Salt: del caso a la categor¨ªa
Tiene raz¨®n Iolanda Pineda, alcaldesa de Salt, cuando dice que "no todo pasa en Salt". Lo ocurrido en estos ¨²ltimos d¨ªas en el municipio gerundense no es ¨²nicamente relevante por lo que all¨ª ha ido aconteciendo. Lo es, sobre todo, por lo que tiene de paradigma del gran debate subterr¨¢neo que se est¨¢ librando en torno a qui¨¦n culpamos de lo que nos est¨¢ ocurriendo. Lo es, asimismo, por c¨®mo vamos digiriendo el gran cambio acaecido en pocos a?os en la composici¨®n social del pa¨ªs. Lo es ya que, sin duda, va marcando lo que ser¨¢ uno de los temas estrella en la ya inmediata campa?a para las municipales del 22 de mayo. Como recordaba la propia alcaldesa en su di¨¢logo digital con los lectores de EL PA?S, Salt ha pasado en pocos a?os de tener unos mil inmigrantes a contabilizar m¨¢s de 14.000 en una poblaci¨®n de 40.000 empadronados. Muchos trabajan en Girona o en otros municipios de la conurbaci¨®n que rodea a la capital gerundense, pero viven en Salt. Como ocurre en tantos otros lugares, los problemas son globales, las soluciones parecen locales. Cualquier incidente que en ¨¦pocas de bienestar continuado ser¨ªan an¨¦cdotas m¨¢s o menos significativas se convierte en momentos como los actuales, de incertidumbre y de erosi¨®n generalizada de las condiciones de vida, en ocasi¨®n para desplegar prejuicios y buscar blancos f¨¢ciles en los que cargar sinsabores y desasosiegos.
La Catalu?a de 2020 necesita construirse desde la aceptaci¨®n de la pluralidad y diversidad actuales
Los comentarios de algunos lectores en las webs de los peri¨®dicos que informaron sobre los hechos de Salt demuestran que la problem¨¢tica es mucho m¨¢s general. Algunos aprovechan cualquier ocasi¨®n para sacar toda su bilis y estigmatizar a los inmigrantes identific¨¢ndolos con los delincuentes, exigiendo endurecimiento sin fin de la represi¨®n o postulando la creaci¨®n de milicias populares para castigar sin mediaciones jur¨ªdicas ni policiales a los inmigrantes delincuentes. Da igual que los datos nos hablen de mezcla de "nacionales" y extranjeros en los incidentes, da igual que se constate la presencia de elementos de la extrema derecha azuzando y provocando. Todo se simplifica si usamos la divisoria nosotros y ellos. La mala noticia es que una gran parte de las fuerzas pol¨ªticas democr¨¢ticas, en vez de combatir sin tregua esas manifestaciones que subvierten la convivencia, prefieren seguir la corriente. Un concejal de CiU en Reus habla de la superioridad de los valores occidentales. Algunos alcaldes socialistas presionan para que se discrimine negativamente a los inmigrantes en sus procesos de inserci¨®n o de reagrupamiento si cometen faltas o son objeto de sanciones. Y los del PP, m¨¢s desinhibidos, hablan ya de certificados de buena conducta espec¨ªficos para inmigrantes. Cuando la preocupaci¨®n por los votos aprieta, van acab¨¢ndose el buenismo, las palabras huecas y las buenas maneras de lo "pol¨ªticamente correcto". El debate sobre la situaci¨®n de los inmigrantes en Catalu?a es, de hecho, un debate sobre en qu¨¦ sociedad queremos vivir. No tiene nada de cultural ni de antropol¨®gico. Es puro conflicto social y pol¨ªtico. Y est¨¢ en marcha en toda Europa.
Hace unos d¨ªas se present¨® en el CCCB el libro editado por Pep Subir¨®s Ser immigrant a Catalunya (Edicions 62). La virtud del volumen es que hay poca interpretaci¨®n y mucha voz directa de los que, viniendo desde muy lejos, han decidido quedarse a vivir en Catalu?a. Lo que queda claro es que hay un punto de partida fundamental para encarar el tema: la acomodaci¨®n de unos y otros no vendr¨¢ por un proceso unilateral de adaptaci¨®n de los reci¨¦n llegados a las leyes y costumbres del pa¨ªs, sino a trav¨¦s de un proceso continuo de reconocimiento, intercambio y aprendizaje mutuo, con normas y pr¨¢cticas compartidas, con derechos y deberes iguales para todos. La Catalu?a de 2000 no pod¨ªa entenderse sin la aportaci¨®n y los cambios provocados por la inmigraci¨®n de los a?os sesenta. La Catalu?a de 2020 necesita construirse desde la aceptaci¨®n de la pluralidad y diversidad actuales. El conflicto es social y pol¨ªtico. Y las elecciones del 22 de mayo apuntan a un enrarecimiento general de la convivencia. Entendi¨¦ndolo as¨ª, SOS Racisme convoca para el 19 de marzo un gran acto en Barcelonapor la democracia y contra el racismo. A¨²n estamos a tiempo.
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