Un castillo rural a la vanguardia
Enrique Pujana firma la moderna y audaz ampliaci¨®n del Ayuntamiento de Cabanillas de la Sierra
La primera vez que Enrique Pujana viaj¨® a Cabanillas de la Sierra, a 54 kil¨®metros de Madrid, lo hizo en autob¨²s y con su proyecto en una mochila de monta?ero. Hab¨ªa ganado un concurso de la Comunidad para ampliar y reformar el Ayuntamiento, un edificio de piedra de 1946, con soportales y torre del reloj incluida. "Era como de Exin Castillos, con ese lenguaje del franquismo que mezclaba estilos hist¨®ricos a lo loco... Un poco de cart¨®n piedra", dice el arquitecto. El proyecto no le mataba de ilusi¨®n, pero decidi¨® verle el lado positivo. "El lugar ten¨ªa algo de escenario; el peto de la terraza te llegaba por las rodillas, la torre no era una torre porque no serv¨ªa para nada...", explica. "Era un lugar muy oscuro, con mucho pasillo, pero ten¨ªa su valor, porque es parte de la historia". Con estas, decidi¨® reducir lo que hab¨ªa a la c¨¢scara, vaciar d¨¦cadas de reformas con un esp¨ªritu casi "arqueol¨®gico" y dejar solo la caja del decorado original.
Su propuesta, la que viaj¨® una hora y media hasta este rinc¨®n a los pies de Somosierra, era un juego de contrarios. Un proyecto "a contrapelo". "Se actu¨® con voluntad de compensar: si era oscuro ahora deb¨ªa tener mucha luz natural, si su exterior era s¨®lido y compacto, ahora sus elementos deb¨ªan distinguirse y ser aut¨®nomos, y los contactos entre ellos como los de las cartas en un castillo de naipes", explica Pujana en Excepto, una cuidad¨ªsima revista que cada dos meses publica una monograf¨ªa sobre los proyectos de un arquitecto madrile?o.
Para convertir el castillo de piedra en un castillo de naipes, fino, alegre y luminoso, el cuadradote edificio original, que preside la plaza del pueblo, se ampli¨® por detr¨¢s con una nave curva techada en cristal y con una cubierta redondeada de varillas de madera que hinchaba de aire y luz el interior. "La constructora quer¨ªa algo m¨¢s pim, pam, pum", dice el arquitecto, "la m¨ªa fue una labor de judoka, tuve que esquivar golpes y convertirlos en ventajas". De su parte ten¨ªa al alcalde, que quer¨ªa un Ayuntamiento di¨¢fano "en plano americano". Pujana le coloc¨® el despacho bajo el torre¨®n, las paredes son de pl¨¢stico, el techo es una tela que cae desde la torre como un lucernario. Los funcionarios lo llaman "la jaima".
"No me apetec¨ªa nada hacer un edificio rural, as¨ª que hice lo que yo cre¨ªa, porque no s¨¦ hacer otra cosa", dice Pujana paseando por el pueblo (al que hemos llegado en el coche que finalmente se compr¨® para visitar la obra). Todo est¨¢ cubierto de nieve, pero el ambiente buc¨®lico se rompe con adosados neorrurales y casas de piedra nueva que se esfuerzan demasiado en resultar aut¨¦nticas. "Parecen casitas de chocolate", dice el arquitecto, "es una banalizaci¨®n de la arquitectura tradicional". Cuando ense?aba su proyecto del Ayuntamiento la gente le dec¨ªa "?C¨®mo le haces esto tan moderno a un pueblo?". Pujana no ve la contradicci¨®n: "La gente de Cabanillas va en Audi, no en carreta para que quede m¨¢s aut¨¦ntico", dice. Contextualizar no significa anclarse en el pasado.
En el interior del Ayuntamiento hay detalles muy contempor¨¢neos que son gui?os al entorno. Las puertas de pl¨¢stico trasl¨²cido se dividen en dos como las de las casas de pueblo, de techo cuelgan fluorescentes redondos que recuerdan a las luces de las calles en los d¨ªas de fiesta patronal. Detalles que conviven con la esencia rural pero tambi¨¦n con las rampas de los suelos de cemento, los forjados dislocados, los pilares pintados de colores y las ventanas asim¨¦tricas. Una cosa se le pas¨®, sin embargo; entre el techo de cristal y las cerchas de la cubierta curva se colaban las palomas para protegerse del fr¨ªo. El Ayuntamiento ha colocado una red para evitarlo que le resta ligereza y las palomas se acurrucan como pueden bajo la cornisa de la torre para ver caer la nieve a cubierto.
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