Norman Foster, huida hacia la cima
Una biograf¨ªa dibuja el humilde origen y la tremenda ascensi¨®n del arquitecto - Grandes obras maestras, pero tambi¨¦n algunos fracasos configuran su carrera
Norman Foster naci¨® en el lado equivocado de las v¨ªas que separaban el centro de Manchester de los h¨²medos suburbios. Hijo de una camarera y del due?o de una tienda de empe?o, el arquitecto creci¨® con la ambici¨®n de huir de su suerte y con la desaz¨®n de discrepar del conformismo de sus padres. Robert y Lillian Foster estaban orgullosos de que su ¨²nico hijo consiguiera trabajo en el Ayuntamiento tras hacerlo en una panader¨ªa y en un garaje. Corr¨ªa el a?o 1957 y Foster ten¨ªa 22 a?os. La familia ascend¨ªa socialmente, pero tantas horas encerrado ahogaron pronto al joven.
No hab¨ªa tel¨¦fono en casa de los Foster. Tampoco libros. La televisi¨®n no exist¨ªa. Le¨ªan el Manchester Evening News. Foster no fue un chico alegre. Viv¨ªa con la sensaci¨®n de estar siempre fuera de sitio: sab¨ªa demasiado para jugar con los chicos de su barrio pero no lograba codearse con naturalidad con sus compa?eros de instituto. Una fotograf¨ªa en blanco y negro retrata a la familia en aquellos a?os. Con sus mejores galas, posan sobre un puente. Sus padres, devotamente entregados, malviv¨ªan de trabajos mal pagados. "Ellos fallaron en lo que trataron de hacer con sus vidas. ?l no iba a hacer lo mismo", escribe Deyan Sudjic en Norman Foster, arquitectura y vida (que la editorial Turner pondr¨¢ a la venta en marzo). Arquitecto y director del Design Museum de Londres, Sudjic retrata a un hombre con una circunstancia de tan escaso futuro que se ve abocado a convertirse en un personaje del futuro.
Es hijo de una camarera y del due?o de una tienda de empe?o
Am¨¦rica le permiti¨® escapar de la frustraci¨®n que sent¨ªa en Inglaterra
Sus "obras torpes" pudieron deberse al miedo a problemas financieros
Su bi¨®grafo: "De ninguna manera se trata de un hombre de izquierdas"
Am¨¦rica era el lugar que le permitir¨ªa escapar de la frustraci¨®n que sent¨ªa en Inglaterra: "En Am¨¦rica uno puede borrar el inc¨®modo pasado y empezar de nuevo. El ¨¦xito all¨ª depender¨ªa solo de su talento. Ir era reinventarse". Tanto el azar que lo llev¨® a ser arquitecto -cuando un psic¨®logo sugiri¨® que buscara empleo en "algo creativo"- como el empe?o en serlo -copiando por la noche los dibujos de sus compa?eros en la firma donde trabajaba como administrativo- est¨¢n presentes en el libro. Tambi¨¦n lo est¨¢n la decisi¨®n de no ser piloto por no tener dinero para comprar un aeroplano, el hueco que supo encontrar en la descuidada arquitectura industrial, su asociaci¨®n y matrimonio con Wendy Foster, el primer estudio-vivienda en Hampstead -donde un caj¨®n cubr¨ªa la cama para mostrar los proyectos- y la muerte de Wendy cuando realizaban el Hong Kong and Shanghai Bank, el rascacielos que lo lanz¨® internacionalmente en 1985. Igualmente, el c¨¢ncer que padeci¨® Foster se desvel¨® -en la edici¨®n inglesa de esta biograf¨ªa- por primera vez.
Los dos aspectos de la naturaleza de Foster, la clarividencia y el pragmatismo, organizan una biograf¨ªa que, como la propia vida del arquitecto, tiene dos mitades: el camino hacia la cumbre y la vida en la cima. El camino es, evidentemente, mucho m¨¢s interesante. Tal vez por eso, la pregunta que Sudjic no logra contestar es qu¨¦ hizo que su biografiado "pasara de producir pocas obras maestras a levantar muchos edificios de calidad, pero tambi¨¦n algunas obras torpes". Desde Londres, Sudjic explica que "pudo ser el miedo a afrontar problemas financieros".
Precisamente porque la huida, m¨¢s que la ambici¨®n, est¨¢ presente en la primera mitad de esta biograf¨ªa, sorprende que, tras una tit¨¢nica escalada vital, Foster nunca se haya preocupado de cuantos quedaron atr¨¢s, en el lado equivocado de la v¨ªa. No le ha interesado hacer arquitectura para los pobres. "Algo hizo", matiza Sudjic. "En Milton Keynes levant¨® unas viviendas sociales que fueron un fracaso t¨¦cnico. Pero... de ninguna manera se trata de un hombre de izquierdas".
S¨ª parec¨ªa serlo cuando se preocup¨® de que en el Banco de Hong Kong, los oficinistas tuvieran luz natural. Los 50.000 obreros que levantaron en un tiempo r¨¦cord su aeropuerto de Pek¨ªn, el mayor del mundo, no corrieron la misma suerte. El libro describe con sutileza pero con datos esas contradicciones. En la segunda parte, la velocidad es de v¨¦rtigo. Los proyectos proliferan a escala mundial y hasta que el arquitecto toma las riendas financieras de su empresa, ¨¦sta pierde dinero. Es la vida de un fen¨®meno y hay pocas palabras para lo personal. Apenas una frase para su segundo matrimonio y poco m¨¢s de un p¨¢rrafo para las virtudes de Elena Ochoa.
Fue Foster quien invit¨® a Sudjic a escribir su biograf¨ªa. ?ste acept¨® porque lo considera "un hombre extraordinario que ha conseguido logros extraordinarios". Tambi¨¦n porque nunca hab¨ªa escrito biograf¨ªa. El resultado es el intento del autor de comprender lo que Foster quiere. Qu¨¦ le ha dado la energ¨ªa y la motivaci¨®n para hacer lo que ha hecho. Y la respuesta parece estar m¨¢s en la huida que en la cima.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.