As¨ª soy yo y as¨ª me fotograf¨ªo
En una ¨¦poca de incertidumbre para la continuidad de m¨²ltiples iniciativas culturales, el festival de fotograf¨ªa que se desarrolla anualmente entre las ciudades de Murcia y Cartagena parece haber sobrevivido a su d¨¦cimo aniversario. Fotoencuentros aborda as¨ª su edici¨®n n¨²mero 11, tras superar la frontera simb¨®lica de sus 10 primeros a?os de trayectoria, y lo hace dedicando el n¨²cleo oficial de sus exposiciones al concepto de lo festivo-cotidiano a trav¨¦s de la revisi¨®n de fen¨®menos ligados a ciertas pr¨¢cticas sociales. Se han reunido para la ocasi¨®n trabajos que revisan y documentan elementos tan reconocibles, pero tambi¨¦n tan diferentes y contrastados, como la familia, la comida, el turismo, las fiestas de la alta sociedad, los ritos populares y las celebraciones tradicionales. La propuesta del festival para esta edici¨®n se adapta bien a un principio y una forma de entender la fotograf¨ªa que en cierto modo ha recorrido, como si se tratara de un programa impl¨ªcito, la mayor parte de los 11 fotoencuentros realizados hasta el momento: la fotograf¨ªa como herramienta para mejorar el conocimiento sobre nosotros mismos por medio del conocimiento del otro y como instrumento para reflexionar sobre la naturaleza del ser social y del ser individual. De esta manera se expresaba la concepci¨®n de la pr¨¢ctica fotogr¨¢fica documental que sustentaba la sexta edici¨®n de este festival, bajo el t¨ªtulo Maneras de vernos. Un principio que en buena medida se retoma ahora, probablemente como necesaria palanca de resistencia ante los tiempos inciertos que vive el medio fotogr¨¢fico, bajo la f¨®rmula: Lo que vemos no es lo que vemos es lo que somos. A trav¨¦s de esta afirmaci¨®n, y quiz¨¢s de un modo m¨¢s intuitivo que consciente o program¨¢tico, esta edici¨®n apuesta por renovar as¨ª, en la esfera del documental, el nexo entre fotograf¨ªa y experiencia, muy en la l¨ªnea de los textos de John Berger, autor con el que estos fotoencuentros han mantenido a lo largo de su trayectoria una fluida relaci¨®n te¨®rica a la hora de fijar su posici¨®n. Es interesante conectar esta apuesta por la relaci¨®n entre fotograf¨ªa y experiencia con el claro y visible impulso documental que vive el medio fotogr¨¢fico desde el arranque del nuevo siglo.
A trav¨¦s de la experiencia, la fotograf¨ªa podr¨ªa recobrar algo de su cuestionada autenticidad con un nuevo pacto entre objetividad y singularidad
Un renovado auge del documental que ha sido explicado como una forma de resistencia ante la crisis de confianza que sufre la fotograf¨ªa en su hasta ahora privilegiada relaci¨®n con la realidad. En cierta manera ser¨ªa a trav¨¦s de la experiencia c¨®mo la fotograf¨ªa podr¨ªa recobrar algo de su cuestionada autenticidad, esto es, a trav¨¦s de un nuevo equilibrio o pacto entre objetividad y singularidad a la hora de desarrollar nuevos testimonios o investigaciones visuales. Fotoencuentros parece creer en ello, o al menos en su posibilidad, cuando apuesta por presentar una serie de trabajos documentales bien alejados ya de los criterios de objetividad imperantes hasta hace no demasiados a?os, y m¨¢s cercanos a la defensa del punto de vista subjetivo, a menudo enf¨¢tico e incluso c¨®mplice y familiar, que tiende a subrayar el car¨¢cter testimonialmente singular de cada aproximaci¨®n. As¨ª lo recalca con claridad Beth Yarnelle Edwards, una de las apuestas de este festival, en la presentaci¨®n de su proyecto Escenas dom¨¦sticas (Centro Cultural Las Claras, Murcia) formado por una amplia serie de retratos de personajes en sus entornos dom¨¦sticos, cuando afirma: "Creo que abordo este tema de manera diferente a como lo han hecho otros fot¨®grafos porque no temo que la intimidad con mis modelos vaya a afectar mi sentido cr¨ªtico". Es claro, en sus efectos, el desplazamiento generado por esta reivindicaci¨®n de la cercan¨ªa con respecto al tema y a los personajes. El objetivo de las escenificaciones que lleva a cabo con ni?os, adolescentes, grupos familiares, adultos solitarios y parejas j¨®venes y no tan j¨®venes en sus espacios privados no reside tanto en un an¨¢lisis de las implicaciones sociales y pol¨ªticas del espacio familiar, o de lo que construyen y significan las apariencias y el entorno, como en un intento por mostrar de qu¨¦ manera la esfera privada no es sino el escenario de un secreto y un enigma que la fotograf¨ªa, desde la intimidad compartida y la proximidad, puede llegar a descubrir o al menos sugerir. Siendo lo festivo y lo cotidiano el tema al que dedica su atenci¨®n esta edici¨®n del festival, es consecuente que la reflexi¨®n sobre la naturaleza del ser social y del ser individual se?alada m¨¢s arriba como uno de los intereses recurrentes de estos fotoencuentros, aparezca en varias de las exposiciones que componen el programa oficial. As¨ª ocurre en las dos propuestas que se presentan de la fot¨®grafa almeriense Marina del Mar: C¨®ctel (Puertas de Castilla, Murcia) y Un mundo feliz (Espacio Molinos del R¨ªo-Caballerizas, Murcia). Con un estilo que manifiesta con claridad su vinculaci¨®n profesional con el fotoperiodismo, esta fot¨®grafa se acerca en sus respectivos proyectos a dos mundos claramente contrapuestos, el de la alta sociedad, en C¨®ctel, y el de las fiestas, ritos y otras actividades populares, en Un mundo feliz. Acierta la artista al conseguir expresar un acentuado contraste entre la afectaci¨®n que rige el primero y la espontaneidad que gobierna el segundo. En C¨®ctel las im¨¢genes y escenas que habitualmente ocupar¨ªan las revistas de sociedad aparecen oportunamente descontextualizadas, los gestos y las expresiones se convierten en c¨®digos de identificaci¨®n e identidad, y las actitudes revelan hasta qu¨¦ punto la cohesi¨®n en estos grupos se basa m¨¢s en su car¨¢cter excluyente que en su potencial integrador.
Por su parte Un mundo feliz, construido en forma de galer¨ªa de retratos, consigue reflejar tanto el impulso colectivo que caracteriza la fiesta como la transformaci¨®n del sujeto, a trav¨¦s del disfraz o la representaci¨®n, al entrar en contacto y pasar a formar parte de una colectividad en el espacio p¨²blico. En una clave muy pr¨®xima al de este trabajo se sit¨²a el Proyecto Romeros realizado por Mateo Pedre?o (Puertas de Castilla, Murcia). Se trata de un acercamiento al mundo de las romer¨ªas desde un punto de vista que enfatiza lo surreal, lo grotesco y en cierta medida tambi¨¦n lo accesorio. De hecho, algo tan anecd¨®tico como podr¨ªa ser la comida pasa a convertirse en sus im¨¢genes en un elemento simb¨®lico y central de la celebraci¨®n, algo que por otra parte tiene mucho que ver con la realidad. La exhibici¨®n de este trabajo en el mismo espacio en que se presentan las im¨¢genes de C¨®ctel, de Marina del Mar, consigue por su parte acentuar y poner de relieve el contraste entre comportamientos y actitudes en una y otra esfera social.
Se puede destacar por ¨²ltimo, en este recorrido por la secci¨®n oficial del programa, la propuesta que realiza Txema Salvans en Grandes ¨¦xitos (Centro Cultural Cajamurcia, Cartagena). Una excelente mirada hacia la costa mediterr¨¢nea que hace resaltar con eficacia las incongruencias urban¨ªsticas y el deterioro que sufre un espacio fundamental para la vida y el ocio de la poblaci¨®n. Es precisamente en ese contraste entre paisaje y actividad humana donde reside el inter¨¦s de su acercamiento. Salvans retrata una poblaci¨®n que aparece cercada por el entorno, un paisaje agresivo en el que, no obstante, el ser humano a¨²n sigue siendo capaz de resistir mediante la construcci¨®n de esferas y momentos de intimidad.
Fotoencuentros 11. Varias sedes en Murcia y Cartagena. Hasta el 28 de febrero. www.fotoencuentros.es
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