Un s¨ªmbolo accesible
Algunos piensan que el corredor mediterr¨¢neo es una cuesti¨®n de dinero. No. Nunca lo fue. Ni lo ser¨¢ tampoco en el futuro, no al menos de forma exclusiva. El corredor mediterr¨¢neo es una cuesti¨®n de ideas, de geopol¨ªtica. El corredor mediterr¨¢neo necesita dinero, es evidente. Pero incluso antes que los euros, como condici¨®n previa, necesita ser plasmado en un mapa, entrar en el privilegiado campo de la cartograf¨ªa de la Europa superviviente a esta gran crisis. Hoy, el 12 de enero de 2011, el corredor se enfrenta a un problema mayor que el de su financiaci¨®n: el no encontrarse todav¨ªa en ning¨²n mapa.
Hace siete a?os, el corredor mediterr¨¢neo no entr¨® en el reducido c¨ªrculo de infraestructuras que combinaban una cierta inversi¨®n europea y, sobre todo, una visualizaci¨®n social y pol¨ªtica, un consenso p¨²blico. Ni estaba ni se le esperaba, m¨¢s all¨¢ del esfuerzo de algunos, pocos, por publicitar sus beneficios. Seamos sinceros. Cuando comenzaba la d¨¦cada y con ella el siglo XXI, pod¨ªan contarse con los dedos de una mano quienes defend¨ªamos su necesidad. Un ex ministro de Fomento, de gran actualidad por cierto, ?lvarez Cascos, no lo permiti¨®. Hoy sabemos, gracias a un informe del Tribunal de Cuentas Europeo (diciembre de 2010), que cuando se tom¨® la decisi¨®n de establecer las infraestructuras de transporte transeuropeo, primaron criterios pol¨ªticos derivados de una visi¨®n radial de Espa?a sobre los flujos de entonces y futuros de tr¨¢fico. Ahora, cuando ?lvarez Cascos quiere volver, deber¨ªamos recordarle que no fue un buen ministro para los valencianos (tampoco lo fue en este sentido su sucesora, de id¨¦ntico apellido pero diferente color pol¨ªtico, que jam¨¢s entendi¨® la potencialidad de este eje).
En enero de 2011, el bal¨®n retorna a Europa. Hemos perdido una d¨¦cada, pero este tiempo perdido no es decisivo. La idea de un ferrocarril de ancho europeo que pudiera hacer olvidar a los Pirineos y permitir exportar a las econom¨ªas valencianas (y murcianas y catalanas) se puede rastrear desde los a?os veinte del siglo pasado: hace casi cien a?os. Y sin embargo, aqu¨ª estamos.
El corredor mediterr¨¢neo que hoy se discute en Europa es crucial porque es m¨¢s que una infraestructura esencial para nuestra econom¨ªa exportadora, es un s¨ªmbolo. Para los valencianos, los Pirineos todav¨ªa existen, aunque su frontera se haya desplazado decenas de kil¨®metros al sur, al tramo Castell¨®-Tarragona. Todas las sociedades necesitan s¨ªmbolos de progreso y esperanza. Cuando el ferrocarril llegaba a las ciudades, cuando los canales se inauguraban, cuando las autopistas se abr¨ªan y los nuevos barcos arribaban, todo el mundo entend¨ªa que comenzaba tambi¨¦n un tiempo nuevo. Pero el simbolismo se extiende a otros campos: alianzas sociales y pol¨ªticas con comunidades aut¨®nomas vecinas para conseguir un bien com¨²n (olvidando viejas querellas con Catalunya), realpolitik de empresarios y gobernantes al planificar las necesidades de una empresa y de un pa¨ªs, obra p¨²blica al servicio de la econom¨ªa productiva, visualizaci¨®n del mapa en funci¨®n de los intereses propios de los valencianos...
El corredor mediterr¨¢neo lo tiene todo: hasta el consenso pol¨ªtico, cosa bastante poco frecuente en esta comunidad. Hagamos fuerza todos para conseguirlo.
Josep Vicent Boira es profesor de la Universitat de Val¨¨ncia.
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