?ltima estaci¨®n: el hermetismo

"Tantos piratas viven en el aire / tantos corsarios de la juventud: la patente de corso del pasado / nos saquea las hojas del presente, profanada la fronda del jard¨ªn". Otro: "Y son mis a?os estos nazarenos sin rostro". Y un tercero: "(...) pero ya nuestros ojos, al final del embudo de los tiempos". Podr¨ªa ver el lector, respectivamente, el pasado que devora el presente y el derecho al futuro. O que la vida vivida hasta entonces era falsa o escondida. Y hasta una recapitulaci¨®n vital. Pero en esos bellos versos densos de Rapsodia (Seix Barral), el ¨²ltimo poemario de Pere Gimferrer, no est¨¢ exactamente eso, dice el autor, pero quiz¨¢ s¨ª, sin duda, mucho m¨¢s.

"Ni debo ni puedo pedirle determinadas interpretaciones al lector mientas el poema tenga sentido para ¨¦l", dice el acad¨¦mico mientras ilustra sobre el contexto o las referencias que explican sus poemas. "He de dar por buena toda interpretaci¨®n que alguien vea porque seguro que est¨¢ en el texto", dice Gimferrer de su ¨²ltimo poemario, unitario y en verso libre, tras casi dos a?os de silencio en castellano.

No enga?a. "Tengo la sensaci¨®n de que mi poes¨ªa es hoy m¨¢s herm¨¦tica, menos que Tornado, El vendaval o La llum y m¨¢s que Amor en vilo [ahora reeditada]", confiesa. "Tiene una est¨¦tica que es muy exigente conmigo mismo, todo se basa en el sonido y la imagen", expone como causa de esa impermeabilidad, que antes buscaba eliminando los nexos de asociaci¨®n de ideas de una redacci¨®n primera m¨¢s extensa. "No, ahora esas elipsis ya salen solas, los versos ya vienen as¨ª... pero no es una escritura autom¨¢tica, aunque pocos versos remitan al siguiente".

Sabio, Gimferrer (Barcelona, 1945) juega con el tiempo: "Ha habido muchos poetas herm¨¦ticos que luego han sido le¨ªdos masivamente; Rimbaud es el m¨¢s evidente: empez¨® con una docena de seguidores; al contrario que la novela, la poes¨ªa empieza siempre con pocos lectores y estos se acaban ensanchando: el poema tiene el factor tiempo a su favor y, si es bueno, encuentra a sus lectores, esparce su car¨¢cter vivencial y emocional y deja su hermetismo; es una realidad verbal que no se puede explicar con las palabras que se dice", argumenta sobre la grandeza po¨¦tica.

Tiene un punto Rapsodia de "recapitulaci¨®n". "De m¨ª como persona y como espectador de pintura y tambi¨¦n como poeta, claro, pero ya estaba esto tambi¨¦n en Arde el mar", recuerda. Le cuesta definir un poemario que escribi¨® en apenas seis d¨ªas y que luego retoc¨®, con G¨®ngora, Octavio Paz y Ausi¨¤s March presentes. "No hab¨ªa un prop¨®sito o plan previo del poema", aclara. "Las palabras se iban ordenando en una direcci¨®n que me veo obligado a seguir. Me pasa como a Maiakovski; tengo que sentir el ritmo a partir de unas im¨¢genes y unos sonidos iniciales".

Piensa que un poema es "un absoluto verbal" y cree que, al pedir a la palabra una intensidad po¨¦tica que no se le exige a la vida, "el autor de versos est¨¢ por encima de la persona f¨ªsica". Rapsodia.