"Mis dos pasiones: llevar la contraria y el erotismo"
La teter¨ªa de Estambul en la que Irfan Sanci nos espera es fea, calurosa y llena de humo, pero tiene unas vistas estupendas. Al entrar, nos ofrece asiento cerca de una ventana desde la que se ve Santa Sof¨ªa. Pide dos t¨¦s y unos pastelitos. Se disculpa por no poder hacer ah¨ª las fotos, ya que el due?o no quiere pruebas de que sus clientes violan la ley antitabaco que el Gobierno aprob¨® hace un a?o. Levanta la mirada y nos dedica una amplia sonrisa; se acaba de librar de nueve a?os de prisi¨®n por difundir escritos obscenos en una serie de literatura er¨®tica que lanz¨® su editorial hace dos a?os.
Bajito y un poco calvo, mira fijamente a su interlocutor cuando habla. Tiene una sonrisa permanente en la cara, incluso cuando se inclina para beber el t¨¦, lentamente y a sorbitos. "Me acusaron de publicar material amoral y susceptible de despertar el deseo sexual", espeta para empezar. Ahora se lo toma a broma, dice, pero durante dos a?os la Direcci¨®n General de Protecci¨®n de la Infancia intent¨® buscarle a ¨¦l y a su traductor un lugar en las abarrotadas c¨¢rceles de Turqu¨ªa.
El editor turco se ha enfrentado a un juicio por publicar "material amoral"
En noviembre, su historia salt¨® a la prensa internacional cuando le fue concedido el Premio Especial de la Asociaci¨®n Internacional de Editores (IPA). En los ¨²ltimos dos a?os, Turqu¨ªa ha censurado m¨¢s de 30 libros y enviado a 27 editores a los tribunales. "Hasta principios de este mes [momento del fallo] Apollinaire no era literatura en Turqu¨ªa, era pornograf¨ªa", explica Sanci, que incluy¨® Las aventuras de un joven don Juan, en su colecci¨®n. En ella est¨¢n adem¨¢s el Kamasutra o La historia de mis pechos, de Monique Ayoun, tambi¨¦n escrutados por el juez.
Lleg¨® al mundo editorial al cerrar el peri¨®dico de izquierdas en el que trabaj¨® hasta finales de los ochenta. "Ser periodista en aquellos a?os no era el oficio m¨¢s seguro. Muchos de mis compa?eros desaparecieron durante el golpe militar de 1980 y en los a?os posteriores, pero ?qu¨¦ le voy hacer?, tengo dos pasiones, llevar la contraria y la literatura er¨®tica". Bebe un sorbo de t¨¦ negro y corrige: "el erotismo". En sus 20 a?os como editor ha estado cuatro veces a punto de entrar en prisi¨®n, todas ellas por editar libros con contenido lascivo.
Publica erotismo porque le gusta. Nadie puede echarle en cara que intente lucrarse con ello: los libros no se venden y los juicios dan mala prensa a su editorial, hasta tal punto que han tenido que idear unas portadas anodinas para que las librer¨ªas accedan a vender su serie er¨®tica. "La represi¨®n del golpe de Estado fue brutal, se quemaron libros y castigaron a los que los ten¨ªan. Eso dej¨® una huella terrible. Si un libro es sospechoso, no se compra", dice mientras muestra la sobria car¨¢tula azul de Co?os, de Juan Manuel de Prada, que tambi¨¦n est¨¢ incluido en la colecci¨®n er¨®tica.
Le encantan las pel¨ªculas de Julio Medem y Elena Anaya. "Una habitaci¨®n en Roma, mi preferida". Cuando le hablamos de Bigas Luna, deja el t¨¦ humeante que bebe sin az¨²car, pide un boli para apuntar el nombre y se guarda la hoja en el pantal¨®n gris de pana que le protege del invierno de Estambul. "Turqu¨ªa ya no es como la imagin¨® Antonio Gala", explica. Parece que Sanci a?ora los tiempos del Imperio Otomano, en los que exist¨ªa gran cantidad de literatura er¨®tica, tanto en Estambul como en Anatolia. "Tristemente, nuestra sociedad ya no sabe de sexualidad ni de juegos previos. ?Qu¨¦ va a saber de erotismo?".
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