El PSC y el animismo
Frente a los que hablan de forma interesada de las "dos almas" de su partido, los socialistas catalanes siempre han buscado una relaci¨®n solidaria y justa con Espa?a en un marco federal, plurinacional y polic¨¦ntrico
?ltimamente, vienen proliferando las apelaciones a las supuestas "dos almas" del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC). No es nuevo. Se trata, a veces, de una simple muleta ret¨®rica, ¨²til para despejar alg¨²n an¨¢lisis que se resiste. Otras veces, sin embargo, parece tratarse de algo bastante peor: de un conjuro de magia negra, del en¨¦simo y nost¨¢lgico empe?o por convocar el mal que no fue, por ver de darle cuerpo. Es decir, por ensayar, una vez m¨¢s, la cristalizaci¨®n de Catalu?a en dos comunidades contrapuestas, hegemonizadas por los extremos: de un lado, por los catalanes temerosos y reactivos ante las capacidades asimiladoras de lo espa?ol, reacios a las mezcolanzas y, as¨ª, proclives a la xenofobia; y, del otro lado, por los andaluces, murcianos, aragoneses, etc¨¦tera, que pudieran estar dispuestos a devenir contra-sociedad en Catalu?a, a ejercer como avanzadilla asimiladora (el c¨ªnico c¨¢lculo de los jerarcas franquistas a prop¨®sito de la inmigraci¨®n espa?ola en Catalu?a). Este ya fue el escenario de confrontaci¨®n al que tendieron algunos nacionalismos exasperados e inversos, desde primeros del siglo XX hasta hoy mismo: tanto el fen¨®meno lerrouxista y sus posteriores amagos como las sucesivas enso?aciones a lo "Nosaltres sols".
En inmigraci¨®n fue pionero de la "interculturalidad", en las ant¨ªpodas de la "multiculturalidad"
Su modelo cultural y ling¨¹¨ªstico, alabado por la UE, es uno de los m¨¢s abiertos e integradores
A ello responde, hoy, de nuevo, la proliferaci¨®n de m¨¦diums empe?ados en convocar las "dos almas" del PSC, esos esp¨ªritus cuya misi¨®n ser¨ªa hacerse con el socialismo catal¨¢n, tirar de ¨¦l en sentidos contrapuestos hasta hacerlo pedazos, para poder as¨ª, a continuaci¨®n, poseer la pol¨ªtica catalana. Podr¨ªan hacer de Catalu?a un infierno. El PSC, sin embargo, se fragu¨® a la medida de estas fuerzas obscuras y les es inmune o m¨¢s inmune que nadie. Se trata, para el PSC, de viejos y desdentados demonios familiares, casi ya inofensivos por conocidos y gastados, motivo de chanzas festivas m¨¢s que un peligro real.
En efecto, el PSC fue creado, en 1978, contra los atavismos que pod¨ªan frustrarlo, contra el animismo primigenio que lo negaba y lo imped¨ªa. No se trataba de prescindir de las identidades, sino de evitar su dictadura y su irracional confrontaci¨®n, con la consiguiente fractura social. Y se hizo de forma contundente. La receta: una voluntad obstinada de proyecto compartido, un designio ineluctable de causa com¨²n, con la cual pudieran identificarse los intereses y anhelos de toda la Catalu?a trabajadora y, por extensi¨®n, de toda la ciudadan¨ªa. Frente a identidades petrificadas y en conflicto, identificaciones compartidas de futuro. Solo un gran partido socialista pod¨ªa hacerlo, capaz de unir la diversidad, de promover un proyecto transformador e integrador. Y, como ocurre en todas partes, un partido socialista capaz de movilizar, no solo a los sectores sociales a los que representa m¨¢s directamente, sino tambi¨¦n a los sectores centrales de la sociedad, a aquellos que dan la hegemon¨ªa cultural y la mayor¨ªa electoral; es decir, un aut¨¦ntico partido nacional (en nuestro caso, expresi¨®n genuina de los intereses de Catalu?a). Ello es tanto como decir un partido capaz de erigirse en eje del catalanismo, de un catalanismo orientado hacia la izquierda, no nacionalista, ligado a la idea de una Catalu?a innovadora y abierta, integradora, fiel a su futuro, obstinada por establecer una relaci¨®n solidaria y justa con Espa?a, en el marco sine qua non de un esquema federal, plurinacional y polic¨¦ntrico.
Un par¨¦ntesis al respecto. Algunos "progres" espa?oles se l¨ªan o juegan sucio: afirman que no corresponde al PSC ser catalanista, que no es lo suyo, que en ese terreno "siempre va a ser mejor el original que la copia" (mejor CiU que el PSC). ?Dir¨ªan lo mismo del PP y el PSOE? ?O entienden que el PSOE no puede abandonar la idea de Espa?a a la derecha? Me temo que no se limitan a ello, sino que hasta comprenden e incluso celebran los episodios en que el te¨®rico federalismo del PSOE queda en mero reh¨¦n del nacionalismo del PP. Y que algunos incluso ver¨ªan con buenos ojos un pacto PSOE-PP o viceversa que pusiera en cintura al "nacionalismo" perif¨¦rico, porque el nacionalismo espa?ol no ser¨ªa tal, sino pura "visi¨®n de Estado". Una visi¨®n desde la cual, en Espa?a, no cabr¨ªa ni el proyecto espa?ol compartido del PSC ni la "conllevancia" hoy triunfante, trufada de independentismo est¨¦tico. Por el momento, parece que no cabe el primero y s¨ª cabe la segunda. En cualquier caso, sea en Espa?a o en Catalu?a, sin necesidad de caer en estos u otros excesos, la credibilidad nacional de cualquier partido que quiera ser mayoritario resulta elemental e inexcusable. Aunque no se trata de una mera cuesti¨®n t¨¢ctica: ning¨²n socialista deber¨ªa olvidar que el socialismo es el compromiso con todas las emancipaciones humanas: pol¨ªticas, sociales, culturales, sexuales, medioambientales... y nacionales.
Dec¨ªamos: partido socialista, partido capaz de gobernar y, en consecuencia, partido nacional catal¨¢n. Pero no solo. Hac¨ªa falta tambi¨¦n que este partido promoviera una concepci¨®n abierta de la cultura, capaz de acoger, reconocer e integrar a la poblaci¨®n inmigrada, cuando fue solo de origen hispano como cuando lleg¨® de todas partes. En este sentido, el PSC fue pionero de lo que posteriormente vino en llamarse "interculturalidad", en las ant¨ªpodas de la "multiculturalidad" separadora: teoriz¨® e impuls¨® el modelo de la "sociedad crisol", en la cual deb¨ªa acomodarse la diversidad cultural, sin crear guetos estancos, sino en r¨¦gimen abierto y de interrelaci¨®n permanente, dando lugar a que fuera la selecci¨®n social la que acabara determinando los ingredientes de la cultura com¨²n, de una cultura catalana permanentemente actualizada y pluriling¨¹e. Un proceso que sigue su lento curso y, al cabo del cual, es f¨¢cil imaginar una fusi¨®n especialmente atractiva. Iba acompa?ado del imprescindible compromiso de todos en relaci¨®n con la lengua catalana, la lengua espec¨ªfica del pa¨ªs, la que se juega su existencia en este preciso paisaje. Tres eran las coordenadas:
-La escuela com¨²n, con el dominio por todos del catal¨¢n como del castellano (mediante "inmersi¨®n" donde hiciera falta), para que todos tuvieran igualdad de oportunidades y para que ninguna de las dos lenguas quedara socialmente rezagada.
-Para la poblaci¨®n adulta, bastaba con que entendiera las dos lenguas, de modo que nadie se sintiera forzado a cambiar de lengua para ser entendido; y con el derecho de todos a ser atendidos, por la Administraci¨®n, en la lengua deseada.
-Y la discriminaci¨®n positiva del catal¨¢n: la que se desprend¨ªa de su condici¨®n de lengua espec¨ªfica del pa¨ªs (y, pues, de su toponimia, de su rotulaci¨®n b¨¢sica, de su sistema institucional...); y la que correspond¨ªa a su desigual relaci¨®n con la hermana gigante: la lengua castellana, la tercera del planeta, con 400 millones de hablantes.
Un modelo cultural y ling¨¹¨ªstico alabado y distinguido por las correspondientes autoridades europeas, que no ha producido ninguna conflictividad social digna de menci¨®n, sino que ha neutralizado o atenuado las que eran de esperar, que ha sido defendido por ayuntamientos metropolitanos, centrales sindicales, asociaciones vecinales, grandes colectivos de maestros y profesores como de madres y padres de alumnos..., y que es uno de los m¨¢s abiertos e integradores que existen. Por eso mismo, no gusta a los animistas.
Como no les gusta el PSC, art¨ªfice fundamental de este modelo y baluarte de la unidad civil del pueblo de Catalu?a contra las viej¨ªsimas ¨¢nimas que querr¨ªan poseerlo, azuzadas por los conjuros de los m¨¦diums que suspiran por manejarlas a su antojo. El PSC fue y es, como corresponde a un gran partido, un abanico ampl¨ªsimo de identidades, de querencias, de orientaciones. Cada quien con su almita singular, hecha de retazos, amores y desgarros variopintos. El PSC es muchas cosas. Pero jam¨¢s fue "dos almas". No habr¨ªa nacido. Si naci¨® y existe es porque tom¨® la medida y dobleg¨® a esas fuerzas obscuras. Es m¨¢s: hizo de ello su raz¨®n de ser y puso en ello su emoci¨®n, d¨ªa tras d¨ªa, a?o tras a?o, etapa tras etapa. A quienes lo vivimos, nos cambi¨®, nos hizo crecer, nos enriqueci¨®, como solo enriquece el acceso al otro, la prodigiosa ampliaci¨®n de horizontes que supone. Por eso, nos rechinan los o¨ªdos cuando, desde la ignorancia o la peor intenci¨®n, alguien apela a las t¨®picas "dos almas". El PSC fue y es una voluntad reiterada de proyecto compartido, un imperativo pertinaz de causa com¨²n. Este es su c¨®digo gen¨¦tico. Si quieren, esta es su alma, ¨²nica y obstinada. Por m¨¢s que les pese a los animistas.
Jordi Font es director del Instituto del Teatro de Barcelona y ha sido secretario de Cultura del PSC.
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