El voto de la decepci¨®n
El Partido Popular mantiene la ventaja sobre los socialistas pese a no desvelar su programa
El Partido Popular mantiene una amplia ventaja sobre los socialistas, que se enfrentan a un previsible hundimiento electoral sin encontrar un discurso ni una estrategia para evitarlo. El vuelco pol¨ªtico que se percibe con respecto a las ¨²ltimas generales tiene su causa fundamental en la gesti¨®n de la crisis econ¨®mica realizada por el Gobierno, que ha provocado el doble efecto de minar su credibilidad y de desmovilizar a su electorado, estimulando, de paso, al de sus rivales.
Estos poco o nada est¨¢n haciendo para merecer el respaldo ciudadano. Tan solo mantenerse a la espera en la convicci¨®n, hasta ahora confirmada por los sondeos, de que el Gobierno perder¨¢ apoyos tanto si se mantiene en la pasividad como si emprende las reformas necesarias para combatir los efectos de la crisis. No est¨¢n en juego programas, puesto que el del Gobierno ha sido cambiante y el de la oposici¨®n, oculto o inexistente. Lo que se dirime es, sencillamente, la continuidad del Ejecutivo, atenazado entre la determinaci¨®n cada vez m¨¢s resuelta de quienes desean desalojarlo y la resignaci¨®n, tambi¨¦n creciente, de quienes lo siguen apoyando. Y todo ello con el trasfondo de una situaci¨®n econ¨®mica sobre la que no se despejan las amenazas.
En un solo vencimiento, Rodr¨ªguez Zapatero est¨¢ pagando en las encuestas la mayor parte de los errores cometidos durante sus a?os de gobierno, en particular a partir del verano de 2007, cuando estall¨® la crisis financiera pronto extendida a la econom¨ªa real. Los criterios que utiliz¨® para formar equipos, unidos a su manera de dirigirlos, le permitieron apuntarse en primera persona los ¨¦xitos mientras estos existieron. Pero le han privado de cualquier parapeto cuando llegaron las dificultades. As¨ª, su horizonte se complica d¨ªa a d¨ªa rumbo a una importante derrota socialista en las elecciones auton¨®micas y municipales que parece ya inevitable.
La eventual victoria del Partido Popular que parecen anticipar los sondeos deja, a su vez, escaso margen para la esperanza. El recalcitrante silencio sobre las medidas que adoptar¨ªa para combatir la crisis augura la persistencia de una pol¨ªtica entendida como simple lucha por el poder, no como formulaci¨®n y ejecuci¨®n de iniciativas para resolver los graves problemas a los que se enfrenta Espa?a. Con la suerte del pa¨ªs en sus manos, el Partido Popular no podr¨ªa escudarse en la inacci¨®n a la espera de que cambie el signo de la situaci¨®n econ¨®mica mundial, ni tampoco aplicar recetas ideol¨®gicas, que son las ¨²nicas desveladas hasta ahora por sus principales dirigentes y portavoces econ¨®micos.
Lo que los populares est¨¢n solicitando de los electores es el mismo cheque en blanco que les reclam¨® Zapatero en 2008, llamando al voto del miedo. Cambiando este por el voto de la decepci¨®n, tal vez los populares lleguen a instalarse en el Gobierno, pero a costa de mantener al pa¨ªs en la desesperanza. La misma que est¨¢ ganando el ¨¢nimo colectivo en estos momentos.
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