Balance latinoamericano
Am¨¦rica Latina cierra un buen a?o, uno de los menos malos en mucho tiempo. Nos toc¨® un Premio Nobel de Literatura; elecciones equitativas, detalles m¨¢s detalles menos, en varios pa¨ªses; mineros rescatados; una recuperaci¨®n econ¨®mica m¨¢s vigorosa que la esperada, y ning¨²n gran contratiempo pol¨ªtico mayor. Para una regi¨®n acostumbrada al desastre, natural y humano, no est¨¢ mal.
Claro: el terremoto de Hait¨ª se transform¨® en una de las peores tragedias de la historia moderna de la regi¨®n; pa¨ªses como Guatemala, Honduras y Nicaragua se acercan peligrosamente al umbral del narco-Estado fallido, y la guerra optativa de Felipe Calder¨®n contra el crimen organizado en M¨¦xico se cobr¨® m¨¢s de 10.000 muertes adicionales. Pero son excepciones, que no deben distraer la atenci¨®n de las tendencias m¨¢s profundas que las buenas noticias de hoy permiten discernir con mayor claridad.
2010 ha sido un buen a?o para el continente, gracias a 15 a?os de estabilidad econ¨®mica
Segunda gran tendencia: contin¨²a la expansi¨®n de la clase media
La primera tendencia, que obviamente ven¨ªa de atr¨¢s pero que en el 2010 se perfil¨® con mayor nitidez, consiste en la divisi¨®n cada vez m¨¢s tajante y duradera de Am¨¦rica Latina en dos regiones diferentes, separadas por dos formas muy distintas de integraci¨®n a la econom¨ªa global. Con la posible exclusi¨®n de Colombia, que se encuentra a caballo sobre ambas esferas, Am¨¦rica del Sur ha emprendido un camino econ¨®mico internacional radicalmente distinto al de M¨¦xico, Centroam¨¦rica y el Caribe. Sus elevadas tasas de crecimiento en 2010 y su r¨¢pida recuperaci¨®n provienen esencialmente del mismo boom de commodities que dio lugar a la expansi¨®n de 2003-2008, la m¨¢s prolongada e intensa desde la d¨¦cada de los setenta. Gracias a la insaciable demanda china e india de materias primas, alimentos y otros bienes semiprocesados, los pa¨ªses del ¨¢rea bendecidos por una dotaci¨®n extraordinaria de recursos naturales en relaci¨®n a su poblaci¨®n crecen a tasas desconocidas desde hace 40 a?os. Chile y Per¨² con cobre y hierro, la Argentina y Uruguay con soja, Colombia con carb¨®n y caf¨¦, varios con petr¨®leo y Brasil con casi todo, hoy vuelven a la ¨¦poca de oro de justo antes y despu¨¦s de la I Guerra Mundial. Mientras la demanda asi¨¢tica se mantenga, y por tanto los precios de las materias primas tambi¨¦n, estas econom¨ªas seguir¨¢n expandi¨¦ndose. Vale la pena subrayar un dato: incluso Brasil, el exportador de manufacturas m¨¢s importante de Sudam¨¦rica, hoy padece la proporci¨®n de productos b¨¢sicos sobre exportaciones totales m¨¢s alta desde 1978, a pesar de los aviones Embraer y los autom¨®viles Flex.
Estos pa¨ªses crecen, gozan de un comercio exterior e inversi¨®n extranjera diversificados, y su inserci¨®n en la econom¨ªa global es m¨¢s simple y plural que la del resto de la regi¨®n. El principal socio comercial de Brasil y Chile es China, mientras que Estados Unidos,al igual que desde los a?os treinta, no rebasa un tercio de las ventas externas brasile?as, y en ocasiones hasta menos del 20%. Lo mismo sucede con Argentina, Per¨² y Venezuela, que han visto disminuir, por razones medio incomprensibles, sus ventas de petr¨®leo a las refiner¨ªas del golfo de M¨¦xico. Por otro lado, todas estas naciones, unas m¨¢s que otras, reciben inversiones del mundo entero, pero con la excepci¨®n de Uruguay y Ecuador, el turismo y las remesas procedentes de pa¨ªses ricos no pesan. En s¨ªntesis, Am¨¦rica del Sur disfruta ahora las delicias del commodity-boom generado por China e India, depende menos que antes de la econom¨ªa norteamericana y posee una agenda limitada con Washington: el acuerdo de libre comercio de Colombia, la renegociaci¨®n de la deuda argentina, algo de narcotr¨¢fico en Per¨², Bolivia y, nuevamente, Colombia.
La situaci¨®n en M¨¦xico, Centroam¨¦rica y el Caribe es otra. Para empezar, no se trata de exportadores de productos b¨¢sicos: M¨¦xico tiene petr¨®leo, pero este representa un porcentaje m¨ªnimo de sus ventas externas; los pa¨ªses centroamericanos son peque?os productores de az¨²car, caf¨¦, algod¨®n y banano, pero los ingresos generados por dichos productos palidecen comparados con otros. Son -M¨¦xico, m¨¢s que otros- exportadores o maquiladores de confecci¨®n, textiles, autom¨®viles, y en general productos manufacturados o semiprocesados, destinados en gran medida a Estados Unidos. Pero tambi¨¦n son receptores de turismo norteamericano (M¨¦xico, Rep¨²blica Dominicana, Costa Rica), de remesas enviadas por sus migrantes desde Estados Unidos (M¨¦xico, El Salvador, Honduras, Guatemala y Rep¨²blica Dominicana) y ventas o tr¨¢nsito de drogas hacia Estados Unidos (M¨¦xico, Centroam¨¦rica y Rep¨²blica Dominicana).
Estos pa¨ªses no solo poseen una intensa y enorme agenda con Estados Unidos, sino que la soluci¨®n de muchos de sus retos y el desempe?o de sus econom¨ªas se ven estrechamente vinculados a la evoluci¨®n de la econom¨ªa y la pol¨ªtica norteamericanas. Para bien o para mal, pertenecen a un espacio econ¨®mico y social (entre el 10% y el 25% de su poblaci¨®n reside en Estados Unidos) distinto al de Am¨¦rica del Sur, cada vez m¨¢s integrado en Am¨¦rica del Norte. Cuando a Estados Unidos le va bien, a ellos tambi¨¦n; cuando no, a ellos tampoco. Esta divisi¨®n no parece reversible: la Cuenca del Caribe es una; Am¨¦rica del Sur, otra.
La segunda gran tendencia reside en la expansi¨®n continua y tambi¨¦n, aparentemente, irreversible de la clase media latinoamericana. Por distintas razones, en diversos pa¨ªses, en mayor o menor grado, con una precariedad superior o acotada, algunas sociedades de la regi¨®n ya son mayoritariamente de clase media, y otras van que vuelan hacia ese estatus. Los casos m¨¢s notorios son Chile, Brasil, Uruguay y M¨¦xico, donde, a pesar de leves retrocesos debido a la recesi¨®n de 2009, m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n puede y debe ser considerada de clase media, tanto por su ingreso como por su forma de vida y sus niveles de consumo.
Acceso a cr¨¦dito, hipotecario en particular; capacidad de compra de autom¨®viles, televisores de plasma, tel¨¦fonos m¨®viles, vacaciones, seguros m¨¦dicos privados, educaci¨®n superior privada para los hijos; grados de educaci¨®n b¨¢sica e informaci¨®n por un lado lamentables, pero por el otro inmensamente superiores a los de hace 15 a?os; exigencias de seguridad y orden anteriormente inalcanzables: he aqu¨ª las caracter¨ªsticas de la nueva clase media baja latinoamericana, producto de tres lustros de crecimiento econ¨®mico acelerado (Chile) o mediocre pero sostenido (M¨¦xico, Brasil).
De acuerdo con cifras de la OCDE, en 2008, el 53% de la poblaci¨®n mexicana se coloc¨® dentro de la clase media; el promedio de Am¨¦rica Latina fue del 46%. Las cifras de Uruguay son mejores, seg¨²n el club de los pa¨ªses ricos; las de Chile y Brasil ligeramente inferiores, aunque seg¨²n instituciones como la Funda?ao Getulio Vargas, la clase media brasile?a ya alcanza m¨¢s del 55% de la poblaci¨®n. Aunque en varios casos el deterioro econ¨®mico de 2009 puede haber implicado un retroceso, solo una debacle prolongada interrumpir¨ªa esta tendencia: es producto de m¨¢s de 15 a?os de estabilidad econ¨®mica y financiera, de inflaci¨®n controlada y de tasas de inter¨¦s y precios de bienes y servicios cada vez menores.
De esta tendencia se deriva la tercera, igual de trascendente. Esta nueva clase media baja, aunque en ocasiones presa todav¨ªa de la informalidad y la ausencia de protecci¨®n social, con acceso a¨²n a una educaci¨®n deficiente para s¨ª y sus hijos, se ha convertido en la tan demorada y anhelada base social de la democracia en Am¨¦rica Latina. Tiene mucho que perder con aventuras populistas y desequilibrios financieros, con golpes de tim¨®n abruptos y pleitos internacionales, con una ret¨®rica desmedida y una corrupci¨®n rampante. Vota por Gobiernos de centro-izquierda, cuando gobiernan bien, o por reg¨ªmenes de centro-derecha cuando se hartan o se espantan, pero obligan al que sea a mantenerse en la gobernaci¨®n democr¨¢tica, en el centro ideol¨®gico, en la ortodoxia macroecon¨®mica, en la moderaci¨®n internacional y en la sensibilidad social para seguir expandiendo la clase media y seguir reduciendo la pobreza.
No hay garant¨ªas en esta materia: nunca se sabe cu¨¢ndo un nuevo descalabro econ¨®mico, interno o ex¨®geno, lleve a estas clases medias a la desesperaci¨®n. Por el momento, se han transformado en el mejor baluarte de la democracia y la sensatez en Am¨¦rica Latina, dos rasgos que siempre hab¨ªan brillado por su ausencia en la regi¨®n, y que hoy sorprenden por su vigor y omnipresencia. Son como el pesado vallaste, o la quilla profunda de la gran embarcaci¨®n latinoamericana, que por fin parece haber hallado su rumbo.
Jorge Casta?eda, ex canciller mexicano, es profesor de la Universidad de Nueva York y de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico.
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