Las barbas del vecino
Resulta dif¨ªcil escapar a los clich¨¦s mentales que nos rodean y concebir el mundo de otra manera, ni mejor ni peor que la tradicional, simplemente diferente. Es lo que ocurre con las fronteras. Uno se imagina que Alemania es una cosa y Austria, otra. Bueno, pues resulta que no o que no del todo. Los germanos hablan de una frontera sutil, humor¨ªsticamente apellidada de la Weisswurst (salchicha blanca). Al sur de esa l¨ªnea imaginaria, en Baviera, Suabia y Austria se comen salchichas blancas, se bebe cerveza de trigo y, sobre todo, imperan unos valores y una visi¨®n del mundo; al norte hay otras costumbres gastron¨®micas y las cosas se ven de manera distinta.
Lo mismo le ocurre al Mediterr¨¢neo, un mar que los romanos sintieron como el centro de su mundo, nunca como el l¨ªmite exterior. Hoy d¨ªa se supone que el sur "es cosa de moros", ya se sabe, fanatismo religioso, dictaduras pol¨ªticas y subdesarrollo. Al norte estamos nosotros. Pero ahora resulta que el sur empieza a incendiarse y que en T¨²nez, en Argelia, en Egipto..., cuestionan a sus pol¨ªticos por corruptos, porque hay un paro juvenil alt¨ªsimo, porque el nivel de vida es muy bajo, por falta de libertades. Se habla mucho de c¨®mo los dictadores de cada pa¨ªs del sur del Mediterr¨¢neo miran con recelo lo que est¨¢ pasando en el de al lado. Pero de lo que no se habla es de hacia d¨®nde miran los gobernantes del norte de la ribera, que tal vez no sean dictadores, pero... ?Acaso no hay en Espa?a, seg¨²n las ¨²ltimas estad¨ªsticas, un paro juvenil del 40%? ?Acaso no se deciden demasiadas cosas al margen del parlamento porque se pactan en concili¨¢bulos aparte? ?Acaso no es corrupto el clientelismo pol¨ªtico espa?ol con su red de familiares y amigos asesores, cuyo n¨²mero e ingresos resulta imposible conocer? ?Y no est¨¢n subiendo los precios de todo mientras bajan los ingresos, con lo que se perfila un preocupante panorama inflacionista? En realidad, la ¨²nica frontera que nos separa del sur mediterr¨¢neo es religiosa-cultural, aunque decir esto ahora parezca pol¨ªticamente incorrecto. Espa?a no es una dictadura, cierto, pero la casta pol¨ªtica casi funciona colegiadamente como tal, con su sistema de listas cerradas que impide cambiar lo mucho que hay que echar abajo.
Me dir¨¢n que los j¨®venes ¨¢rabes se han levantado con ira y que los espa?oles no tienen pinta de hacerlo. Eso es verdad. La cultura del pelotazo, instaurada por el PP y secundada por el PSOE, junto con la educaci¨®n en la mediocridad, implantada por el PSOE y que no quiso corregir el PP, los han desarbolado y convertido en un reba?o de mansos que se despe?an hacia el matadero. Pero aun as¨ª, yo de nuestros pol¨ªticos no me fiar¨ªa. Y es que, cuando las barbas del vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.