La espiral de la crispaci¨®n
En nuestra democracia se vienen alternando en el poder dos partidos: PSOE y PP. Obviamente, toca al partido en la oposici¨®n ser cr¨ªtico con el partido gobernante, se?alarle sus aciertos y errores y mostrarle que existen otras soluciones v¨¢lidas.
Irremediablemente, se producen dos efectos: 1?) La cr¨ªtica, al ser ejercida por el partido opositor y ser rechazada las m¨¢s de las veces por el Gobierno y Parlamento -cosa demostrada en la mayor¨ªa de las leyes aprobadas-, va acumulando impaciencia y desespero en el PP. 2?) T¨¢cticamente el PP ha optado por asumir la estrategia que m¨¢s le conviene para socavar la val¨ªa y confianza en el Gobierno: no reconocerle nada de lo bueno hecho, negarle todo elogio, machacar que va de fracaso en fracaso, sustraerle toda colaboraci¨®n y agitar la matraca de que todo se debe a la incompetencia absoluta de Zapatero, quien genera el caos, la proliferaci¨®n de todos los males y problemas, sin que le quede m¨¢s salida que irse. Este clima psicosocial no es natural, ni responde a una visi¨®n ajustada de la realidad, pero es el que con sectarismo y mala fe se inocula d¨ªa a d¨ªa en la ciudadan¨ªa, generando una espiral creciente de malestar, de desconfianza y hasta de airamiento p¨²blico contra el presidente y su Gobierno.
El Gobierno tiene que gobernar. Lo ha hecho bien en muchas cosas y en otras no lo ha conseguido, aunque lo intenta. Pero el PP se ha propuesto no ayudarle en nada, simplemente porque es ahora cuando, al abrigo de la crisis que huracanea en toda Europa, puede m¨¢s confundir y enga?ar al pueblo y demoler al Gobierno. Esto se llama, en romance paladino, pol¨ªtica partidista y no del bien general, postergaci¨®n absoluta del bien y derechos del pueblo frente a los intereses y ambiciones del partido, que nunca como ahora -encuestas cantan- les dicen tenerlo a la mano. P¨¦sima oposici¨®n, lamentable para el presente y futuro de Espa?a y escasa esperanza de que los problemas reales podamos afrontarlos todos con m¨¢s imparcialidad y sensatez.
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