El honor de los musulmanes
Marine Le Pen, como vengo anunciando, es a¨²n m¨¢s temible que su padre. Los boceras del Frente Nacional contribuyen al triunfo del fascismo de rostro islamista en vez de ayudar a su debilitamiento
Acaban de producirse dos acontecimientos aparentemente menores pero en realidad considerables y sobre los que no tenemos m¨¢s remedio que intentar reflexionar juntos.
El primero ha sido cosa de Marine Le Pen que, como vengo anunciando desde hace semanas, es a¨²n m¨¢s temible que su padre, extremo que acaba de demostrar con su salida sobre los musulmanes, cuyas plegarias en los lugares p¨²blicos le parecen asimilables a una "ocupaci¨®n".
El segundo ha sido ese congreso internacional sobre la islamizaci¨®n de Europa organizado unos d¨ªas m¨¢s tarde, en Par¨ªs, por el grup¨²sculo neonazi que se hizo famoso el 14 de julio de 2002 al intentar asesinar a Jacques Chirac y que, para esta ocasi¨®n, se ali¨® con una pandilla de antiguos trotskistas reunidos bajo el estandarte del portal de Internet Riposte La?que.
Presentar la estigmatizaci¨®n del islam como "respuesta laica" es una burrada
La mayor¨ªa de estos cinco millones de musulmanes solo tienen con el islam una relaci¨®n de pertenencia cultural
No nos cansaremos de repetirlo: presentar la estigmatizaci¨®n del islam como "respuesta laica" es una burrada, adem¨¢s de un insulto a un ideal de laicismo que siempre ha significado, a la vez, la separaci¨®n de lo teol¨®gico y lo pol¨ªtico, y el derecho -una vez operada esa separaci¨®n- a practicar decentemente el culto de cada uno, sea el que sea.
No nos cansaremos de repetirlo: presentar como un "arco republicano", o como una alianza entre "republicanos de las dos orillas", este nuevo acercamiento entre contrarios que lleva a los cabezas rapadas del bloc Identitaire a coquetear con un antiguo lambertista como Pierre Cassen es un escupitajo en el rostro de una Rep¨²blica que, en Montecassino, o en los combates por la liberaci¨®n de Marsella, o en la Bolsa de Colmar -en Alsacia-, frente a la divisi¨®n Das Reich, no tuvo m¨¢s valientes defensores que los padres y los abuelos de estos hombres y mujeres a los que hoy pretenden poner en la picota.
Y, finalmente, contra la tergiversaci¨®n que convierte a cinco millones de ciudadanos en ocupantes en potencia, contra ese acto de una inaudita violencia simb¨®lica que compara una espiritualidad con lo peor, es decir, con el nazismo, es urgente que alcemos nuestras voces para recordar: primero, que la inmensa mayor¨ªa de estos musulmanes son franceses y solo mantienen con el islam una relaci¨®n de pertenencia cultural -vaga o familiar-; y segundo, que, aunque no fuera as¨ª, aunque fueran todos fieles apegados a sus ritos y a sus mezquitas, hay que ser el mayor de los cretinos para ignorar que esta pr¨¢ctica tiene, como las otras, su dignidad; se puede ser jud¨ªo, cristiano, voltariano, ateo o no tener ninguna afinidad particular con el Cor¨¢n y, sin embargo, ser sensible a la grandeza, la moderaci¨®n y el honor del islam cuando bebe de Averroes, Al Kindi, Al Farabi, Al Ghazzali o de Las llaves del misterio de Fakhr ad-Din Ar Razi.
Pero esto ni siquiera es lo esencial.
Pues el que hoy en d¨ªa se libra, en el seno del islam, una batalla pol¨ªtica entre esa herencia de moderaci¨®n y la que alimenta a los predicadores de la yihad; el que hay una guerra sin cuartel entre, por una parte, los partidarios del aggiornamento de una fe que, como los otros monote¨ªsmos antes que ella, se decidir¨ªa a entrar en la era del respeto a los derechos de las personas y, por otra, los art¨ªfices de lo que, si no me equivoco, he sido el primero en llamar "fascislamismo"; el que los primeros son a menudo demasiado t¨ªmidos o, simplemente, demasiado pocos, y el que los segundos, quiero decir los fan¨¢ticos, son los que tienen la sart¨¦n por el mango, son cosas harto evidentes.
Pero confundir esto y aquello, hacer como si no hubiera diferencias entre los defensores de las Luces y los del oscurantismo, o entre los herederos de Massud y los de Bin Laden, o entre los marroqu¨ªes que animan a sus mujeres a ir con el rostro descubierto y los somal¨ªes que las encierran en jaulas de tela, hacer como si el im¨¢n de Drancy leyese el mismo Cor¨¢n que los exaltados que le hostigan y le obligan a vivir bajo protecci¨®n, o como si los musulmanes europeos de Bosnia pertenecieran al mismo bloque (?identitario?) que los adalides saud¨ªes (o iran¨ªes) de la cruzada contra los valores emancipadores que, a sus ojos, representa Europa, en resumen, no diferenciar, dentro del espacio civilizatorio musulm¨¢n, entre los asesinos y los que se resisten a los asesinos, es de una imbecilidad estrat¨¦gica inusitada y solo puede desmoralizar a los resistentes y dar alas a los fan¨¢ticos.
Es cierto que nuestros pir¨®manos acostumbran a hacerlo: ?acaso, en su d¨ªa, Jean-Marie Le Pen no estuvo entre los m¨¢s ardientes partidarios de la dictadura baasista de Saddam Hussein? Y cuando los islamistas del GIA argelino destripaban a las mujeres embarazadas cuya indumentaria les parec¨ªa exageradamente occidental y, a continuaci¨®n, cortaban a sus fetos en rodajas, ?acaso no tom¨® claramente partido por la "chilaba nacional" contra los "jeans cosmopolitas"?
Hoy como ayer, es necesario decir las cosas para que se sepa claramente qui¨¦n es qui¨¦n y qui¨¦n hace qu¨¦ en la batalla que se avecina: porque mezclando lo que habr¨ªa que separar, negando las contradicciones que habr¨ªa que resaltar y ayudar a resolver, ofendiendo a aquellos que, v¨ªctimas de primera l¨ªnea de los locos de Dios, deber¨ªan ser nuestros aliados, los boceras del Frente Nacional contribuyen al triunfo del fascismo de rostro islamista en vez de a su debilitamiento.
(Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva)
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