El c¨®digo de una tarjeta de cr¨¦dito se puede comprar por dos d¨®lares
Los ciberdelincuentes venden las claves a terceros para evitar riesgos - Los especialistas detectan una media de 63.000 nuevas amenazas al d¨ªa
El c¨®digo de una tarjeta de cr¨¦dito puede costar en el mercado negro del cibercrimen de dos a 90 d¨®lares (de 1,49 a 67 euros). Una tarjeta f¨ªsica se vende a partir de los 134 euros. Las m¨¢quinas duplicadoras de tarjetas cuestan de 149 a 746 euros. Y las contrase?as bancarias se cotizan a partir de los 60 euros aunque pueden llegar a valer 522 con garant¨ªa de que la cuenta tiene saldo. Estos son algunos datos sobre el supermercado del cibercrimen que ha elaborado la empresa de seguridad Panda.
En este informe a nivel internacional, Panda describe la proliferaci¨®n de guerras de precios entre las mafias de los estafadores cibern¨¦ticos y la diversificaci¨®n del negocio. El documento muestra el crecimiento exponencial de los programas maliciosos (malware). "Si hace unos a?os habl¨¢bamos de 500 nuevas amenazas inform¨¢ticas que se creaban al mes, actualmente, nuestro laboratorio anti-malware recibe una media de 63.000 nuevas amenazas diariamente". Y se trata de una cifra que se limita a las amenazas detectadas, no al total de las existentes. Adem¨¢s, desde que en 2003 aparecieron los troyanos bancarios, la t¨¦cnica del polimorfismo (el programa crea sus propias variantes para evitar la detecci¨®n de los sistemas antivirus) se ha impuesto. Pero no solo ha mejorado la tecnolog¨ªa de creaci¨®n de estos programas maliciosos tambi¨¦n el mercado de los mismos. Son mafias organizadas internacionalmente con una jerarqu¨ªa de tareas.
Las mafias ofrecen garant¨ªas sobre la vigencia de los datos robados
Los 'minoristas' usan foros y tiendas en l¨ªnea para lanzar sus ofertas
"Todo comienza", explica el informe, "en las cabezas de los l¨ªderes de la organizaci¨®n, que encargan" las primeras tareas. Pero lo m¨¢s llamativo es que los creadores de estas herramientas no las utilizan ellos directamente para los robos. El negocio est¨¢ en venderlas a terceros. "Si estos cibercriminales ya tienen los datos bancarios, ?no ser¨ªa m¨¢s sencillo que ellos mismos robasen las cuentas y se quedaran con el dinero?", se pregunta el documento. No es lo habitual. "Muchos de estos datos acaban en el mercado negro o bien se distribuyen a comerciantes minoristas que se encargan de su venta". ?Por qu¨¦? Pues "porque es menos arriesgado traficar con los datos que realizar el robo de forma directa. Habitualmente, el delito se comete en un pa¨ªs diferente de donde se consiguen los beneficios: cuantos m¨¢s intermediarios haya en la cadena, m¨¢s se diluyen las pistas para perseguir el delito".
Los minoristas utilizan mensajes en foros y tiendas en l¨ªnea (con identificaci¨®n y contrase?a para el cliente) de dif¨ªcil acceso donde lanzan sus ofertas. La gama de productos es notable. En el caso de la numeraci¨®n de tarjetas, las que proceden de Europa o Asia suelen ser m¨¢s caras que las americanas o canadienses. "Este tipo de numeraciones para Estados Unidos cuestan dos d¨®lares si solo incluye los datos b¨¢sicos y 25 d¨®lares para las est¨¢ndar (40 d¨®lares para las Oro, Platino o Business), con toda la informaci¨®n completa". Los precios suben hasta 90 d¨®lares en Europa (67 euros). Tambi¨¦n se ofrecen tarjetas f¨ªsicas falsificadas. Para un pedido m¨ªnimo de cinco unidades, el precio medio es de 150 d¨®lares (111 euros) al que hay que sumar el coste del pl¨¢stico y de la informaci¨®n sobre el n¨²mero pin.
Tambi¨¦n est¨¢n a la venta falsos cajeros autom¨¢ticos que colocados encima de los l¨ªcitos registran los datos del cliente que los usa. La oferta de contrase?as para acceder a cuentas bancarias se complementa con garant¨ªas sobre el saldo que albergan (desde 20.000 d¨®lares en adelante) y el precio va acorde con el dinero que cobija.
El uso m¨¢s habitual de tarjetas de cr¨¦dito falsificadas es la compra de productos. Pero este tr¨¢mite resulta peligroso para el cliente y los cibercriminales tambi¨¦n se ofrecen para realizar la compra y enviarla posteriormente a cualquier direcci¨®n de manera que la localizaci¨®n del verdadero comprador se hace m¨¢s dif¨ªcil. En las tiendas del ciberfraude tambi¨¦n se ofertan redes preparadas para el env¨ªo de spam (correo comercial no deseado). Dada la competencia entre grupos mafiosos, la bondad de la mercanc¨ªa es algo vital y se multiplican las garant¨ªas que ofrece el vendedor. Hay quien ofrece "pruebas gratuitas de numeraci¨®n de tarjetas de cr¨¦dito, acceso a cuentas bancarias, etc¨¦tera, para probar que su 'g¨¦nero' es de buena calidad, y los que claramente indican que no ofrecen pruebas gratuitas, pero que garantizan su producto (si no funciona, proceden a la sustituci¨®n de los datos por otros)".
El eslab¨®n m¨¢s fr¨¢gil
En la jerarqu¨ªa de la organizaci¨®n delincuente, el ¨²ltimo eslab¨®n y el m¨¢s fr¨¢gil es el del mulero. Seg¨²n explica Luis Corrons, director del laboratorio de Panda, muchas veces la persona utilizada como tal desconoce por completo que est¨¢ metida en una tarea ilegal. "Los estafadores publican ofertas de trabajo en las que simulan ser una compa?¨ªa extranjera que para agilizar el tr¨¢fico de los pagos necesitan un intermediario en aquel pa¨ªs. Este debe suministrar una cuenta bancaria donde la compa?¨ªa recibir¨¢ los pagos. El mulero contratado debe acudir a la oficina, sacar en efectivo la cantidad menos la comisi¨®n y remitirla v¨ªa mensajer¨ªa a la supuesta empresa extranjera. En realidad, la cuenta de la v¨ªctima es utilizada para el cobro de los servicios delictivos. Esta cuenta es lo m¨¢s f¨¢cil de detectar cuando se produce una denuncia y m¨¢s de una vez la polic¨ªa se encuentra con una inocente ama de casa cuando se presenta en el domicilio del titular para detenerlo. Esta ignoraba que fuera un intermediario de los delincuentes".
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