La artista turca Sukran Moral huye a Italia tras ser amenazada de muerte
Una 'performance' de tem¨¢tica l¨¦sbica provoc¨® los ataques de los intolerantes
Sab¨ªa que tener sexo con otra mujer sobre un escenario le iba traer problemas en Turqu¨ªa. Pero no par¨®. Durante la representaci¨®n los espectadores abandonaron la sala del teatro Casa del Arte en Estambul en menos de 20 minutos. Mientras sal¨ªan, Sukran Moral segu¨ªa imperturbable simulando una relaci¨®n l¨¦sbica. Al d¨ªa siguiente llegaron las amenazas en forma de correo electr¨®nico y mensajes de texto. Se retir¨® la obra. A la semana, Sukran Moral hu¨ªa a Roma amenazada de muerte.
Amemus, la obra que oblig¨® a Sukran Moral a escapar de su pa¨ªs hace un mes, es una met¨¢fora sobre la manipulaci¨®n del sexo por las autoridades, pero nadie en Estambul lo entendi¨®. "Hay mucha gente que no est¨¢ preparada para las ideas nuevas", confiesa por tel¨¦fono a este diario desde Italia. Con 48 a?os, "la mujer m¨¢s valiente de Turqu¨ªa", como la han definido algunos, confiesa tener miedo. "Siempre he buscado provocar, pero esta es la primera vez en 20 a?os de profesi¨®n que me tengo que escapar por mi trabajo. Tengo miedo, pero sobre todo de dejar mi obra inacabada".
"Hay mucha gente no preparada para las ideas nuevas", dice a EL PA?S
Su obra es un alegato constante contra los tab¨²s sociales y sexuales
Provocaci¨®n es la palabra que m¨¢s le gusta para definir su trabajo. En 1997, ocho a?os despu¨¦s de la ca¨ªda de la URSS, muchas mujeres llegaban a Turqu¨ªa provenientes de ex rep¨²blicas sovi¨¦ticas para ejercer la prostituci¨®n. Eran las llamadas natashas. Moral recogi¨® esta tem¨¢tica en la obra que le trajo el reconocimiento internacional: Boredello. M¨¢s tarde se colar¨ªa desnuda en un ba?o turco de hombres para grabar Haman. Desde entonces expone en las mejores galer¨ªas de Alemania, Francia, Italia y, desde hace poco, lo hace en el Centro Cultural Koldo Mitxelena de San Sebasti¨¢n.
Se trata de un arte que Moral usa para exorcizar sus demonios, pero tambi¨¦n para enfrentarse a los tab¨²s sociales. "Los pol¨ªticos dicen que el cuerpo debe ser algo puro, que la familia debe estar limpia. No puede haber sudor, ni orina ni heces, tampoco sangre, es hip¨®crita", explica Moral. Pero en Turqu¨ªa, cruzar la l¨ªnea marcada por las autoridades puede ser peligroso, sobre todo cuando no es clara. "Aqu¨ª nunca sabes por d¨®nde van a venir los tiros" asegura. "El a?o pasado expuse una fotograf¨ªa de una mujer desnuda con su vagina abierta y cubierta de sangre, y no pas¨® nada". ?Nada? "Bueno, durante la inauguraci¨®n un hombre se me acerc¨® para increparme. Me dijo exactamente: 'me follar¨ªa eso'. La verdad es que fue un halago hermoso. Era un hombre ignorante, pero me gust¨® lo que dijo. Quiero que la gente quiera follar mi arte".
Su obra, que incluye fotograf¨ªa, escultura, v¨ªdeos o performance, cubre una amplia tem¨¢tica, siempre centrada en los marginados. "Trabajo para mostrar a la gente olvidada por la sociedad: los gais, los locos, pero sobre todo las mujeres. Soy una especie de zorro de la escena" explica. La suya es una denuncia aplicable a todos los pa¨ªses: sin embargo, reconoce que es en Turqu¨ªa donde nace su inspiraci¨®n. Ah¨ª las cifran hablan por s¨ª solas: 200 asesinatos por honor al a?o, una alt¨ªsima tasa de violencia dom¨¦stica -casi el 95% de las mujeres confiesa haber sido v¨ªctima de alg¨²n tipo de violencia-, casi un mill¨®n de ni?os trabajadores...
Su ¨ªmpetu le ha tra¨ªdo la fama, pero tambi¨¦n el discutible honor de formar parte de la lista de artistas e intelectuales obligados a exiliarse de Turqu¨ªa por sus ideas, entre ellos el Nobel de Literatura Ohran Pamuk. Los que se quedan son habitualmente encarcelados, otros acaban muertos en extra?as circunstancias. Por ahora, Moral tiene la suerte de poder refugiarse en Italia, donde estudi¨® en 1994. Pero promete volver y levantar m¨¢s ampollas. "No creo que los artistas podamos permitirnos exiliarnos para siempre. Espero, por el bien de mi pa¨ªs, que nunca se convierta en un lugar del que la gente tenga que huir para nunca volver", concluye.
Babelia
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