Un juez acostumbrado a navegar entre tormentas
La elecci¨®n de Pascual Sala pone por primera vez a un juez de carrera al frente del Tribunal Constitucional, al tiempo que el elegido es el primero que alcanza la tiara o triple corona de presidente del Consejo del Poder Judicial, del Tribunal Supremo y ahora del Constitucional.
Sala tiene una amplia experiencia en cargos de gobierno y ha capeado, un paso por detr¨¢s de su predecesora, Mar¨ªa Emilia Casas, todas las tormentas que han zarandeado al tribunal en los ¨²ltimos a?os, incluida su propia recusaci¨®n por el Partido Popular, basada en una informaci¨®n falsa publicada por el diario El Mundo.
Anteriormente ya le toc¨® presidir el Consejo General del Poder Judicial m¨¢s ingobernable de la historia, con un vicepresidente, Jos¨¦ Luis Manzanares, permanentemente a la contra, y del que formaron parte personajes como los jueces Luis Pascual Estevill o Javier G¨®mez de Lia?o, ambos condenados despu¨¦s por sus haza?as judiciales. Sala forz¨® la dimisi¨®n de Estevill, el juez m¨¢s condenado de la reciente historia penal, cuando era inminente su procesamiento por prevaricaci¨®n, detenci¨®n ilegal y una larga lista de delitos. Al frente del Consejo tambi¨¦n consigui¨® parar la revoluci¨®n de la Sala de lo Civil del Supremo, que acudi¨® una tarde en procesi¨®n a pedirle que plantease al Rey su mediaci¨®n en uno de sus frecuentes conflictos con el Constitucional porque les hab¨ªan revocado una sentencia. Aquel Consejo concluy¨® en una especie de autodisoluci¨®n cuando Sala admiti¨® la dimisi¨®n de seis consejeros, una vez transcurridos siete meses de su mandato sin que el organismo fuese renovado. Mientras tanto, por el Supremo circulaban los casos Filesa, GAL, papeles del Cesid y dem¨¢s esc¨¢ndalos que sacudieron la ¨²ltima legislatura socialista de Felipe Gonz¨¢lez.
La elecci¨®n del progresista puede contribuir a pacificar el tribunal
La elecci¨®n de Sala puede contribuir a pacificar la instituci¨®n, aunque el voto en blanco de su contrincante, Manuel Arag¨®n, alineado con los conservadores, haya deslucido la unanimidad del sector progresista en torno al nuevo presidente. Las malas relaciones entre Sala y Arag¨®n, exacerbadas por las deliberaciones sobre el Estatuto de Catalu?a, hac¨ªan imposible un entendimiento: as¨ª como Arag¨®n no ha votado por Sala, este tampoco lo hubiera hecho por su oponente. Al menos, el desencuentro no ha concluido, como en alguna otra ocasi¨®n, con la presidencia cambiando de bando y cayendo en el sector conservador.
Arag¨®n queda como el gran perdedor de esta crisis, pero su autoridad como catedr¨¢tico de Derecho Constitucional sigue siendo innegable y sumamente necesaria para los asuntos que el tribunal tiene pendientes. En particular, en los recursos contra la ley del aborto y la del matrimonio homosexual, en los que es previsible un cambio de bando del flamante y muy cat¨®lico vicepresidente Eugeni Gay. Al menos en el tema del aborto, Gay ya dej¨® sentada su posici¨®n al votar a favor de dejar en suspenso la norma impulsada por el Gobierno socialista.
La trayectoria de Pascual Sala como magistrado constitucional ha estado inequ¨ªvocamente del lado de las tesis m¨¢s progresistas. Vot¨® a favor de archivar el recurso del PP contra el plan Ibarretxe y las cuestiones de inconstitucionalidad sobre la ley del matrimonio homosexual. Apoy¨® la constitucionalidad del Estatuto de la Comunidad Valenciana y de la ley de paridad electoral, y la sentencia sobre los derechos y deberes de los extranjeros en Espa?a.
Fue ponente de la sentencia que rechaz¨® casi dos centenares de cuestiones de inconstitucionalidad elevadas por jueces y magistrados contra la ley de violencia de g¨¦nero, de la que discreparon cinco magistrados del sector conservador. Menos popular fue la sentencia que absolvi¨®, por prescripci¨®n, a Alberto Cortina y Alberto Alcocer de tres a?os y medio de c¨¢rcel estafa y falsedad en el caso Urbanor.
Sala se posicion¨® a favor de la reforma de la Ley Org¨¢nica del Tribunal Constitucional, que prorrog¨® el mandato de la presidenta Mar¨ªa Emilia Casas y en la sentencia del Estatuto de Catalu?a, vot¨® en contra de llevar al fallo la ineficacia jur¨ªdica del t¨¦rmino "naci¨®n".
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