Liberados del humo
La nueva ley antitabaco ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil de aplicar porque acaba con las medias tintas de la anterior
A diferencia de la vigente ley antitabaco, la nueva que entrar¨¢ en vigor a partir del 2 de enero de 2011 huye de las medias tintas. Su marco de aplicaci¨®n es claro y no deja lugar a dudas: en los espacios p¨²blicos cerrados, en los que, por exigencias de la vida cotidiana, confluyen ciudadanos que fuman y otros que no, el derecho de estos ¨²ltimos a no soportar un da?o que no quieren se impone a la libertad del que quiere fumar. El per¨ªmetro restrictivo a la libertad del fumador se ampl¨ªa a las zonas abiertas contiguas a los centros sanitarios, colegios y parques infantiles por motivos de salud p¨²blica y de ejemplaridad para los menores.
Suele decirse que la libertad de uno termina donde empieza la del otro. Pero el sacrificio que el fumador hace de su libertad, ante el superior derecho del que no lo es a no respirar el humo del tabaco que puede da?ar su salud o matarle -1.500 fumadores pasivos muertos cada a?o, junto a los 50.000 activos-, no implica su supresi¨®n. Quedan amplios espacios p¨²blicos no sujetos a restricciones exigidas por la convivencia y espacios privados donde la voluntad del fumador es omn¨ªmoda y enteramente libre. Son razones de convivencia y de respeto c¨ªvico, y no afanes persecutorios o moralistas, las que justifican leyes antitabaco como la que entrar¨¢ en vigor pronto en Espa?a, y que est¨¢n vigentes en otros pa¨ªses de Europa desde hace a?os. Tampoco lo ha sido el af¨¢n de prohibir por prohibir ante el que algunos han enarbolado esl¨®ganes de corte libertario como "prohibido prohibir", y que han sido el humus ideol¨®gico del boicoteo sedicentemente liberal que comunidades auton¨®micas como la de Madrid han hecho a trav¨¦s del reglamento al desarrollo de la anterior ley.
La nueva ley tiene los objetivos b¨¢sicos de la anterior: defender la salud de los no fumadores (el 70% de la poblaci¨®n), obligados a aspirar el humo ajeno en buen n¨²mero de bares, restaurantes y lugares de ocio, y reducir el consumo. Y lo que se espera es que tenga un ¨¦xito mayor. La tasa de fumadores, aunque poco, ha aumentado: del 29,5% de los mayores de 16 a?os en 2006 al 31,5%. El impacto econ¨®mico de la nueva ley en la hosteler¨ªa y la restauraci¨®n no tiene por qu¨¦ ser negativo -hay estudios y ejemplos pr¨¢cticos que muestran que no lo ser¨¢- y, en todo caso, los trabajadores del sector podr¨¢n librarse de una exposici¨®n al tabaco que en su caso es claramente abusiva y perniciosa para la salud.
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