"Ayudando a otros beb¨¦s he asumido la ausencia del m¨ªo"
Llega sonriente al restaurante de comida colombiana que la mantiene atada a sus ra¨ªces porque acaba de darle un sablazo a los de Aguas de Barcelona y por la tarde tiene previsto repetir la jugada con Endesa y Repsol. Catalina Escobar (Bogot¨¢, 1962) lleva casi una d¨¦cada obteniendo donaciones de multinacionales colombianas, norteamericanas y espa?olas para su fundaci¨®n de ayuda a madres adolescentes y beb¨¦s nacidos en condiciones de extrema pobreza. Conoce bien el mundo del dinero -por su condici¨®n de ejecutiva y pertenecer a la ¨¦lite financiera de su pa¨ªs- y conoce tambi¨¦n el dolor de perder a un hijo. Su beb¨¦ Juan Felipe se le escap¨® a la ni?era por la ventana de un octavo piso y Escobar dio un vuelco a su vida.
La empresaria emple¨® su fortuna en una ONG de apoyo a las ni?as madre
Sab¨ªa desenvolverse en las altas finanzas. Capitane¨® la fusi¨®n de bancos y codirigi¨® multinacionales en su pa¨ªs, con un estatus laboral acorde con la estela familiar de potentados locales. Hasta que una noche de 2001, reci¨¦n enterrado su beb¨¦, le pregunt¨® al marido: "?Est¨¢s dispuesto a hacerte cargo del hogar? ?l dijo: 'S¨ª'. Me conoce muy bien y sabe que soy, digamos, intensa", comenta con guasa para explicar que no hubiera aceptado un no por respuesta porque ver c¨®mo ni?as colombianas mor¨ªan desangradas en abortos caseros o violadas, o con un beb¨¦ en brazos al que ve¨ªan apagarse por desnutrici¨®n y falta de medicamentos, se convirti¨® en una obsesi¨®n para ella.
"Me traslad¨¦ a Cartagena de Indias por el trabajo de mi esposo y encontr¨¦ una desigualdad social y una miseria que me asustaron. Es una ciudad peque?a. De pronto me vi con tiempo libre. Me impliqu¨¦ en el hospital de maternidad, paup¨¦rrimo, horrible. Ayudaba en lo que pod¨ªa, pero no era suficiente". Cuando su hijo peque?o sufri¨® el accidente a los 18 meses de vida, vendi¨® su parte en la empresa, recaud¨® fondos y aplic¨® lo aprendido en su trabajo y en los m¨¢steres cursados en Europa, Jap¨®n y en EE UU para gestionar la ONG Fundaci¨®n Juan Felipe G¨®mez Escobar con criterios de rentabilidad empresarial. Y parece que los resultados le avalan. M¨¢s de 3.000 muchachas embarazadas han encontrado en sus instalaciones apoyo sanitario, econ¨®mico y educativo para ellas y sus reci¨¦n nacidos. Y reciben tambi¨¦n ayuda emocional para que recuperen la fe en s¨ª mismas, para que no se vuelvan a dejar pisotear y tomen conciencia de que, si se labran un futuro, ni ellas ni sus hijos tendr¨¢n que soportar humillaciones. Parte ha conseguido ya esa independencia; otras estudian becadas formaci¨®n profesional o en la universidad.
Los gestos de Catalina Escobar denotan seguridad en s¨ª misma y altas dotes de mando. As¨ª que hace valer su condici¨®n de colombiana y llegan a la mesa los callos Mondongo y el postre tres leches. Ante la observaci¨®n de que buenos est¨¢n, pero elegantes no son, dice: "Hay en mi ciudad un restaurante que se llama El Cipote Mondongo [algo as¨ª como El Gran Guiso de Callos] y cuando llevo a mis amigas americanas a cenar preguntan: ?Y de verdad aqu¨ª no se hace algo m¨¢s que comer?", cuenta entre risas. La vitalidad que desprende se debe a que "ayudar a otros beb¨¦s" le ha consolado de la ausencia de Juan Felipe. "La mortalidad infantil en Cartagena ha bajado el 62% en los ¨²ltimos a?os. Algo tenemos que ver con eso ?eh?", dice, orgullosa.
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