Ya era hora
La separaci¨®n en el ejercicio del derecho a la educaci¨®n por alguna de las causas de discriminaci¨®n expresamente mencionadas en el art¨ªculo 14 de la Constituci¨®n, "nacimiento, raza, sexo, religi¨®n u opini¨®n", no puede no ser anticonstitucional. En mi opini¨®n, no solo en la ense?anza p¨²blica o concertada, sino tambi¨¦n en la ense?anza privada.
En la ense?anza p¨²blica o sustentada con fondos p¨²blicos, por supuesto, ya que, adem¨¢s de la prohibici¨®n de discriminaci¨®n del art¨ªculo 14, en la Constituci¨®n hay un mandato a los "poderes p¨²blicos de promover las condiciones para que la libertad y la igualdad sean reales y efectivas", as¨ª como para "remover los obst¨¢culos que impidan o dificulten su plenitud" (art. 9.2 CE). Los poderes p¨²blicos, legislador incluido, no tiene libertad de configuraci¨®n en este punto. La decisi¨®n del constituyente es inequ¨ªvoca.
En mi opini¨®n, tampoco en la ense?anza privada se puede producir una separaci¨®n por raz¨®n de sexo. Las prohibiciones de discriminaci¨®n no son mandatos para los particulares, como lo son para los poderes p¨²blicos, pero s¨ª constituyen l¨ªmites para la autonom¨ªa de la voluntad privada. La autonom¨ªa de la voluntad no puede pasar por encima de una de las causas de discriminaci¨®n expresamente mencionadas. Y m¨¢s cuando estamos ante el ejercicio de un derecho en el que descansa directamente el proceso de formaci¨®n del individuo como ciudadano, y por tanto, indirectamente el derecho de participaci¨®n pol¨ªtica y, por tanto, el proceso de legitimaci¨®n democr¨¢tica del Estado.
Resulta sorprendente que m¨¢s de 30 a?os despu¨¦s de la entrada en vigor de la Constituci¨®n todav¨ªa tenga que reafirmarse un principio que se desprende de la Constituci¨®n de manera inequ¨ªvoca. Y que adem¨¢s es el principio m¨¢s importante para hacer real y efectiva la igualdad constitucional.
Ciertamente las excepciones a la igualdad constitucional en este terreno son m¨ªnimas. Pero ello no las hace menos tolerables, sino todo lo contrario. Cada excepci¨®n es una monstruosidad constitucional, que no puede ser aceptada en una sociedad democr¨¢tica desde ning¨²n ¨¢ngulo desde el que se la contemple.
Bien est¨¢ lo que bien acaba, dice el refr¨¢n. No es exactamente as¨ª. Pero esperemos que, por lo menos, as¨ª sea.
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