Tiros
La rara clarividencia del azar ha querido que la puesta en marcha en Espa?a del programa que garantiza la baja laboral con sueldo para los padres de ni?os con enfermedades graves coincida con el atentado contra la congresista dem¨®crata Gabrielle Giffords en Tucson. Nada m¨¢s lejano en sentido y geograf¨ªa que los disparos de un desequilibrado envenenado de odio y un plan de ayuda estatal para ciudadanos que luchan con la grave enfermedad de un hijo. Y sin embargo he ah¨ª un buen ejercicio de relaci¨®n.
Gabby Giffords, como buena liberal de Arizona, defend¨ªa la posesi¨®n de armas y, por m¨¢s que se opusiera a la dura ley de inmigraci¨®n puesta en vigor en su Estado, defend¨ªa restricciones fuertes para la emigraci¨®n y un exhaustivo control de fronteras. Es su apoyo a la reforma sanitaria de Obama el agravante mayor que ya antes atrajo a un tipo armado a un acto suyo y culmin¨® este fin de semana con los disparos a la puerta de un supermercado.
No ser¨ªa justo concluir que el criminal pudiera estar impulsado por las fervientes ideas del Tea Party o por los mapas con diana incluida donde la peleona Sarah Palin se?alaba a los dem¨®cratas que hab¨ªa que sacar de la carrera por el Congreso, como suced¨ªa en el feudo de Giffords. Pas¨® en Olot hace pocas semanas, cuando muchos se?alaron al Gobierno como culpable de que un desesperado ciudadano matara a sus empleadores con la escopeta de caza. Luego hemos sabido que el tipo ten¨ªa m¨¢s dinero en la cuenta que Francisco Camps, al que la presidencia de la Comunidad Valenciana salva a diario de la mendicidad.
No, no es justo sacar conclusiones precipitadas. Los conservadores norteamericanos se han volcado en condenas razonables y tienen presente que el atentado fascista de Oklahoma en 1995 jug¨® contra sus intereses electorales como un maldito bumer¨¢n. Lo doloroso es comprobar c¨®mo una reforma sanitaria puede zarandear los principios ideol¨®gicos de un pa¨ªs hasta enfrentar violentamente a los ciudadanos. Mientras que en un pa¨ªs m¨¢s peque?o y sin importancia ni tan siquiera se celebran los avances en el bienestar familiar que un sistema sanitario p¨²blico logra, demasiado ocupados de deshacer todo lo bueno que gozamos bajo el fragor de la crisis financiera.
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