Mourinho sabe rectificar
El Madrid acaba por arrollar a un Villarreal muy superior al inicio tras un cambio radical de sistema
El Madrid jug¨® dos partidos ante el Villarreal: empat¨® uno que mereci¨® perder en el primer tiempo y gan¨® en el segundo acto, cuando fue un cicl¨®n y no el equipo de trapo que arranc¨® el encuentro. Mourinho se corrigi¨® a tiempo en el descanso y el Madrid, con otro orden t¨¢ctico y un nuevo voltaje, salv¨® una jornada en la que lleg¨® a angustiarse.
Durante el primer acto, en Chamart¨ªn se vio al Madrid del Camp Nou, partido por el eje, contemplativo ante el f¨²tbol gregario del conjunto de Garrido, que disfruta con la pelota cosida al pie. Como el Bar?a. El equipo de Mourinho sobrevivi¨® con su descomunal pegada, con Cristiano Ronaldo pulverizando r¨¦cords (nadie en la historia del club madridista ha marcado 48 goles en Liga en tan poco tiempo). A partir del descanso, cuando Mou cambi¨® el mecano y el equipo se arm¨® con tres centrales y un dique m¨¢s consistente en el medio, el Villarreal result¨® fulminado.
REAL MADRID 4 - VILLARREAL 2
Real Madrid: Casillas; Sergio Ramos, Albiol (Kak¨¢, m. 70), Carvalho, Marcelo; Xabi Alonso, Lass (Khedira, m. 46); Di Mar¨ªa, ?zil, Cristiano; y Benzema (Gago, m. 80). No utilizados: Ad¨¢n; Garay, Granero y Pedro Le¨®n.
Villarreal: Diego L¨®pez; Angel (Mario, m. 62), Catal¨¢, Gonzalo Rodr¨ªguez, Joan Capdevila; Bruno, Borja Valero, Cazorla, Cani (Oriol, m. 73); Rossi y Marco Ruben (Musacchio, m. 65). No utilizados: Juan Carlos; Matilla, Montero y Altidore.
Goles: 0-1. M. 7. Cani. 1-1. M. 9. Cristiano Ronaldo. 1-2. M. 18. Marco Ruben. 2-2. M. 45. Cristiano. 3-2. M. 79 Cristiano. 4-2. M. 82. Kak¨¢.
?rbitro: Fern¨¢ndez Borbal¨¢n. Expuls¨® a Juan Carlos Garrido, t¨¦cnico del Villarreal (m. 79) y amonest¨® a Benzema, Xabi Alonso, Di Mar¨ªa, ?ngel, Cazorla y Bruno.
77.000 espectadores en el Estadio Santiago Bernab¨¦u.
El choque tuvo un enorme calado t¨¢ctico. Qued¨® en evidencia que el Madrid convencional por el que apuesta Mou tiene muchos costurones cuando se mide a equipos que le hacen un rondo. Le ocurri¨® en el Camp Nou y le pas¨® ayer en el primer tramo. Asociados Bruno, Borja, Cazorla, Cani y Rossi, el Madrid no tuvo lazarillo, perdi¨® de vista la pelota y sus futbolistas se vieron obligados a descomunales esfuerzos. Algunos, porque otros, caso de ?zil y Cristiano, no se remangan sin el bal¨®n en propiedad. Solo se activan para el ataque. Y su t¨¦cnico lo consiente, prefiere rectificar por detr¨¢s y liberarles del tajo.
Con el Madrid hecho cascotes, el grupo de Garrido no fue capaz de cerrar la jornada pese a las ventajas logradas con los tantos de Cani y Marco Ruben. Dos goles que retratan al Villarreal, tan sutil y delicado en su juego. A los amarillos no les falt¨® f¨²tbol, les falt¨® dinamita, ese punto que distingue a los buenos equipos de los grandes ganadores, de aquellos que compiten de forma voraz en las malas y en las buenas. Sin ese punto de contundencia en las dos ¨¢reas, toda la superioridad del Villarreal se vio reducida a un empate. Un milagro para el Madrid, que se fue a la ducha en pie gracias a un cabezazo de Cristiano en el ¨²ltimo segundo.
Lleg¨® entonces el exitoso intervencionismo de Mourinho. Khedira desplaz¨® a Lass y el sistema se alter¨® por completo. Albiol, Carvalho y Sergio Ramos se fijaron como centrales, con Di Mar¨ªa y Marcelo como laterales de largo recorrido y Khedira y ?zil dando abrigo a Xabi Alonso. Fue otro Madrid, nada que ver con el anterior. El equipo adelant¨® muchos metros las l¨ªneas, estrangul¨® a su adversario cerca de su ¨¢rea y el Villarreal qued¨® cortocircuitado. Aquel conjunto de trazo fino de los primeros 45 minutos qued¨® laminado, incapaz de dar dos pases con sentido. El Madrid era un vendaval, con la intensidad que acostumbra pero con las l¨ªneas m¨¢s juntas, con mayor esp¨ªritu gremial. Lograba cada rapto de pelota en el balc¨®n del ¨¢rea de su rival. Era entonces la muchachada del Villarreal la que iba con la lengua fuera, incapaz de achicar un asalto tras otro. Di Mar¨ªa y Marcelo, dimitidos antes, eran un martillo por los costados, Alonso era el gobernador, Khedira era el auxiliar perfecto y CR segu¨ªa a lo suyo mejor arropado.
En la medida en la que el Madrid multiplicaba su ideario ofensivo -con Kak¨¢ por Albiol, Khedira fue central-, el Villarreal fue cavando trincheras, con un central como Musacchio como medio matraca. El Madrid logr¨® que su contrario se desnaturalizara, que se empecinara en ser lo que no es. Cristiano, c¨®mo no, se lo hizo pagar con un tanto muy protestado por los castellonenses, que reclamaron hasta dos fueras de juego en la misma jugada. Pudiera ser, pero todo indicaba que la ca¨ªda del Villarreal, que tard¨® m¨¢s de veinte minutos de dar foco a Casillas en el segundo tramo, era cuesti¨®n de tiempo. En Chamart¨ªn los partidos son muy largos, no basta siempre con dejar huella algunos minutos. Y m¨¢s cuando en el Madrid hay un t¨¦cnico capaz de rectificar, con m¨¢s de un registro. L¨¢stima que tambi¨¦n pretenda intervenir en aspectos tangenciales al juego, que provoque esa casquer¨ªa a su alrededor. As¨ª hizo tras el tanto de Kak¨¢. El portugu¨¦s lo celebr¨® en los morros del banquillo rival, aunque luego justificara que por all¨ª estaba su hijo. A¨²n as¨ª, ¨¦l es un profesional y debe contenerse. Hay otras formas de festejar una victoria tan trabajada y finalmente merecida a la que ¨¦l contribuy¨® de forma decisiva.
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