Ni Ashton ni Van Rompuy
La Uni¨®n Europea ha necesitado un n¨²mero insoportable de d¨ªas para hacer p¨²blico, sin voluminosos algodones, su deseo de que se organice en Egipto un inmediato proceso de transici¨®n democr¨¢tica que permita a sus ciudadanos votar en unas elecciones libres y seguras, algo totalmente imposible bajo la presidencia del dictador Hosni Mubarak, cuyas intenciones se han podido ver con claridad en los ataques de la plaza de la Liberaci¨®n.
La UE ha hablado despu¨¦s de que Estados Unidos hubiera abierto ese camino. Y, para colmo, lo ha hecho inicialmente no en un comunicado de la propia Uni¨®n Europea, de su Consejo Europeo o de su alta representante para la Pol¨ªtica Exterior, Catherine Ashton, sino en un texto elaborado el pasado jueves por tres ¨²nicos pa¨ªses, Alemania, Reino Unido y Francia, al que se sumaron, sobre la marcha, Espa?a e Italia. Y para que todo quedara a¨²n m¨¢s claro, el comunicado fue difundido en primer lugar por la presidencia francesa.
El presidente de la UE y la jefa de la diplomacia no est¨¢n capacitados para o¨ªrnos. Ni tampoco para representarnos
Pocas horas antes, el mi¨¦rcoles, la baronesa Ashton hab¨ªa comparecido ante el Parlamento Europeo para hablar, en un tono neutro, de "una transici¨®n ordenada" (pero sin fecha), "un an¨¢lisis apropiado de la situaci¨®n", "apoyo al pueblo egipcio" y otros lugares comunes que provocaron el enfado de pr¨¢cticamente todos los grupos pol¨ªticos. Con raz¨®n el portavoz del grupo liberal, el belga Guy Verhofstadt, le reproch¨® sentirse estos d¨ªas m¨¢s representado, como europeo, por el primer ministro turco, Erdogan, que por la "ministra de Exteriores" de la UE.
Hay momentos en los que si no se puede alcanzar la gloria, por lo menos hay que estar dispuesto a rehuir la verg¨¹enza. La baronesa Ashton no ha sido capaz de comprender que hay un l¨ªmite que no se debe traspasar y que su reacci¨®n ante lo que est¨¢ ocurriendo en Egipto simboliza mejor que nada ese bochorno que produce el conocimiento de que uno est¨¢ haciendo algo indigno.
Catherine Ashton quiz¨¢ representa bien el manual que le entregaron en Bruselas el d¨ªa de su nombramiento, pero no est¨¢ capacitada para o¨ªr, ni para representar, a los millones de ciudadanos que nos sentimos ofendidos por la imagen exterior de la Uni¨®n que ella transmite, tan pobre y miedosa. Como tampoco lo est¨¢ el primer presidente de la UE de la historia, Herman van Rompuy, que sigue siendo un verdadero fantasma ante la mirada de los europeos.
Nadie puede apuntarse al prestigio o al goce que dar¨ªa haber anticipado lo que estaba ocurriendo en las j¨®venes sociedades ¨¢rabes (no la manida amenaza fundamentalista, sino el profundo hartazgo hac¨ªa los reg¨ªmenes d¨¦spotas y dictatoriales amparados por Occidente). Los millones de ¨¢rabes, en su inmensa mayor¨ªa musulmanes, no se han tirado a la calle para pedir que no se critiquen algunos aspectos de su religi¨®n o para defender sus diferencias culturales, ni mucho menos para exigir la ley isl¨¢mica, sino para algo mucho m¨¢s directo, ejemplar y, por qu¨¦ no decirlo, digno de la antigua enciclopedia: que se respete precisamente lo que tienen en com¨²n con todos los seres humanos, el derecho a votar libremente, a autogobernarse y a disfrutar de la misma dignidad que cualquier otro pueblo o naci¨®n.
Pasar¨¢n los a?os y no habr¨¢ forma de ocultar que el papel de la UE como instituci¨®n en esta impresionante revuelta democr¨¢tica no ha podido ser m¨¢s triste. Por lo menos, Estados Unidos siempre podr¨¢ recordar que fue Barack Obama quien acudi¨® en junio de 2009 a la Universidad de El Cairo para decir que, sea cual sea la religi¨®n que se profese, existe algo que son los derechos humanos y que todos los pueblos aspiran sencillamente a un pu?ado de cosas comunes: "Capacidad de expresarse libremente y de codecidir la forma en que es gobernado, confianza en el imperio de la ley (...), un Gobierno que no robe al pueblo; libertad de vivir como uno decida". Ese d¨ªa prometi¨® su firme apoyo a quienes creyeran este mensaje. Esta es su gran ocasi¨®n para demostrar que realmente su mandato presidencial ser¨¢ hist¨®rico. Olvidemos cuanto antes a Ashton y a Van Rompuy.
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