Delaten, no se priven
Olv¨ªdense de que soy fumador y de que, como dije la semana pasada, la nueva ley antitabaco me parece fascistoide en s¨ª misma y atentoria contra las libertades. La batalla ya la hemos perdido, y la mayor¨ªa de quienes encendemos pitillos somos m¨¢s educados y civilizados que quienes llevan a cabo sus feroces campa?as contra nosotros. Acataremos la ley y supongo que pisaremos bares y restaurantes con menos frecuencia de lo que sol¨ªamos. S¨®lo se nos permite consumir un producto legal, con el que el Estado espa?ol se ha forrado durante siglos y se sigue forrando, en nuestras casas y a la intemperie. Saldremos poco. Cada vez que se nos invite a un domicilio, preguntaremos antes si se nos permitir¨¢ fumar en ¨¦l, y si la respuesta es "No", no iremos. Ni a cenas ni a fiestas ni a tomar un caf¨¦. Los fumadores y los no fumadores estaremos cada vez m¨¢s divididos, posiblemente dejaremos de tratarnos. Ahora que la ignorante Leire Paj¨ªn y su padrino Zapatero preparan una Ley Integral de Igualdad de Trato y No Discriminaci¨®n, con la que esa puritana pareja pretende "que no se humille a nadie y que nadie pueda sentirse humillado", deben saber que no hay mayor hu-
No hay mayor humillaci¨®n para un 30% de la poblaci¨®n que verse excluidos por tener un vicio
millaci¨®n, para un 30% de la poblaci¨®n -unos 14 millones de individuos, nada menos-, que verse excluidos de la sociedad por tener una costumbre -o un vicio, tanto da- a la que el propio Estado al que representan nos ha alentado durante d¨¦cadas, en su beneficio y en el de la Sanidad de todos, que se paga en buena parte con los impuestos del tabaco.
Pero olv¨ªdense de esto. Lo que resulta m¨¢s repugnante de todo el asunto es la actitud de los susodichos ahijada y padrino, que una vez m¨¢s han demostrado que ni son de izquierdas ni tienen la menor idea de lo que es un sistema democr¨¢tico, al haber instigado a los ciudadanos a comportarse como lo que no son ni tienen por qu¨¦ ser, excepto en los reg¨ªmenes totalitarios. Paj¨ªn y Zapatero habr¨ªan estado a gusto en la Espa?a de Franco, en el Chile de Pinochet, en la RDA de la Stasi, lo estar¨ªan en la Venezuela de Ch¨¢vez, en la Cuba de Castro y en el Ir¨¢n de Ahmadineyad, lugares en los que se conmin¨® o se conmina a los particulares a ejercer de polic¨ªas y chivatos y a delatar al vecino, a que todos formen parte indirecta de los Guardianes de la Revoluci¨®n o como se llamen en cada sitio. Da lo mismo de lo que se trate en cada caso: aqu¨ª es impedir que las mujeres muestren un mech¨®n de cabello, all¨ª que nadie se aparte de la doctrina bolivariana, m¨¢s all¨¢ -en nuestro pa¨ªs, durante cuarenta a?os- que haya "desafectos" o "tibios" y que queden impunes los "enemigos del R¨¦gimen".
Elvira Lindo ve exagerado hablar de "represi¨®n" o "totalitarismo" ante una cuesti¨®n tan menor como el tabaco, y nos pide que dejemos esos t¨¦rminos "para cuando de verdad hagan falta". S¨®lo puedo responderle que, para que de verdad no hagan falta -para que alguien no pueda ir a la c¨¢rcel por cualquier estupidez, o porque se les antoja a los gobernantes-, hay que se?alar en seguida todo indicio de autoritarismo, por balad¨ª que sea el asunto. Y puede que la libertad de fumar sin causarle da?o a nadie -es decir, s¨®lo entre fumadores voluntarios, lo ¨²nico a lo que hemos aspirado- sea balad¨ª. Pero no lo es, en cambio, que Zapatero y Paj¨ªn insten a los ciudadanos a actuar como delatores. Entre denunciar y delatar hay algunas diferencias, pero la principal es esta: el que pone una denuncia contra alguien ha de hacerlo a cara descubierta, firmando con nombre y apellidos, entre otras razones para que el acusado pueda defenderse y exigir al denunciante que pruebe sus cargos o se atenga a las consecuencias; el que delata lo hace a escondidas y an¨®nimamente, sin arriesgarse siquiera a que el delatado le retire el saludo y sin verse obligado a demostrar nada. El delator es un ser despreciable, lo saben hasta los ni?os, y fomentar la delaci¨®n es fomentar la difamaci¨®n y la cobard¨ªa, lo que han hecho Zapatero y Paj¨ªn. El primero, adem¨¢s, ha a?adido cinismo, permiti¨¦ndose decir que su ley "no es prohibitiva, sino preventiva". A¨²n me acuerdo de cuando prometi¨® que no cambiar¨ªa, en 2004. Parec¨ªa, por entonces, m¨¢s persona que el resto de sus colegas.
Por si todo esto no bastara, varias asociaciones se han ofrecido a tramitar las denuncias de los delatores vocacionales, para que puedan conservar a¨²n mejor su anonimato y no se tomen molestias. Una es Facua, que ejerce as¨ª de comisar¨ªa, lo mismo que Nofumadores.org, de la que no esperaba menos: har¨¢ cosa de un a?o, su Presidenta, Raquel Fern¨¢ndez Megina, me escribi¨® una carta insinuando que, puesto que me opon¨ªa a la ley en ciernes, acaso estuviera pagado por las tabacaleras. Una de las cartas m¨¢s mezquinas que he recibido en mi vida, y les aseguro que ya llevo unas cuantas. Le contest¨¦ recomend¨¢ndole que, antes de hacer semejante insinuaci¨®n, se informara de a qui¨¦n se la hac¨ªa, porque, en lo relativo a aceptar dinero, yo no lo acepto ni del Estado, gobierne quien gobierne, y por eso declino siempre hasta las m¨¢s inocuas invitaciones del Ministerio de Cultura o de los Institutos Cervantes. Pero es el franquismo redivivo, lo que estamos padeciendo: si alguien se opone a algo, no es porque est¨¦ en desacuerdo, sino porque est¨¢ "comprado". Entonces era por el oro de Mosc¨², se acordar¨¢n algunos. Ahora es por la industria tabaquera, o por las ganader¨ªas si se defienden las corridas. Creer eso, o decirlo, es t¨ªpico del pensamiento totalitario: s¨®lo pueden discrepar de m¨ª, que estoy en posesi¨®n de la verdad, quienes est¨¢n sobornados. Del¨¢tenlos an¨®nimamente, no se priven. Ya se sabe que, de las calumnias, siempre algo queda.
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