Protagonismo de la pol¨ªtica
En el n¨²mero correspondiente a los meses de noviembre y diciembre de este a?o de la revista editada por el Colegio Notarial de Madrid, El notario del siglo XXI, Joaqu¨ªn Estefan¨ªa publica un art¨ªculo, La crisis diferencial de Espa?a, en el que, tras explicar la especificidad de la forma de manifestaci¨®n de la crisis en Espa?a respecto de lo que ocurre en los dem¨¢s pa¨ªses de la Uni¨®n Europea, reclama la necesidad de un pacto de Estado, un compromiso hist¨®rico o como quiera denominarse, para desarrollar reformas estructurales y duraderas en el tiempo que, subraya, es posiblemente el ¨²nico aspecto en que est¨¢ de acuerdo la inmensa mayor¨ªa de las plataformas existentes en la sociedad civil.
El tiempo de las reformas ante la magnitud de una crisis como la que estamos atravesando no coincide con el tiempo electoral y, en consecuencia, hay que identificar problemas y respuestas para esos problemas en los que hay que cerrar un pacto que garantice su aplicaci¨®n independientemente del resultado de las pr¨®ximas elecciones. Es la ¨²nica forma en que, adem¨¢s, se puede recuperar el protagonismo de la pol¨ªtica. Concluye Joaqu¨ªn Estefan¨ªa: "Los Pactos de la Moncloa, adem¨¢s de sus ¨¦xitos m¨¢s coyunturales, tuvieron otro efecto que probablemente el tiempo ha hecho m¨¢s significativo: crearon una moral en los ciudadanos y en los dirigentes pol¨ªticos, consistente en la asunci¨®n de que el destino est¨¢, en una buena parte, en sus manos y no solo en ese nuevo poder f¨¢ctico cada vez m¨¢s citado a pesar de su indeterminaci¨®n, a quien denominamos mercados".
Parece que esta idea empieza a abrirse camino, si nos atenemos al debate que tuvo lugar el pasado mi¨¦rcoles en el Congreso de los Diputados, en el que el presidente del Gobierno habl¨® por primera vez de que van a ser necesarios cinco a?os para poder instrumentar las reformas que necesita la sociedad espa?ola para superar la crisis y en el que, tambi¨¦n por primera vez en un debate de esta naturaleza, el presidente del PP no rechaz¨® de entrada la posibilidad misma de discutir esas reformas. Es verdad que una golondrina no hace verano, como dice el refr¨¢n, pero no lo es menos que en toda la legislatura no hab¨ªamos tenido una sesi¨®n parlamentaria como esta a la que acabo de referirme.
Para salir de donde estamos hay que abandonar del fatalismo que se est¨¢ apoderando de nuestra sociedad, que conduce a la impotencia. Si no nos convencemos a nosotros mismos de que podemos hacer frente a los problemas con los que tenemos que enfrentarnos, las soluciones nos las impondr¨¢n los dem¨¢s. Para eso es para lo que tiene que servir el sistema pol¨ªtico: para tener una respuesta propia, que no puede desconocer los condicionamientos externos, pero que no tiene por qu¨¦ someterse ciegamente a ellos.
Es obvio que unos Pactos de la Moncloa hoy tendr¨ªan que ser muy diferentes de los que se hicieron en el momento inicial de la transici¨®n, entre otras cosas porque ni la Espa?a ni el mundo de hoy son los de entonces y, sobre todo, porque ser¨ªa necesaria la participaci¨®n como agentes principal¨ªsimos de esos pactos de las comunidades aut¨®nomas, sin las cuales no puede concluirse ning¨²n pacto de Estado del contenido y alcance que hace falta ante la magnitud del problema.
Hasta la fecha la democracia espa?ola ha sido capaz de dar respuesta a los problemas con que la sociedad espa?ola ha tenido que enfrentarse desde el comienzo de la Transici¨®n. Nunca hemos tenido dudas en estos tres decenios largos respecto de nosotros mismos. Esto es lo decisivo. Las cuentas tienen que salir y acaban saliendo por las buenas o por las malas, mediante un pacto pol¨ªtico o con ausencia del mismo. La diferencia es enorme.
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