La azotea
Hoy he conocido a un tipo. Me pregunt¨® cu¨¢ntos esca?os tiene que perder un pol¨ªtico para "dimitir y largarse a su casa", refiri¨¦ndose a Jos¨¦ Montilla. Ni por asomo se me ocurri¨® preguntarle cu¨¢ntos lectores m¨¢s ten¨ªa que perder su peri¨®dico para que dimitiera ¨¦l.
Me hizo saber su opini¨®n respecto al grave error que supone otorgar un protagonismo excesivo al caso G¨¹rtel en nuestros discursos, mientras sosten¨ªa en sus manos un ejemplar de su propio peri¨®dico con la ¨²ltima novedad del caso a cinco columnas. Continu¨® pontificando, sin verg¨¹enza, poniendo especial ¨¦nfasis en su enorme suerte por pertenecer a un gremio en el que nunca podr¨¢s ser imputado por cohecho ni prevaricaci¨®n, tanto da la dimensi¨®n de la d¨¢diva recibida o de la informaci¨®n injusta a sabiendas que haya sido publicada. Quise preguntarle en voz alta d¨®nde hab¨ªa pasado los ¨²ltimos 16 a?os de su vida, pero no lo hice. Tampoco le pregunt¨¦ a qu¨¦ se dedic¨® mientras se constru¨ªa a su alrededor la mayor trama de corrupci¨®n pol¨ªtica conocida en la historia democr¨¢tica de Espa?a. No me atrev¨ª a sugerirle el nombre de mi otorrino, para que averiguase, sin falta, el origen de su inexplicable sordera period¨ªstica, esa que le impidi¨® o¨ªr el estruendo de podredumbre que emanaba de la sala de m¨¢quinas del Consell, mientras ¨¦l se dedic¨® con fruici¨®n a glosar las virtudes del poder valenciano.
Envalentonado por mi atenci¨®n a?adi¨® a su mon¨®logo sentidos lamentos por la teatralidad del canterano gesto de ?ngel Luna y lament¨® la cita b¨ªblica del portavoz socialista afirmando que "es un borr¨®n en una brillante trayectoria pol¨ªtica", aunque despu¨¦s me fue imposible encontrar un solo art¨ªculo firmado por este mismo sujeto en el que se pudieran leer las palabras "Luna" y "brillante" en la misma oraci¨®n, p¨¢rrafo o columna.
La cr¨ªtica dio paso a la terapia. Reivindic¨® m¨¢s atenci¨®n a un medio, el suyo, cuya influencia pol¨ªtica, afirm¨®, "pod¨ªa poner y quitar presidentes". Despu¨¦s apur¨® el ¨²ltimo sorbo de su caf¨¦ con leche mientras levantaba su mano hacia el cielo dejando al descubierto la desgastada rodillera de su pantal¨®n tras tanta genuflexi¨®n ante la llamada de las 9.30 procedente del Palau. Me hizo saber la enorme suerte que tuvimos porque fueran otros, y no ¨¦l, los colegas invitados a comer aquella pizza de primarias cocinada en el bar Bail¨¦n y dio consejos al aire, como si aquellos conjurados estuvieran all¨ª presentes, indic¨¢ndoles qu¨¦ hacer y qu¨¦ no para que operaciones como aquella no volvieran a acabar ardiendo en el horno del fraude y el bochorno.
Quise entender lo duro que podr¨ªa ser para aquel hombre tener que escribir a diario sobre la nefasta gesti¨®n de un Gobierno, el de Camps, cuando ¨¦l mismo llevaba meses desenchufando en su empresa a las viejas y entra?ables multim¨¢quinas de caf¨¦ que habitaban el pasillo para sustituirlas por una bater¨ªa de nespressos becaria, con el triste objetivo de llegar a fin de mes. Prometo que quise entender sus esfuerzos por liquidar a precio de saldo sus ¨²ltimas dignidades para as¨ª disimular la evidencia p¨²blica de que es precisamente ese Gobierno, el de Camps, quien le paga, a golpe de banner en la web, ese rid¨ªculo panfleto al que solo la periodicidad le permite llamar diario.
En el fondo, lo m¨¢s triste no fue ver mustiarse, ante el advenimiento del ERE, el rigor y la deontolog¨ªa de quien un d¨ªa tal vez fue periodista. Lo realmente triste fue ver a aquel envejecido violinista tiritando excusas sobre la cubierta de su propio Titanic, sin encontrar mejor partitura que tocar que la lamentable melod¨ªa de la coartada al corrupto y el descr¨¦dito instrumental de la ¨²nica alternativa a su triste suerte.
Pidi¨® la cuenta. Sac¨® un sobre de Canal 9 con seiscientos euros y un recibo de un programa de debate. Al final pagu¨¦ yo. Y a modo de propina me dej¨® en la mesa un par de buenos consejos: "Perseguir la corrupci¨®n no es rentable pol¨ªticamente" y "criticar a un periodista, a varios o al estamento period¨ªstico en su conjunto es, en t¨¦rminos pol¨ªticos, como precipitarse al vac¨ªo desde lo alto de un edificio". Mierda, creo que me sub¨ª a una azotea.
Josep Moreno es jefe de gabinete del secretario general del PSPV-PSOE, Jorge Alarte.
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