Los tiempos de oscuridad
Cuentan los rumores que en uno de los consejos de ministros del gobierno de Felipe Gonz¨¢lez, el entonces ministro de Sanidad, Ernest Lluch, expuso que hab¨ªa encontrado la soluci¨®n para ahorrar en gastos sanitarios: se comenzar¨ªan a recetar medicamentos gen¨¦ricos, algo entonces poco conocido. El entonces ministro de Defensa Narc¨ªs Serra le espet¨®: "Ernest, ?qu¨¦ has hecho? ?Que los americanos no quieren vendernos los F18!". Los gen¨¦ricos tardaron a?os en ser corrientes en Espa?a, pero muy pronto tuvimos los deseados aviones militares. Desconozco la certeza de la an¨¦cdota, pero sirve para introducir lo que Hannah Arendt denomin¨® "los tiempos de oscuridad". Seg¨²n esta autora, si la funci¨®n del ¨¢mbito p¨²blico es la de iluminar un espacio en el que las personas pueden mostrar qui¨¦nes son y qu¨¦ pueden hacer, los tiempos oscuros llegan cuando la iluminaci¨®n se extingue v¨ªctima de una brecha de credibilidad, de un gobierno invisible y de un discurso que no revela la verdad. Max Weber nos mostr¨® c¨®mo hist¨®ricamente a cada sistema de producci¨®n le correspond¨ªa un sistema pol¨ªtico representativo. Por ello, tiene su l¨®gica que nos preguntemos cu¨¢l es la representaci¨®n que corresponde a esta nueva etapa hist¨®rica en la que los ciudadanos disponemos de una tecnolog¨ªa con la que podemos aspirar a controlar al poder con la misma tecnolog¨ªa con que el poder nos controla. Ese control ciudadano habr¨ªa de derivar, idealmente, en articular los contrapesos al poder ejecutivo que ya no realizan los otros poderes tradicionales legislativo y judicial.
Aunque la 'ley Sinde' se ha vendido como una soluci¨®n, es totalmente ineficaz
Adem¨¢s, hay un gobierno invisible del que el anterior poder ejerce de mera cadena de transmisi¨®n. Ya sospech¨¢bamos su existencia pero Wikileaks, la versi¨®n tecnol¨®gica del tradicional quintacolumnismo, ha demostrado y concretado los actos y las personas mediante las cuales el Gobierno espa?ol se ha plegado a los intereses de Estados Unidos. Ser¨ªa muy interesante que el Gobierno nos contara si, en el caso de la ley Sinde, se trata de talgos, energ¨ªa el¨¦ctrica o repsoles de turno en lugar de aviones F18. Se nos habla de descargas y persecuci¨®n de las webs de enlaces, pero las declaraciones p¨²blicas del lobby autotitulado Coalici¨®n de Creadores ya ha amenazado con la persecuci¨®n de los usuarios en el caso de que esta ley no se promulgue. Se nos habla de la necesidad de la ley Sinde para atajar la sangr¨ªa de las descargas, pero un mero documento de Google Docs en el que se escriban unos hiperlinks ya constituye una web de enlaces que los ciudadanos se est¨¢n enviando por correo electr¨®nico. Aunque la ley Sinde haya sido vendida como una soluci¨®n, es absolutamente ineficaz. Solo se habla de pirater¨ªa y de descargas, esto es, de los intereses econ¨®micos de un sector, cuando las descargas son el menor de los problemas de esta sociedad. Los grandes perjudicados en un cambio de modelo econ¨®mico, los autores de 65 a?os, no aparecen por ninguna parte. ?Cu¨¢ntos son??De qu¨¦ viven? Nuestros mayores no figuran en los discursos y cuando lo hacen es para ser usados.
Lo que est¨¢ en juego es el modelo de sociedad que queremos construir: la definici¨®n y positivizaci¨®n de los derechos fundamentales de cuarta generaci¨®n, el uso de la tecnolog¨ªa para el desarrollo de herramientas de control de poder (open government, open data), el uso de las redes para promover una circulaci¨®n de las ¨¦lites en la que se busque una igualdad de oportunidades con independencia del lugar socioecon¨®mico de nacimiento. Y la Ciencia. C¨®mo hacer Ciencia (open access) en tiempo de redes. Esto s¨ª que es riqueza. Disc¨²lpenme que, cuando pienso en nuestros mayores desprotegidos, nuestros derechos humanos, nuestro sistema pol¨ªtico, la igualdad social y la riqueza que genera la Ciencia, lo de las descargas me parezca menos relevante de lo que me cuentan.
Javier de la Cueva es abogado, experto en las relaciones entre derecho y tecnolog¨ªa
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.