La aceituna china
El desaf¨ªo social representa uno de los mayores retos de China. No es fruto de la fatalidad. Desde el inicio de la reforma y hasta la llegada del actual equipo dirigente, la consigna central del Partido Comunista de China (PCCh), angustiado por la autoexigencia de superar a marchas forzadas el bajo nivel de desarrollo del pa¨ªs para preservar su poder, se resum¨ªa en primar la eficacia sobre la justicia. Ello ha generado grandes desequilibrios, mucho m¨¢s profundos de lo esperado. Desde 2002, Hu Jintao ha promovido importantes iniciativas correctoras en esta materia, pero los resultados son m¨¢s bien decepcionantes. La brecha de la desigualdad sigue creciendo, como acreditan, uno tras otro, los informes de la Academia de Ciencias Sociales (ACS).
La brecha de la desigualdad social y econ¨®mica sigue creciendo. Eso pasar¨¢ factura al gigante
Las diferencias en los ingresos urbano-rurales, la proporci¨®n que representan los salarios en el crecimiento del PIB, las asimetr¨ªas en el acceso a los servicios p¨²blicos, etc¨¦tera, son indicios contundentes. El coeficiente de Gini ha superado en China el umbral de alarma, fijado en el 0,4, yendo m¨¢s all¨¢ del 0,5.
Esa condici¨®n cr¨®nica de la desigualdad como caracter¨ªstica del modelo afecta incluso, muy visiblemente, a variables que hab¨ªan logrado mantenerse m¨¢s protegidas, alcanzando a rubros como la educaci¨®n, con una agenda extenuante de problemas que pueden tener un gran impacto futuro.
Un claro reflejo se vive en las universidades chinas, que han experimentado un acusado descenso de las matr¨ªculas de estudiantes procedentes de las zonas rurales. La raz¨®n es fundamentalmente econ¨®mica, pero no solo. Del medio mill¨®n de hijos de trabajadores inmigrantes rurales que viven en Shangh¨¢i, por ejemplo, muy pocos pueden acceder a la educaci¨®n dispensada a los residentes locales al carecer del registro urbano. Esa situaci¨®n se repite en muchas ciudades chinas y abre un foso de dif¨ªcil correcci¨®n en tanto subsistan dichos controles demogr¨¢ficos.
La falta de oportunidades para ascender en la escala social ha ido aumentando de forma dr¨¢stica a medida que los recursos se han ido concentrando en un peque?o grupo de personas. El flujo entre las diferentes clases sociales est¨¢ bloqueado, asegura Ge Daoshun, un experto de la ACS. La extracci¨®n social se ha convertido en un factor determinante, pues solo los acomodados disponen de las conexiones necesarias para mejorar de estatus.
El lento avance de las reformas en materia de distribuci¨®n de ingresos, educaci¨®n, salud, vivienda, etc¨¦tera, es un serio obst¨¢culo para reducir las desigualdades y la clave que explica la falta de oportunidades de los sectores m¨¢s desfavorecidos para mejorar socialmente o el propio aumento de la brecha de la riqueza.
Buscando culpables, no falta quien apunte al mercado, pero en el imaginario p¨²blico la primac¨ªa se atribuye a la corrupci¨®n o la persistencia de determinados monopolios (econ¨®micos o pol¨ªticos), expresando una hostilidad que tiene su fundamento en ese magma de clientelismo y favoritismo que, en numerosos casos, explica la acumulaci¨®n de poderosas fortunas. La gente no se revuelve contra el mercado, sino contra unas autoridades incapaces de corregir sus efectos negativos cuando no son c¨®mplices y sujetos activos con el avieso prop¨®sito de tirar provecho.
La estructura social en China ha experimentado enormes cambios con respecto a la vigente en 1978, pero ni mucho menos est¨¢ asentada del todo. Una vez se haya decantado, la rigidez de su estructura har¨¢ m¨¢s dif¨ªcil la fluidez. Para Ge Daoshun el ideal de sociedad se equipara al de una aceituna: unos pocos arriba, unos pocos debajo y la mayor¨ªa en el medio. La estabilidad y el bienestar dependen, a su entender, de una clase media que deber¨ªa rondar el 60%. Sin embargo, seg¨²n los est¨¢ndares m¨¢s optimistas de la ACS, la clase media en China (con ingresos entre 8.500 y 13.000 euros anuales) no alcanza el 25%.
Pero su magnitud no es el mayor problema. La clase media china tiene muchas debilidades de otro tipo y quiz¨¢s la m¨¢s sobresaliente sea la falta de conciencia c¨ªvica y de compromiso con una normalidad basada en el imperio de la ley y en la defensa de un estatuto de ciudadan¨ªa que destierre cualquier forma de sumisi¨®n autoritaria. La proyecci¨®n pol¨ªtica de esa franja media, cifrada en m¨¢s de 300 millones de personas, es ¨ªnfima y a pocos interesa atribuirle realmente un papel estabilizador que trascienda la dimensi¨®n socioecon¨®mica.
La superaci¨®n de este grave d¨¦ficit estructural demanda grandes inversiones p¨²blicas y el aumento de los ingresos, en especial de los campesinos, desarrollando la agricultura y la econom¨ªa rural. Es una necesidad del propio sistema para fomentar ese mercado dom¨¦stico que compense la dependencia del exterior de la econom¨ªa china, aguda, seg¨²n diagnostica la propia ACS. No obstante, dichos problemas son tambi¨¦n inseparables de la reforma pol¨ªtica, aunque, al hablar de ella, el resultado de la suma de variables con las que el Partido Comunista Chino resume su pulso se define por su car¨¢cter limitante y temeroso. As¨ª las cosas, a Hu Jintao puede pasarle con la reforma pol¨ªtica lo que a sus predecesores en el cargo con la justicia social. Hay olvidos que, tarde o temprano, siempre pasan factura.
Xulio R¨ªos es director del Observatorio de la Pol¨ªtica China.
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