Balances del a?o horrible
El presidente del Gobierno y el l¨ªder de la oposici¨®n aprovecharon el pen¨²ltimo d¨ªa de 2010 para exponer ante la prensa los balances del a?o horrible ya transcurrido. Zapatero le ha cogido gusto al papel entre churchilliano (sangre, sudor y l¨¢grimas) y nelsoniano (la invocaci¨®n al cumplimiento del deber por toda la mariner¨ªa) que se vio forzado a asumir durante la noche del pasado 9 de mayo cuando las fuerzas infernales de los mercados internacionales se desataron contra la deuda espa?ola y le obligaron a decretar un severo plan de ajuste, descartado hasta ese momento en nombre de la salida progresista de la crisis. La alusi¨®n al esfuerzo tit¨¢nico desplegado por el Gobierno durante el pasado a?o mantiene el tradicional gusto por la hip¨¦rbole -tomada esta vez de Hes¨ªodo- de la joven generaci¨®n socialista. Fue una novedad, sin embargo, la orgullosa reivindicaci¨®n de las impopulares reformas -"siempre nos la hemos jugado"- llevadas a cabo anteriormente por el PSOE, como la reconversi¨®n industrial de 1983 y la reforma de las pensiones de 1985, episodios mantenidos en discreto silencio por el Gobierno -al igual que la huelga del 14-D- mientras vivi¨® su luna de miel con UGT y CC OO.
Aunque falten 15 meses para las elecciones, esta legislatura se halla pol¨ªticamente vencida
El anuncio de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero de que no adelantar¨¢ las legislativas fue acogido seguramente con alivio por Mariano Rajoy, que se ver¨ªa as¨ª liberado -en el probable supuesto de que gane las pr¨®ximas elecciones- del peso de iniciar su tarea de gobierno adoptando las impopulares medidas todav¨ªa pendientes de instrumentaci¨®n. Conforme se va ensanchando la distancia que separa al PP del PSOE en los sondeos de intenci¨®n de voto, las prisas de los populares para llegar al gobierno, por temor a que cualquier imprevisto coyuntural permitiese la recuperaci¨®n electoral de los socialistas, parecen irse moderando. Y la proclamada intenci¨®n de Zapatero de acometer en los pr¨®ximos meses reformas socialmente tan conflictivas como la edad de jubilaci¨®n, el c¨¢lculo de la cotizaci¨®n de las pensiones y la negociaci¨®n de los convenios colectivos implica para Rajoy la fundada esperanza de encontrarse con todo el trabajo dom¨¦stico hecho cuando alcance la investidura presidencial.
Abstracci¨®n hecha de las necesidades de calendario del Parlamento para cumplir ese programa legislativo, el agotamiento del mandato socialista es un falso problema pol¨ªtico. Aunque todav¨ªa falten te¨®ricamente 15 meses para que los ciudadanos depositen su voto en las urnas y renueven las Cortes Generales, la legislatura se halla pol¨ªticamente vencida. Los comicios auton¨®micos, municipales y forales del pr¨®ximo 22 de mayo centrar¨¢n los esfuerzos propagand¨ªsticos y los comentarios sobre su resultado hasta la entrada del verano. Y el ¨²ltimo trimestre del a?o quedar¨¢ presumiblemente descargado de las habituales negociaciones para aprobar unos presupuestos condenados esta vez a ser rechazados precisamente por la inminencia de las legislativas de marzo de 2012.
Como dos cortejantes que bailan la pava para contraer matrimonio no por amor sino por inter¨¦s, Zapatero y Rajoy se requirieron mutuamente en sus discursos de fin de a?o para sacar conjuntamente a la econom¨ªa de la crisis y afrontar el camino de la recuperaci¨®n. En verdad, solo la colaboraci¨®n entre los dos grandes partidos de ¨¢mbito estatal, ocupantes del 90% de los esca?os del Parlamento, se hallar¨ªa en condiciones de introducir reformas estructurales de car¨¢cter econ¨®mico e institucional capaces de sobrevivir a la alternancia en el poder de socialistas y populares que pauta la vida p¨²blica en la Espa?a democr¨¢tica desde hace 30 a?os.
Si solo contasen los precedentes a la hora de formular pron¨®sticos, habr¨ªa pocas razones -por no decir ninguna- para esperar que esos acuerdos suprapartidistas entre PSOE y PP se lleven finalmente a cabo. La falta de colaboraci¨®n de Rajoy con el Gobierno durante esta legislatura ha bordeado en ocasiones la frontera de la responsabilidad institucional y de la defensa de los intereses nacionales. El boicoteo demag¨®gico del PP al decreto-ley promulgado por Zapatero el pasado mayo para recortar el d¨¦ficit p¨²blico y proteger la eurozona de las embestidas de los mercados fue una pu?alada entre los omoplatos digna de un dram¨®n de capa y espalda. ?Y qu¨¦ decir del cerrojazo dado por los populares -l¨¦ase Federico Trillo disfrazado de Cal¨ªgula- a la renovaci¨®n de los cuatro magistrados del Tribunal Constitucional correspondientes al Congreso a menos que los socialistas acepten el tr¨¢gala de consensuar la impresentable candidatura de su antiguo portavoz en el Consejo General del Poder Judicial?
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