Una mirada al mar profundo

Al microbi¨®logo I?igo Azua no le da tiempo de avistar cet¨¢ceos, porque cuando consigue salir del laboratorio, donde pasa una media de 14 horas diarias, no llega a cubierta con margen como para contemplar ese espect¨¢culo. Profesor agregado en la Facultad de Ciencia y Tecnolog¨ªa de la UPV, Azua se encuentra a bordo del buque Hesp¨¦rides, que zarp¨® de C¨¢diz el pasado 15 de diciembre, en su primera campa?a oceanogr¨¢fica. Junto a m¨¢s de 250 cient¨ªficos, su equipo se encargar¨¢ de analizar los microorganismos del oc¨¦ano profundo en el marco de la expedici¨®n Malaspina 2010.

Las conexiones con el buque son buenas. Al otro lado del tel¨¦fono, Azua suena cercano, pese a que se encuentra a la altura de Mauritania rumbo hacia R¨ªo de Janeiro, primera etapa de las seis que realizar¨¢n durante la circunnavegaci¨®n al globo, que durar¨¢ siete meses. "Los primeros d¨ªas, las malas condiciones del mar dificultaron el lanzamiento de botellas, pero ya tenemos material para analizar porque hemos cogido muestras desde tres hasta 4.000 metros de profundidad", explica Azua a este peri¨®dico.

"Ya hemos cogido muestras a 4.000 metros", indica Azua desde el 'Hesp¨¦rides'

Seis miembros de la UPV y especialistas de Azti se han sumado al proyecto

Malaspina es un proyecto multidisciplinar encabezado por el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) para analizar el impacto del cambio clim¨¢tico global en el oc¨¦ano, su estado hasta grandes profundidades y la biodiversidad marina. La expedici¨®n, que cuenta con el apoyo de la Armada y de la Fundaci¨®n BBVA, toma su nombre del marino Alejandro Malaspina (1754-1809), quien entre 1789 y 1794 dirigi¨® la primera expedici¨®n cient¨ªfica espa?ola que circunnaveg¨® el planeta.

El equipo vasco que se ha integrado en el proyecto, formado por seis miembros de la UPV y un grupo de investigadores del instituto Azti-Tecnalia dirigido por Javier Irigoyen, se suma a los m¨¢s de 250 investigadores de 19 instituciones espa?olas que participan en la expedici¨®n. El n¨²mero asciende a casi 400 personas si se incluyen los estudiantes e investigadores de las 16 entidades extranjeras asociadas, entre las que se encuentran la NASA, la Agencia Espacial Europea y las universidades de California, R¨ªo de Janeiro, Washington y Viena. En cada etapa suben al buque 37 cient¨ªficos y cada mes se renueva el equipo. La idea es realizar un trabajo rotatorio y de colaboraci¨®n desde mar y tierra.

La iniciativa arranc¨® hace dos a?os con el objetivo de aunar conocimiento en torno a las ciencias marinas en Espa?a. "Existe un n¨²mero importante de grupos de investigaci¨®n de calidad, competitivos a nivel internacional y con buenas investigaciones, pero que se encontraban dispersos. Hab¨ªa que dar con una f¨®rmula para que infraestructuras como los buques oceanogr¨¢ficos fueran utilizados por cuantos m¨¢s cient¨ªficos mejor, para optimizar los recursos", explica Juan Iriberri, catedr¨¢tico de Microbiolog¨ªa de la UPV y responsable del grupo de investigaci¨®n de la universidad vasca implicado en el proyecto.

A bordo del Hesp¨¦rides queda poco tiempo para el ocio y las relaciones sociales. La diana suena a las siete de la ma?ana, a las cinco y media para quienes lanzan las botellas al mar para regoger las muestras. Cada d¨ªa, los investigadores se re¨²nen con el coordinador del proyecto, el bi¨®logo y ocean¨®grafo del CSIC Carlos Duarte, quien detalla las tareas de la jornada siguiente y la profundidad a la que se va a rastrear. "Aqu¨ª no te enteras si es lunes o vienes; se pierde la noci¨®n del tiempo", apunta Azua, quien este a?o pasar¨¢ las Navidades lejos de su esposa y su hija. "No hay mucho tiempo para relacionarse, porque hay que analizar muchas muestras, pero la relaci¨®n con los compa?eros es muy buena. Son cient¨ªficos que trabajan en campos muy diferentes y se aprende mucho. Es una oportunidad ¨²nica", a?ade.

Los miembros de la expedici¨®n van a realizar pruebas en 350 puntos y recoger 70.000 muestras de aire, agua y plancton desde la superficie del mar hasta los 5.000 metros de profundidad. Su objetivo es desarrollar un estudio multidisciplinar, dividido en 11 bloques tem¨¢ticos. As¨ª, medir¨¢n la temperatura, salinidad y concentraci¨®n de nutrientes en las distintas zonas oce¨¢nicas, estudiar¨¢n el intercambio de gases entre oc¨¦ano y atm¨®sfera, el destino del CO2 absorbido por el mar, la influencia de las sustancias qu¨ªmicas en el oc¨¦ano o su posible toxicidad. Tambi¨¦n analizar¨¢n la diversidad y el metabolismo del fitoplancton, el zooplancton y los microorganismos de las profundidades marinas.

Poco se sabe del oc¨¦ano profundo, que parad¨®jicamente, es el ecosistema m¨¢s grande del planeta. Un 70% de las aguas marinas se encuentran por debajo de los 3.000 metros de profundidad. Una de las claves del proyecto es avanzar en el conocimiento de su biodiversidad a escala gen¨®mica y metagen¨®mica. "Creemos que podemos encontrar varias decenas de millones de genes nuevos, con lo que estos hallazgos implicar¨ªan para la medicina, la farmacia o la biotecnolog¨ªa", indica Iriberri.

Parte de las muestras recogidas conformar¨¢n la Colecci¨®n Malaspina 2010, que quedar¨¢ sellada durante 30 a?os a la espera de nuevos desarrollos cient¨ªficos, a modo de c¨¢psula del tiempo, que permitir¨¢ que las siguientes generaciones cuenten con un amplio material para investigar y sobre el que desarrollar otras t¨¦cnicas.