Noche de Reyes
He cerrado mi agenda de 2010. Suelo guardarlas y no s¨¦ bien para qu¨¦. Con el tiempo, leo las peque?as notas que tom¨¦ en ellas y se me vuelven indescifrables, como si entrara en la intimidad de una mujer que ya me es ajena. Alguna vez intent¨¦ escribir un diario por la curiosidad de recordar con el tiempo qui¨¦n fui, pero creo, como V. S. Naipaul, que donde uno muestra la verdad acerca de s¨ª mismo es en la ficci¨®n; en las memorias o diarios, uno est¨¢ siempre controlando su imagen. Prefiero dejar que los recuerdos broten por un capricho inesperado del pensamiento. Escribo esto en la noche de Reyes. La m¨¢s evocadora del a?o. M¨¢s triste a¨²n que la Nochevieja cuando no se tienen ni?os chicos. Lejos del tumulto infantil de la Cabalgata que en estos momentos atraviesa la ciudad, toda una procesi¨®n de sensaciones del pasado recorre mi mente e invade esta habitaci¨®n solitaria. El olor de las mu?ecas nuevas, el tacto de su pelo sint¨¦tico, el ruido de sus ojos al abrirse y cerrarse, las p¨¢ginas ¨¢speras de un libro de Historias Selecci¨®n, el tacto cari?oso de unas manoplas, el brillo del charol de unos zapatos que me vienen grandes. Tambi¨¦n est¨¢ el recuerdo de ese fr¨ªo antiguo que nos llevaba a los ni?os a desnudarnos alrededor de la estufa: caliente la cara, fr¨ªo el culo. Y el miedo nocturno a las tres presencias fantasmales, queridas y temidas a la vez, que provocaban el ¨²nico insomnio del a?o, vencido al fin por el poderoso sue?o infantil. Y la extra?a envidia por los juguetes de los chicos, por la complejidad mec¨¢nica de un coche a pilas o de un peque?o scalextric. La superposici¨®n de sensaciones: junto a la alegr¨ªa de lo que se gana, la constancia, ya desde tan chicos, de lo que se pierde. No hay villancico que lo cante m¨¢s claro, "La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va, y nosotros nos iremos, y no volveremos m¨¢s". Por algo el cr¨ªtico ingl¨¦s Cyril Connolly lo citaba siempre como modelo de la verdad que contienen algunas canciones populares. Los a?os se van para siempre, se resumen en unas cuantas notas escritas en una Moleskine roja. Tal vez, como intento de recuperaci¨®n de lo vivido, pueda seguir alg¨²n d¨ªa mi rastro en 2010 por el t¨ªtulo de los art¨ªculos que a menudo anot¨¦ en su d¨ªa correspondiente. Podr¨¦ recobrar el estado de ¨¢nimo en el que los escrib¨ª. Hay algunas opiniones con las que creo que ahora no estar¨ªa totalmente de acuerdo. Pero qu¨¦ importa. ?Ay de aquel que se sienta capaz de firmar sin un m¨ªnimo de incomodidad todo aquello que ha escrito! Creo que s¨ª recordar¨¦ este 2010 por haber sido ese a?o en que todo el mundo aseguraba que lo peor estaba por llegar. La Nochevieja de 2010 ser¨¢ aquella en que los mejores deseos se convirtieron en los peores designios. Tambi¨¦n lo recordar¨¦ por la costumbre ya afianzada de desconfiar de todo aquel que no piensa como t¨². Eso estaba ya en 2009, pero tal vez sea el recrudecimiento de esa inercia lo que ha terminado siendo agotador. Hace unos d¨ªas, sin ir m¨¢s lejos, escrib¨ª una peque?a columna sobre la ley del tabaco. M¨¢s o menos ven¨ªa a decir que la regulaci¨®n antihumo acabar¨¢ prosperando aunque solo sea porque nos iguala a otros pa¨ªses europeos. Bien, entre los muchos comentarios que obtuvo la pieza no falt¨® el del avispado de turno que descubr¨ªa al mundo cu¨¢les eran las razones ocultas de mi posici¨®n: "C¨®mo se nota qui¨¦n te paga". No s¨¦ si se refer¨ªa a EL PA?S, al partido socialista o a los dos. En Espa?a siempre hay un avispado de turno. O tal vez el avispado de turno sea una figura internacional. La mente de los mezquinos trabaja de esta manera, pensando que el que piensa lo contrario no lo hace de manera honrada, sino por razones espurias, porque le untan o por estar a bien con el poder. Es tan barato como decir que todos aquellos empresarios que est¨¢n en contra de las reglas antihumo es porque reciben dinero de las compa?¨ªas tabacaleras. Pero est¨¢ claro, nos hemos acostumbrado a negarle al contrario la honradez en su criterio. Aunque t¨² te empe?es en juzgar cada hecho concreto seg¨²n marque tu conciencia, ser¨¢ un trabajo in¨²til: en el preciso instante en que tu opini¨®n aparezca en una pantalla de ordenador o del viejo papel, los clasificadores ideol¨®gicos la habr¨¢n colocado en su casilla correspondiente. No hay escapatoria. Cada opini¨®n sobre cada asunto que protagoniz¨® cada columna, el matrimonio gay, la familia, la Iglesia, Afganist¨¢n, Cuba, la ley Sinde, la propiedad intelectual, Ch¨¢vez, el humo, Bel¨¦n Esteban, la groser¨ªa verbal, la inercia machistoide, los toros en Catalu?a, las pensiones, la edad de jubilaci¨®n, los labios de Leire Paj¨ªn, el rescate de Grecia, cualquier cuesti¨®n, grave o trivial, defini¨® a quien lo escrib¨ªa no ya s¨®lo pol¨ªticamente, tambi¨¦n como persona. Qu¨¦ poca capacidad de ser honestos e inteligentes les concedemos a quienes no piensan como nosotros. Por eso, para qu¨¦ recordar. Al fin y al cabo, 2011 ser¨¢ igual o, como dicen, peor, y no ya por la crisis, sino porque estaremos a¨²n m¨¢s entrenados en el desprecio. Por tanto, es mejor perderse una noche de Reyes en otros recuerdos: el olor de las mu?ecas o de las p¨¢ginas de un cuento, los nervios de la v¨ªspera, el madrug¨®n impaciente. Son cosas que sucedieron hace mucho tiempo, pero que cada 5 de enero te invaden el ¨¢nimo.
Recordar¨¦ este 2010 por haber sido ese a?o en que todo el mundo aseguraba que lo peor estaba por llegar
2011 ser¨¢ igual o peor, y no ya por la crisis, sino porque estaremos a¨²n m¨¢s entrenados en el desprecio
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