Del papel a la pantalla

A veces el juicio de las pel¨ªculas queda determinado no por su secuencia cumbre o por el engranaje general de su historia sino por ese momento aparentemente intrascendente que acaba por encender la luz roja de alarma del cr¨ªtico. En No controles, segunda pel¨ªcula del exitoso cortometrajista Borja Cobeaga tras la un tanto sobrevalorada por una parte de la cr¨ªtica Pagafantas, ese instante se produce casi en el desenlace, en una escena donde su protagonista, un joven enamorado con tendencia a la torpeza cobarde en su expresi¨®n sentimental, habla con su padre en un aeropuerto. Un pu?ado de innecesarios planos, torpemente montados tras una puesta en escena deplorable, ilustran la conversaci¨®n, que no es que acabe con la credibilidad del trabajo previo, es que simplemente dan una idea de lo que ha podido ocurrir a lo largo de todo el metraje anterior para que pocas cosas encajen; una idea de lo dif¨ªcil que es a veces trasladar a la pantalla lo que en los folios previos puede ser un gui¨®n de screwball comedy (comedia loca) cl¨¢sica con ciertas posibilidades si se aplica bien el tempo, si la velocidad de los di¨¢logos es la justa, si va acompa?ada de un ritmo y de una imagen puramente cinematogr¨¢ficos y no la de un olvidable programa de humor de la tele, si el movimiento en el interior del plano es constante cuando ello es necesario (Berlanga, para siempre en la memoria).

Pero las esperanzas que pueden otorgar lo que el guionista Cobeaga ha compuesto en el ordenador quedan arruinadas por lo que el director Cobeaga termina tejiendo con la c¨¢mara. Solo hay que fijarse en los variados momentos ambientados en la fiesta de Fin de A?o en el hostal de carretera: muchos personajes, mucho barullo, mucha jarana aparentes... y la imagen de un sketch de programa de televisi¨®n semanal fabricado a toda prisa, con poco gusto y no demasiados medios. Algo que ya ocurr¨ªa en el encuentro inicial de Pagafantas, con la pareja rom¨¢ntica conoci¨¦ndose tras la salida de uno de ellos de un contenedor de basura: una escena de excelente premisa cl¨¢sica, estropeada por una equivocada planificaci¨®n (?y una luz!: ?por qu¨¦ demonios son tan feas las fotograf¨ªas de ambas pel¨ªculas?).

As¨ª, aunque haya un personaje de ¨¦tica y est¨¦tica muy reconocible, capaz de llevarse buena parte de la funci¨®n desde su puesto de secundario (el Juancarlitros interpretado por Juli¨¢n L¨®pez), la visualizaci¨®n de las situaciones, de todos modos escritas con una gracia irregular, casi nunca acaba de funcionar, y quiz¨¢ solo se acabe recordando un gag de aut¨¦ntica carcajada: el del ladrillo, un chiste visual en una pel¨ªcula b¨¢sicamente verbal.

De modo que No controles viene a ser la demostraci¨®n de que poner la c¨¢mara en cualquier sitio y luego pegar los planos no es filmar una screwball comedy, por muy bien escrita que pueda estar (que tampoco es el caso).