"Portugal lo capt¨®: ni soy fadista ni lo pretendo"
Llega a la cita acelerada, desenvuelta, saluda al periodista con una sonrisa infinita que no abandona cuando posa para el fot¨®grafo en pleno centro de Madrid y acata sus peticiones con desparpajo: "Ponte ah¨ª, contra el muro; ladea la cabeza, junta las manos, sep¨¢ralas, dobla una rodilla, est¨ªrala". Unos pocos curiosos se detienen a mirar, extra?ados. "Debe ser una nueva actriz", "o una cantante pop", murmuran.
Mar¨ªa Berasarte, donostiarra de 31 a?os, se mueve con el empaque de una estrella, aunque en Espa?a apenas es conocida; el ¨¦xito lo encontr¨® aqu¨ª al lado, en Portugal, cuando la cr¨ªtica y el p¨²blico se rindieron hace dos a?os a su voz portentosa. Para conquistar el pa¨ªs vecino, donde ya es habitual en los medios y la paran por la calle ("cantara vasca", le dicen), se apropi¨® de su idiosincrasia, la puso patas arriba y grab¨® con Universal Todas las horas son viejas, un disco de fados tradicionales revisitados con su "propio estilo". Y a¨²n riz¨® m¨¢s el rizo: "Los canto todos en castellano".
La cantante vasca, poco conocida en Espa?a, triunfa en el pa¨ªs vecino
Para hacerse una idea de lo arriesgado de la apuesta, equivale a entrar en la casa de otro y cambiarle los muebles de sitio. "Yo no soy fadista", comenta Berasarte sin pesta?ear mientras repasa la carta de un restaurante portugu¨¦s del madrile?o Barrio de las Letras. Sus ojos se detienen en el bacalao mojo, se relame y se lo recomienda al periodista, profano en gastronom¨ªa lusa. Despu¨¦s de ped¨ªrselo en un perfecto portugu¨¦s al due?o del local retoma la conversaci¨®n. "Muchos me preguntan en Espa?a si no es como cantar sevillanas en ingl¨¦s, y yo les respondo que no han entendido nada", dice, tal vez a modo de advertencia, mientras clava su tenedor en un cogollo de los entrantes. "Nuestros vecinos s¨ª lo captaron: ven a una espa?ola que dio al fado la visi¨®n de alguien de fuera, consciente de que ni es fadista ni pretende serlo".
Insiste mucho en este punto. Ahora es la voz de Aduf, algo as¨ª como un supergrupo ad hoc que mezcla m¨²sica celta, africana y flamenca, formado por m¨²sicos lusos de prestigio (entre ellos Jos¨¦ Peixoto), en el que ella es la ¨²nica extranjera. "Canto en portugu¨¦s y he practicado mucho el acento; no hay nada m¨¢s desagradable que alguien cantando en un idioma ajeno, y que se le note".
Habla de su versatilidad, mientras remoja el bacalao en aceite crudo: "Esta ma?ana he estado grabando para un disco de Bach, en Italia particip¨¦ en otro de m¨²sica napolitana... No paro". Planea su segundo ¨¢lbum propio, en el que se desmarca definitivamente del fado: "A¨²n no puedo adelantar nada", dice, enigm¨¢tica, "pero si sale bien puede ser un bombazo. Tambi¨¦n en Espa?a".
Mar¨ªa Berasarte hace tiempo que vive de la m¨²sica. Es una currante que se autoproduce y se apoya poco en su discogr¨¢fica para lograr lo que quiere. "Es mejor hablar de t¨² a t¨² que a trav¨¦s de un representante", asegura. Toca muchos palos, pero tiene una sola premisa, que la define: "Profesionalidad. Cantar es un oficio".
Aunque no es fadista, sabe que le debe mucho a un g¨¦nero que conoci¨® gracias a un novio portugu¨¦s, que ha cantado ante miles de personas y por el que se gan¨® un admirador como el emblem¨¢tico cantante Alex do Carmo. Y remata la entrevista desmontando un t¨®pico: "Se relaciona al fado con la mujer l¨¢nguida. ?M¨²sica triste? ?Si naci¨® en los burdeles del siglo XIX!".
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