Un a?o gris topo
Galicia no existe, solo cargos con las mismas miras que si gobernasen una comunidad de vecinos
Llegadas estas fechas, los que nos dedicamos a esto, a contar lo mejor que podemos aquello de lo que nos vamos enterando, nos ponemos en la tesitura de etiquetar el a?o que finaliza. Y salvo el improbable e indeseable caso de que pase algo especialmente grave en las 24 horas que quedan para dar por liquidado 2010, hay que admitir que el ejercicio de este a?o tiene un encefalograma manifiestamente plano. No es que no haya pasado nada: es que lo que ha pasado es como si no hubiese pasado. En t¨¦rminos de trayectoria humana, no es que hayamos dejado el mundo peor de lo que lo encontramos, pero tampoco lo hemos dejado mejor.
A nivel mundial, poni¨¦ndole ¨¦nfasis, podr¨ªamos adjetivarlo como un a?o negro, por la consolidaci¨®n de la crisis econ¨®mica y por la ausencia de alternativas a la presente o a las futuras. O poni¨¦ndole entusiasmo, podr¨ªamos pensar que fue un a?o dorado, porque el fen¨®meno que surgi¨® de Wikileaks puso de manifiesto lo que todos sospech¨¢bamos, que entre lo que proclaman los Gobiernos y lo que hacen hay la misma relaci¨®n que entre lo que predicaba en el p¨²lpito el padre Maciel, el pederasta que fund¨® los Legionarios de Cristo, y lo que hac¨ªa en la sacrist¨ªa. Aplicando los mismos criterios amplificadores, 2010 pudo ser un a?o negro en Espa?a porque constatamos en carne propia que quienes mandan no son aquellos a los que confiamos nuestros votos, sino eso que gestiona nuestro dinero. O dorado para quienes viven en el planeta f¨²tbol. Pero en Galicia, 2010 fue un a?o gris topo. Doce meses tan in¨²tiles, ¨¢ridos, bald¨ªos y polvorientos como una entrevista a un futbolista, seg¨²n la tan vieja como vigente comparaci¨®n de Raymond Chandler.
En el Gobierno de la Xunta, una vez extinguidas aquellas tracas de coheter¨ªa de la manumisi¨®n de los castellanohablantes aherrojados por cuatro a?os de imposici¨®n galegobipartita, no ha quedado nada excepto el tic de N¨²?ez Feij¨®o de esgrimir la palabra "libertad" con la misma frecuencia y parecidas intenciones que los anuncios de m¨®viles. La trabajada soluci¨®n al tema de las cajas, en la que unos pasaron del laissez faire al intervencionismo, otros del s¨ª al no, y los terceros del s¨ª al pero no as¨ª, ha dado como resultado NovaCaixaGalicia (denominaci¨®n que confirma aquello de que un camello es un caballo dise?ado por un comit¨¦), sobre la que crecen los temores de que pueda acabar no siendo ninguna de las tres cosas, ni nueva, ni caja, ni gallega.
El resto de la gesti¨®n del Ejecutivo se resume en no hacer nada o hacerlo a las apalpadas. Desmontado el perverso reparto e¨®lico bipartito, se ha hecho otro nuevo, igual de recurrible, que pone las cosas y la totalidad de los beneficios donde siempre estuvieron y anula las migajas a las que ten¨ªan derecho los propietarios ¨²ltimos del bien repartido: la sociedad gallega o los due?os de los montes. Incluso, en la fase apalpadas, las contraprestaciones industriales acaban de ser transmutadas de una obligaci¨®n de serie a un opcional, como los asientos de cuero en los coches. Denostada la pol¨ªtica social del anterior Gobierno, ?alguien recuerda alguna medida del actual? ?Qu¨¦ fue de aquellas personas que clamaban en los titulares contra el retraso en percibir las prestaciones por dependencia que la Xunta les deb¨ªa? Y ya puestos a hacer memoria, ?alguien recuerda algo que haya dicho o hecho el conselleiro de Agricultura?, ?alg¨²n intento, sea de ¨ªndole ultraliberal, sovietizante o de mera ocurrencia, de paliar la inexorable agon¨ªa social y econ¨®mica del campo?
Todo ello no es contradictorio con que la Xunta del PP est¨¦ en su mejor momento ("S¨®lo una persona mediocre est¨¢ siempre en su mejor momento", dec¨ªa Somerset Maugham). Lo est¨¢ gracias a que la oposici¨®n ha recuperado uno de los m¨¢s acendrados atavismos de la izquierda: ya que no aportamos las soluciones que demanda la sociedad, d¨¦mosle espect¨¢culo, patadas voladoras internas incluidas. Los socialistas considerando en la pr¨¢ctica que un proyecto propio es innecesario y regresando a la vieja disputa de a ver qui¨¦n manda, si los se?or¨ªos locales o el que est¨¢ en Santiago. Los nacionalistas rescatando el bueno y viejo principio semilatente de que la sociedad es la culpable y ya despertar¨¢ un a?o de estos. En vez de buscar la complicidad de los potencialmente proclives, resucitan sin rebozo el papel del ama de llaves de Rebeca (el de la se?orita Rottenmeier de Heidi? para aquellos cuyas referencias son televisivas, no cinematogr¨¢ficas) para fulminar r¨¦probos.
"Galicia no existe, s¨®lo sus vecinos", dijo Baltar Blanco sin que levantara la voz nadie de los que cobran como si existiera. En efecto, Galicia no existe, s¨®lo cargos con la misma altura de miras que si gobernasen una comunidad de vecinos.
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