Poner l¨ªmites
La izquierda abertzale ha anunciado que los terroristas declarar¨¢n un alto el fuego a principios de enero. Pero no uno cualquiera, sino "unilateral, permanente, verificable y con voluntad de definitivo". La acumulaci¨®n de adjetivos no es irrelevante; constituye, por el contrario, el n¨²cleo esencial de la estrategia con la que la izquierda abertzale espera reintegrarse en la legalidad sin romper, por otro lado, con los pistoleros. Consciente de que no podr¨¢ presentarse a las elecciones municipales sin redefinir su relaci¨®n con la violencia, lleva tiempo embarcada en intentar que la banda terrorista no la ponga ante la tesitura de condenar un eventual atentado. Para eso, los pistoleros tienen que renunciar a cometerlos. Y es en la definici¨®n de esa renuncia donde la izquierda abertzale se propone avanzar para convencer a las fuerzas democr¨¢ticas, por un lado, y a la justicia, por otro, de su apuesta por las v¨ªas pol¨ªticas.
Lo que est¨¢ en juego es cu¨¢nto durar¨¢ la agon¨ªa de ETA y cu¨¢ntos cr¨ªmenes cometer¨¢ antes de extinguirse
La estrategia de la izquierda abertzale tiene, sin embargo, puntos d¨¦biles. Su demostrada capacidad de influencia en los pistoleros es la prueba fehaciente de que, hasta ahora, han formado con ellos una indisoluble unidad. Por tanto, resultar¨ªa dif¨ªcil, cuando no imposible, que se reintegrase a la legalidad sin que la banda terrorista desista por completo. Por m¨¢s que esta adjetive el alto el fuego, su sola existencia, aunque sea inactiva, compromete inevitablemente la pretensi¨®n de la izquierda abertzale de regresar a la legalidad. Mucho m¨¢s si a?ade condiciones al Estado como la creaci¨®n de una mesa de partidos que retomen los acuerdos de Loyola para negociar "la soluci¨®n del conflicto". Este planteamiento parece ignorar la realidad: lo que la izquierda abertzale denomina "conflicto" deja de existir desde el momento en que la banda terrorista se abstiene de matar. Obstinarse en decir que contin¨²a, pese a que los pistoleros callen, significa que, simplemente, podr¨ªan volver a las andadas, con lo que la legalizaci¨®n de la izquierda abertzale resultar¨ªa una temeridad. Sobre todo, si el silencio de la banda terrorista queda vinculado a los avatares de una mesa de partidos. En su d¨ªa, fue un error que el Gobierno se comprometiera a convocarla; en estos momentos, adem¨¢s de un error, ser¨ªa un suicidio pol¨ªtico. Tambi¨¦n en este punto la izquierda abertzale parece ignorar la realidad: el Gobierno no est¨¢ condiciones de adoptar ninguna decisi¨®n sin contar con el respaldo del Partido Popular, porque se har¨ªa responsable de la inevitable ruptura del consenso antiterrorista.
En cualquier caso, los movimientos de la izquierda abertzale colocan a las fuerzas democr¨¢ticas ante una decisi¨®n trascendental. La banda terrorista no tiene futuro, pero lo que est¨¢ en juego es cu¨¢nto tiempo durar¨¢ su agon¨ªa y cu¨¢ntos cr¨ªmenes podr¨ªan cometer antes de extinguirse. No ser¨ªan, sin embargo, cr¨ªmenes que la reforzaran, como los pistoleros han venido creyendo hasta ahora. Despu¨¦s de estos meses de silencio, el regreso de la violencia s¨®lo se traducir¨ªa en un mayor aislamiento social de los asesinos y en una posposici¨®n indefinida de los intentos de la izquierda abertzale por reintegrarse en la legalidad. Este horizonte es otro de los puntos d¨¦biles de la estrategia que encabeza Otegui y, de manera sim¨¦trica, otra de las bazas con las que cuentan las fuerzas democr¨¢ticas ante una posible declaraci¨®n de alto el fuego. Aunque la proximidad de las elecciones municipales no favorece el consenso, es de esperar que, en esta ocasi¨®n, las fuerzas democr¨¢ticas est¨¦n a la altura de sus responsabilidades. La decisi¨®n que el Gobierno adopte frente a la estrategia de la izquierda abertzale deber¨ªa contar con el apoyo de la oposici¨®n, que, a su vez, deber¨ªa participar de ella. Si se acierta, ser¨¢ un acierto de todos, lo mismo que ser¨ªa de todos el error. Y hasta el momento en que haya que adoptar la decisi¨®n, lo mejor ser¨ªa que las fuerzas democr¨¢ticas se mantuvieran como hasta ahora: evitando especular sobre los pasos a seguir e impidiendo que el clima preelectoral alcance a lucha antiterrorista.
Por m¨¢s adjetivos que la banda a?ada al alto el fuego que, seg¨²n parece, se propone declarar, la situaci¨®n no cambia: la izquierda abertzale forma parte de su entramado y, por tanto, mientras la banda exista, resultar¨ªa temerario apoyar que se reintegre a la legalidad. Si, adem¨¢s, sigue so?ando con la convocatoria de una mesa de partidos, los indicios de que en ese mundo se pretenden obtener r¨¦ditos pol¨ªticos del final de la violencia se convertir¨ªan en un dato fehaciente. Sea cual se la evoluci¨®n de los acontecimientos hasta que la banda anuncie sus nuevas intenciones, convendr¨ªa que la izquierda abertzale tuviera meridianamente claro cu¨¢les son los l¨ªmites que las fuerzas democr¨¢ticas ponen a su estrategia.
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