Qu¨¦ esconde el boicot contra Israel
La h¨¢bilmente orquestada campa?a 'Boicot, Desinversi¨®n, Sanciones' (BDS) emprendida contra el Estado israel¨ª, es falaz, belicosa y antidemocr¨¢tica y contraviene las leyes del derecho internacional
Ya que hay que poner los puntos sobre las ¨ªes, pong¨¢moslos.
Evidentemente, nunca he presionado a nadie para cancelar el mitin en apoyo a los partidarios del boicot contra Israel convocado en la Escuela Normal Superior y al que estaba previsto que asistieran Leila Shahid y St¨¦phane Hessel, entre otros.
Hubiera sido absurdo, pues, dado que, tanto por temperamento como por convicci¨®n, creo en la fuerza de las ideas y, a¨²n m¨¢s, en la de la verdad, en esta clase de circunstancias siempre soy partidario del debate, del choque de opiniones e incluso del enfrentamiento de convicciones, pero no de la censura.
Y el hecho es que, por el contrario, en esta ocasi¨®n particular, es decir, en el caso de esta campa?a BDS ("Boicot, Desinversi¨®n, Sanciones") que iba a ser el eje del mitin de la Escuela Normal, me habr¨ªa gustado poder dirigirme a los interlocutores de buena fe para presentarles textos, hechos y, en el fondo, evidencias que, seg¨²n parece, han pasado por alto y prueban que estamos ante una campa?a h¨¢bilmente orquestada, pero falaz, belicosa, antidemocr¨¢tica y, para no callarme nada, completamente infame.
La campa?a solo tiene un objetivo real, asumido y bien madurado, y es deslegitimar a Israel Uno de los iniciadores del movimiento, Omar Barghouti, afirma que su meta no son dos Estados, sino dos Palestinas
?Por qu¨¦?
Primero, porque se boicotea a los reg¨ªmenes totalitarios, no a las democracias. Se puede boicotear a Sud¨¢n, culpable de haber exterminado a una parte de la poblaci¨®n de Darfur. Se puede boicotear a China, culpable de violaciones masivas de los derechos humanos en el T¨ªbet y en otros lugares. Se puede y se deber¨ªa boicotear al Ir¨¢n de Sakineh y Jafar Panahi, cuyos dirigentes hacen o¨ªdos sordos al lenguaje del sentido com¨²n y el compromiso. Incluso podr¨ªamos imaginar, como anta?o con la Argentina de los generales fascistas o la URSS de Breznev, un boicot contra ciertos reg¨ªmenes ¨¢rabes en los que la libre expresi¨®n de los ciudadanos est¨¢ prohibida y, si hace falta, se reprime a sangre y fuego. Pero no se boicotea a la ¨²nica sociedad de Oriente Pr¨®ximo en la que los ¨¢rabes leen una prensa libre, se manifiestan cuando lo desean, env¨ªan diputados al Parlamento y disfrutan de sus derechos civiles. No se boicotea, se piense lo que se piense de la pol¨ªtica de su Gobierno, al ¨²nico pa¨ªs de la regi¨®n -y m¨¢s all¨¢ de la regi¨®n, a uno de los pa¨ªses del mundo, por desgracia no tan numerosos- en el que los electores tienen el poder de sancionar, reorientar o derribar al mencionado Gobierno. De tal modo que presentar como fuente de su "principal indignaci¨®n" el funcionamiento de una democracia que, como todas las democracias, es por definici¨®n imperfecta pero perfectible (y, en cambio, no decir ni una palabra sobre los millones de v¨ªctimas de las guerras olvidadas de ?frica, sobre la caza de cristianos en Oriente o, no hace tanto, sobre la masacre de los musulmanes de Bosnia) es, en el peor de los casos, indigno, y en el mejor, profundamente est¨²pido.
Segundo, porque en realidad esta campa?a de boicot pasa ol¨ªmpicamente de las posiciones del Gobierno del se?or "X" o de la se?ora "Y". No sabe nada, ni quiere saberlo, sobre lo que piensan los ciudadanos israel¨ªes -por ejemplo, acerca de la reanudaci¨®n de los asentamientos en Cisjordania-. Le importan un bledo las exigencias, par¨¢metros y condiciones reales de la paz entre los ciudadanos en cuesti¨®n y sus vecinos palestinos. Y estos ¨²ltimos, sus aspiraciones, sus intereses, sus posibles esperanzas y la manera en que el r¨¦gimen de Ham¨¢s dio al traste con ellas en Gaza, le traen completamente al fresco -y tampoco dice nunca nada al respecto. No. Esta campa?a de boicot, digan lo que digan sus promotores o sus tontos ¨²tiles, solo tiene un objetivo real, asumido y bien madurado, y es deslegitimar a Israel como tal. Es lo que quiere decir, impl¨ªcitamente, la comparaci¨®n con la Sud¨¢frica del apartheid. Es lo que quiere decir, expl¨ªcitamente, la ret¨®rica antisionista que sirve de denominador com¨²n a todos los movimientos constitutivos de este BDS y que, si las palabras a¨²n tienen sentido, significa que pretenden minar la idea que hoy, guste o no, cimienta la naci¨®n israel¨ª. Y por eso esta campa?a contraviene, en efecto, las formas, las reglas y las leyes del derecho internacional, y en Francia, tambi¨¦n del nacional.
Y finalmente, en el centro de esta campa?a, y en ciertos casos en su origen, hay gente de la que lo menos que se puede decir es que no se inspiran precisamente en los h¨¦roes de la Francia libre, ni en los redactores de la Carta Internacional de Derechos Humanos, ni en los partidarios de una paz justa entre los dos pueblos, el israel¨ª y el palestino. Pongo a la disposici¨®n de todo aquel que lo desee las declaraciones de Omar Barghouti, uno de los iniciadores del movimiento, que afirmaba que su meta no son dos Estados, sino dos Palestinas. Las de Al¨ª Abunimah -cofundador de Electronic Intifada y adversario, tambi¨¦n ¨¦l, de la soluci¨®n de los dos Estados-, que no duda en comparar a Israel con la Alemania nazi y a algunos de sus fil¨®sofos con los editorialistas de Der St¨¹rmer. Las de los dirigentes de Sabeel, un grupo de palestinos cristianos muy presente en Am¨¦rica del Norte que, en su af¨¢n de dar un fundamento "teol¨®gico" a la idea de "inversi¨®n responsable", no teme reactivar, sutil pero inexorablemente, los estereotipos del jud¨ªo asesino de Cristo. Por no hablar de las m¨¢s que dudosas iniciativas que pretenden marcar las mercanc¨ªas jud¨ªas -perd¨®n, israel¨ªes- con autoadhesivos supuestamente infamantes y destinados a se?al¨¢rselas al consumidor franc¨¦s vigilante.
Todo esto es abrumador y, una vez m¨¢s, incuestionable. Presentar como v¨ªctimas a los promotores de este discurso de odio dice mucho del estado de confusi¨®n intelectual y moral en el que se encuentra sumida esta Europa a la que quer¨ªamos creer curada de su peor pasado criminal.
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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