinchado como dj durante 30 minutos en el canal que Sirius XM le dedica a Pearl Jam. Eddie Vedder, el cantante de esa banda, es uno de sus grandes amigos. Tambi¨¦n ¨¦l es surfista, y tambi¨¦n ¨¦l ha utilizado ese deporte como v¨ªa de escape ante una realidad que no le gustaba. Como le cont¨® a este diario recientemente, Vedder se refugi¨® en el surf para huir de sus fans cuando el grunge le convirti¨® en un m¨²sico acosado y agobiado por la fama. Y viceversa, cuando Slater dej¨® profesionalmente el surf en 1999, una de las cosas que hizo fue refugiarse en la m¨²sica. "Supongo que por eso nos llevamos bien. Tenemos dos pasiones en com¨²n", explica tras haber contado varias an¨¦cdotas en la radio sobre largos viajes en busca de olas, borracheras y noches de m¨²sica y amistad compartidas con Vedder.
"La guitarra", dice, "es como hablar con alguien cuando tienes un problema y necesitas cont¨¢rselo a un amigo. Tiene el mismo efecto relajante que el surf, pero no tienes que hacer el mismo esfuerzo mental". Comenz¨® a tocar a los 18 a?os. Cuando decidi¨® dejar de competir en 1999, despu¨¦s de haber ganado el ASP World Tour cinco a?os seguidos, mont¨® un grupo con otros dos surfistas, Rob Machado y Peter King, y lo bautizaron, sin temor a la obviedad, The Surfers. Sacaron un solo disco que peg¨® fuerte en Jap¨®n, pero en el resto del mundo no se le hizo mucho caso, pese a los intentos de Vedder por apoyarle e incluso invitarle a tocar con ¨¦l sobre el escenario. "No valgo para el mundo de la m¨²sica profesional. Hay que trasnochar todos los d¨ªas y mi cuerpo no lo aguanta mucho. Es un mundo muy duro", comenta, cada vez m¨¢s relajado en el espacio habilitado en la radio para esta entrevista.
Fueron a?os complicados para Slater. "Abandon¨¦ el surf porque me aburr¨ªa, estaba mentalmente muy cansado y ya no era un reto", recuerda. Hasta que hizo su aparici¨®n en escena Andy Irons, un joven hawaiano algo rebelde, muy diferente en estilo y actitud a Slater, que comenz¨® a destacar y llam¨® la atenci¨®n del veterano, que decidi¨® regresar al circuito profesional y medirse con ¨¦l. Su relaci¨®n fue intensa: en 2002, cuando Slater cre¨ªa que volver¨ªa a conseguir el estrellato, Irons le arrebat¨® el t¨ªtulo, repitiendo en 2003 y 2004. A Slater le cost¨® cuatro a?os volver a ser el n¨²mero uno. "En parte es cierto que volv¨ª al surf profesional porque Andy supon¨ªa un nuevo reto. Cuando est¨¢s inmerso en la pelea te parece dur¨ªsima, pero una vez que ha terminado te sientes muy satisfecho". Su rivalidad se hizo c¨¦lebre y tuvieron incluso intercambios de palabras tensas, pero con los a?os parece que se hicieron amigos. De ah¨ª que la muerte de Irons el pasado noviembre empa?ara la victoria de Slater, d¨¢ndole a lo que deber¨ªa haber sido su m¨¢xima satisfacci¨®n profesional un cierto sabor agridulce. Slater recogi¨® el premio entre l¨¢grimas y se lo dedic¨® a su amigo. "?Qu¨¦ puedes decir cuando muere alguien que no deber¨ªa estar muerto?", se pregunta el campe¨®n. Y calla. Su muerte ocurr¨ªa un d¨ªa antes de que arrancara la cita de la ASP en Puerto Rico, que acab¨® siendo retrasada. Falleci¨® en Dallas con apenas 32 a?os, aparentemente a causa de unas fiebres provocadas por dengue, aunque la polic¨ªa investig¨® una posible sobredosis de metadona. Hab¨ªa tenido problemas con las drogas, las mismas que Slater dice en su biograf¨ªa no haber tocado jam¨¢s.
En ese libro hay varias p¨¢ginas de agradecimientos, entre ellos a sus profesores del colegio, a los que, adem¨¢s de darles las gracias ("por dejarme hacer mi trabajo"), les increpa con cierta sorna: "A¨²n no me creo gran parte de la historia que me ense?asteis. ?Hay alguien que de verdad se trague toda esa mierda sobre que Crist¨®bal Col¨®n fue un h¨¦roe? ?Descubri¨® una tierra llena de gente a la que rob¨® y esclaviz¨® y yo tengo que perder el tiempo leyendo libros sobre ¨¦l? Venga, compremos libros nuevos. Yo pago". Al ser preguntado sobre este ins¨®lito agradecimiento, Slater esboza una sonrisa. "Me encantan los libros de historia, pero no los oficiales. Leo cosas como La otra historia de los Estados Unidos, de Howard Zinn, la historia vista desde otras perspectivas. Cuando iba al colegio no me interesaba nada, pero porque me parec¨ªa muy poco cre¨ªble. A los ni?os se les venden muchas mentiras. Y me gustar¨ªa cambiar eso. Col¨®n masacr¨® a los indios y no deber¨ªa ser motivo de celebraci¨®n".
?O sea, que detr¨¢s de la tabla de surf y el perenne bronceado hay todo un activista! "No exactamente. Me gusta mucho leer?", explica casi disculp¨¢ndose. ?Y nunca se ha planteado utilizar su fama para fines pol¨ªticos o sociales m¨¢s all¨¢ de la fundaci¨®n que lleva su nombre para apoyar iniciativas ecol¨®gicas? "Lo he discutido mucho con Eddie (Vedder), pero es que no me gusta imponer mi opini¨®n. Son temas de los que hablo en determinados momentos, con amigos. Por ejemplo, la guerra de Irak. ?Eso es un chiste barato! No tiene nada que ver con el 11-S, eso es lo que se nos quiere hacer creer. Es una guerra como todas, orquestada para mantener el control de los recursos, en este caso el petr¨®leo. Como la guerra civil estadounidense. ?Realmente crees que enfrent¨® al norte y al sur por liberar a los esclavos? ?T¨² crees que a Lincoln le importaban los esclavos? Fue una guerra por los derechos sobre la tierra". Descubrir esta faceta de Slater, de la que no hay rastro en ninguna de las muchas entrevistas que circulan por Internet, obliga a una pregunta ineludible que ¨²ltimamente todo estadounidense de izquierdas se plantea: ?se siente defraudado por Barack Obama? "S¨ª, pero no tanto por lo que no ha hecho, sino porque es la constataci¨®n de que ning¨²n pol¨ªtico puede hacer cambios reales. Obama es una marioneta m¨¢s, todos los pol¨ªticos lo son, est¨¢n en manos de poderes econ¨®micos mucho m¨¢s poderosos. Y es muy triste tener que admitirlo".?
![Al surfista Kelly Slater solo le falta que la prestigiosa revista <i>Sports Illustrated</i> le dedique una portada. As¨ª lo reclama un grupo de Facebook con 6.000 seguidores.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/2F7BEIUHHGRX2KXFTGL4Y3VFLE.jpg?auth=93a985e1bc514c30bfd1920003925ca12d43c92dff1e5abc0f7fb3df55dabdea&width=414)
![El surfista Kelly Slater, en noviembre, rodeado de aficionados tras conseguir su d¨¦cimo ASP World Tour.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/B2EWQXCCARMAX44FK5MUT2WHVY.jpg?auth=96caef50fc9dda25692b33b378a31de7b6b6e48739ae4b4d534178279fe0f50a&width=414)
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.