Privilegios pol¨ªticos
Aunque la mayor¨ªa de los expertos achaque la responsabilidad ¨²ltima de la crisis a la desregulaci¨®n p¨²blica de los mercados econ¨®micos, se da la paradoja de que la pol¨ªtica democr¨¢tica, lejos de ser reivindicada como el instrumento para superarla, se haya convertido en blanco de las cr¨ªticas. No faltan, por supuesto, casos de corrupci¨®n y abusos de poder justificadores de la desconfianza hacia el ¨¢mbito p¨²blico: tampoco los desmanes de la econom¨ªa sirven para disculpar los fallos del Estado. Sin embargo, la experiencia hist¨®rica ense?a que la democracia representativa no tiene m¨¢s alternativa que el desastre.
Ese clima inquisitorial y derogatorio contra la clase pol¨ªtica, recalentado por demagogos y populistas, ofrece otra paradoja: la masoquista ayuda ocasional prestada por el zaherido colectivo de los profesionales del poder, tal vez con el prop¨®sito de escapar del lazareto de los leprosos. No deja de resultar desproporcionada, por ejemplo, la resonancia alcanzada en estos ¨²ltimos d¨ªas tanto por las cr¨ªticas de Rajoy a los complementos de las pensiones de los parlamentarios que no alcancen el nivel m¨¢ximo de retribuci¨®n en el momento de su jubilaci¨®n como por la propuesta de Gaspar Llamazares para que la pensi¨®n vitalicia de los ex presidentes del Gobierno sea incompatible con la percepci¨®n de remuneraciones empresariales.
Las pensiones de los parlamentarios y de los ex presidentes del Gobierno se ven sometidas a cr¨ªtica
Ambas iniciativas parecen perseguir los privilegios con ayuda de un infalible detector de abusos. Resulta altamente dudoso, sin embargo, que el complemento de pensi¨®n de los parlamentarios denunciado con verbo de Savonarola por Rajoy durante la convenci¨®n sevillana del PP constituya una manifestaci¨®n de corporativismo de las Cortes, supuestamente insensibles a los principios de igualdad y solidaridad. Solo 81 de los 3.609 parlamentarios elegidos en las urnas desde 1977 hasta ahora han recibido esa ayuda para acceder a la pensi¨®n m¨¢xima en el momento de su jubilaci¨®n. Si se tiene adem¨¢s en cuenta que una parte de esos beneficiarios -como Santiago Carrillo- no pudieron cotizar durante gran parte de su vida a la Seguridad Social a causa del exilio, el chocolate del loro queda rebajado a ca?amones para el canario.
En la presentaci¨®n el pasado martes de una proposici¨®n de ley de IU -finalmente rechazada por el Congreso- para endurecer el r¨¦gimen de incompatibilidades de los parlamentarios, Llamazares, tras hacer primero el elogio de la pol¨ªtica como una digna actividad vocacional, se lanz¨® despu¨¦s de forma contradictoria a la defensa de la dedicaci¨®n exclusiva a sus esca?os de los parlamentarios, equiparados as¨ª con un cuerpo profesional. El argumento de la exclusividad le sirvi¨® tambi¨¦n al portavoz de IU para exigir que la cantidad vitalicia asignada a los ex presidentes del Gobierno (unos 80.000 euros anuales) les sea retirada cuando perciban ingresos de empresas privadas: otra forma savonarolesca de que la cultura de la sospecha desprestigie malignamente a la vida p¨²blica.
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