Marilyn como cad¨¢ver exquisito
Por las manos de Thomas T. Noguchi, un forense de Los ?ngeles, pasaron los cuerpos de Robert Kennedy, Sharon Tate, William Holden, Natalie Wood y el de la rubia inmortal. Y ¨¦l cuenta en un libro sus secretos
Encontraron a la famosa actriz tendida sin ropa sobre la cama. En una imagen conmovedora que se transmiti¨® como un rayo por todo el mundo, yac¨ªa muerta con un brazo extendido y la mano en el tel¨¦fono. El sargento Jack Clemmons, inspector de guardia en la comisar¨ªa de Los ?ngeles Oeste, registr¨® una llamada del doctor Greenson informando sobre la muerte de Monroe a las 4.25 de la ma?ana del domingo. "?Marilyn Monroe?", se pregunt¨®. Deb¨ªa de ser una broma. En lugar de dar aviso a una patrulla, como hubiera hecho normalmente, fue en persona a comprobar la veracidad de la llamada. Clemmons comenz¨® a sospechar de inmediato sobre las circunstancias de aquella muerte. Para empezar, hab¨ªa algo que no cuadraba con el tiempo: la se?ora Murray (la enfermera-asistenta que cuidaba de Monroe) coment¨® que hab¨ªan encontrado el cuerpo poco despu¨¦s de la medianoche y, sin embargo, la polic¨ªa no fue avisada hasta las 4.25. ?Qu¨¦ sucedi¨® mientras tanto? El doctor Greenson declar¨® que hab¨ªa telefoneado a los estudios y a colaboradores de Monroe, pero el sargento no se crey¨® que esas llamadas le hubieran podido ocupar cuatro horas. ?Alguien se hab¨ªa encargado de destruir las pruebas de un delito?
Hallaron el cuerpo poco despu¨¦s de medianoche, pero la polic¨ªa fue avisada a las 4.25. ?Qu¨¦ ocurri¨® mientras tanto?
El an¨¢lisis de sangre mostraba dosis mortales tanto de hidrato de cloral, como de pentobarbital (nembutal)
Algunos defend¨ªan que Robert Kennedy hab¨ªa volado a Los ?ngeles para supervisar el asesinato de Marilyn
Lionel Grandison dijo que vio el diario de Marilyn en la oficina forense, pero que al d¨ªa siguiente ya no estaba
Esa misma ma?ana fui a la oficina forense para iniciar mi jornada laboral. En mi condici¨®n de ayudante me tocaba trabajar todos los domingos y a veces los siete d¨ªas de la semana, pues and¨¢bamos cortos de personal y el trabajo se acumulaba. Pero esa ma?ana percib¨ª que algo extra?o suced¨ªa. El doctor Curphey hab¨ªa telefoneado temprano a la oficina para dejarme un mensaje. La nota que hab¨ªa sobre mi escritorio rezaba: "El doctor Curphey quiere que el doctor Noguchi haga la autopsia de Marilyn Monroe". En una situaci¨®n normal era un trabajo indicado para un m¨¦dico forense con m¨¢s experiencia. Y, sin embargo, el doctor Curphey se hab¨ªa molestado en llamar un domingo a primera hora para adjudicarme la tarea. (...)
El cad¨¢ver que se hallaba sobre la mesa 1 estaba cubierto por una s¨¢bana blanca. Lo destap¨¦ lentamente y me detuve. Me cost¨® unos instantes hacerme a la idea de que estaba contemplando el rostro de la verdadera Marilyn Monroe. (...) Sab¨ªa que el mundo entero exigir¨ªa saber qu¨¦ hab¨ªa ocurrido con un personaje tan querido. Sintiendo ya esa carga, comenc¨¦ el examen. No hall¨¦ ni una sola marca de aguja, y eso es lo que consign¨¦ en el diagrama corporal del informe. Sin embargo, curiosamente, s¨ª encontr¨¦ se?ales que pod¨ªan indicar violencia: tambi¨¦n apunt¨¦ esos hallazgos en el diagrama. En la regi¨®n lumbar, a la izquierda, Monroe presentaba una ligera equimosis, un hematoma c¨¢rdeno resultado de una peque?a hemorragia ocurrida dentro de los tejidos. (...) ?Pero ten¨ªa relaci¨®n con su muerte o hab¨ªa sido fruto de un percance dom¨¦stico como, por ejemplo, el tropiezo con una mesa? En ese momento cre¨ª que el traumatismo no ten¨ªa conexi¨®n alguna con el deceso. Tanto su ubicaci¨®n, justo por encima de la cadera, como sus reducidas dimensiones me hac¨ªan descartar la violencia como causa. Habr¨ªa resultado m¨¢s l¨®gico encontrar heridas recientes alrededor del cuello o la cabeza en el caso de que Monroe hubiera sido atacada. No obstante, ese hematoma sigue sin tener hoy una explicaci¨®n. Y, trat¨¢ndose de un posible indicio de violencia, no deja de ser curioso que haya pasado desapercibido para la mayor¨ªa de los periodistas de investigaci¨®n que se han interesado m¨¢s tarde por el tema.
En mi informe expuse las conclusiones de la autopsia. Empezaba as¨ª: "Examen externo: el cuerpo sin embalsamar pertenece a una mujer cauc¨¢sica de treinta y seis a?os y buena constituci¨®n, sana, con cincuenta y tres kilos de peso y un metro sesenta y seis de estatura. El cuero cabelludo est¨¢ cubierto por una melena de color rubio oxigenado. Ojos azules. Se advierte una leve equimosis entre la cadera izquierda y el lado izquierdo de la regi¨®n lumbar". A continuaci¨®n, el informe pasaba a detallar el examen interno de los sistemas cardiovascular, respiratorio, hep¨¢tico y biliar, sangu¨ªneo y linf¨¢tico, endocrino, urinario, reproductor y digestivo. Fue la secci¨®n que analizaba el sistema digestivo la que m¨¢s tarde cre¨® la controversia y llev¨® a decir a los partidarios de la conspiraci¨®n que "probaba" el asesinato de Monroe, puesto que yo no hab¨ªa detectado ning¨²n rastro del paso de p¨ªldoras por el est¨®mago o el intestino delgado. Ning¨²n resto. Ning¨²n cristal refractario, aunque los frascos de p¨ªldoras recogidos mostraban que Monroe hab¨ªa ingerido entre cuarenta y cincuenta nembutales y abundantes c¨¢psulas de hidrato de cloral. Por todo ello, los defensores de la teor¨ªa del asesinato aduc¨ªan que alguien le hab¨ªa inyectado a Monroe las drogas que la mataron.
(...) El informe del laboratorio toxicol¨®gico a¨²n a?adir¨ªa m¨¢s le?a al fuego. Lleg¨® a mis manos varias horas despu¨¦s de que finalizara la autopsia y, nada m¨¢s comenzar a leerlo, dispar¨® mis alarmas. Yo hab¨ªa enviado, junto con el h¨ªgado, muestras de sangre para realizar las pruebas de alcohol y barbit¨²ricos. Adem¨¢s, hab¨ªa remitido otros ¨®rganos para "un posterior an¨¢lisis toxicol¨®gico", entre ellos el est¨®mago con su contenido y el intestino. De inmediato me percat¨¦ de que los t¨¦cnicos del laboratorio no hab¨ªan examinado esos ¨®rganos: se hab¨ªan limitado a analizar la sangre y el h¨ªgado.
?A qu¨¦ se deb¨ªa esa omisi¨®n en lo que hoy constituye el proceder rutinario del departamento? Los datos arrojados por los an¨¢lisis de la sangre y el h¨ªgado, unidos al frasco vac¨ªo de Nembutal y al parcialmente vac¨ªo (faltaban 40 c¨¢psulas sobre un total de 50) de hidrato de cloral, apuntaban de forma tan contundente hacia el suicidio que el toxic¨®logo jefe, Raymond J. Abernathy, no hab¨ªa considerado necesario proseguir con el resto de las pruebas. En concreto, el an¨¢lisis de sangre mostraba 8,0 mg% de hidrato de cloral, y el h¨ªgado, 13,0 mg% de pentobarbital (Nembutal), en ambos casos dosis ciertamente mortales.
Aun as¨ª, deb¨ª haber insistido en que se analizaran todos los ¨®rganos, especialmente el contenido del est¨®mago y algunos segmentos del intestino. Pero no actu¨¦ con diligencia. Siendo un subalterno, consider¨¦ in¨²til cuestionar las decisiones de los jefes en un asunto de procedimiento. Adem¨¢s, las pruebas me hab¨ªan persuadido, al igual que a los toxic¨®logos, de que Marilyn Monroe hab¨ªa ingerido una cantidad de f¨¢rmacos suficiente para provocarse la muerte.
Cuando al cabo de unos d¨ªas se hicieron p¨²blicas las conclusiones del m¨¦dico forense, los medios saltaron raudos sobre esa omisi¨®n. Yo quer¨ªa rectificar el error, pero ya era demasiado tarde. Unas semanas despu¨¦s le pregunt¨¦ a Abernathy si hab¨ªa conservado los ¨®rganos de Monroe que le hab¨ªa remitido. En caso afirmativo, a¨²n ten¨ªamos una oportunidad de analizarlos. Me contrari¨® escucharle decir: "Lo siento, pero nos deshicimos de todo tras cerrarse el caso". Sab¨ªa que los medios denunciar¨ªan un encubrimiento. Acert¨¦. Las m¨¢s variadas teor¨ªas acerca de un hipot¨¦tico asesinato brotaron de inmediato y han persistido hasta hoy.
Los partidarios de la teor¨ªa del crimen, trabajando con la hip¨®tesis de que tanto la fallecida como el "diario" en su poder representaban una amenaza para Robert Kennedy, destacaban el hecho de que Kennedy hab¨ªa volado a San Francisco el 3 de agosto de 1962, v¨ªspera de la muerte de Marilyn Monroe. (...) Lo que algunos defend¨ªan era que Kennedy hab¨ªa volado a Los ?ngeles para supervisar el asesinato de Marilyn Monroe. Seg¨²n se dijo, Robert Slatzer (amigo y confidente de Marilyn) habl¨® con una mujer que viv¨ªa en la misma manzana que Monroe y esta declar¨® que hab¨ªa visto a Kennedy, acompa?ado por un hombre que llevaba un malet¨ªn de m¨¦dico, entrando en casa de Monroe la tarde del s¨¢bado. De acuerdo con el gui¨®n de Slatzer, el hombre del malet¨ªn le hab¨ªa inyectado a Monroe las drogas que acabaron con su vida.
La "prueba" de una participaci¨®n directa de Kennedy en el asesinato de Monroe era tan estramb¨®tica que incluso otros adalides de la idea conspirativa la rechazaron. Muchos esgrim¨ªan una segunda teor¨ªa. Cre¨ªan que el crimen fue perpetrado por agentes corruptos de la CIA inquietos ante la posibilidad de que Monroe guardara en su diario informaciones suministradas por Kennedy. Algunos datos parec¨ªan corroborar la existencia de tal diario. En 1962, Lionel Grandison era un ayudante del forense con funciones administrativas; ¨¦l fue quien firm¨® el certificado de defunci¨®n de Marilyn Monroe y, seg¨²n declar¨® m¨¢s tarde, lleg¨® a ver el diario en la oficina forense, aunque al d¨ªa siguiente hab¨ªa desaparecido.
El conocido especialista en pinchazos telef¨®nicos Bernie Spindel aport¨® otra presunta "prueba" sobre la participaci¨®n de Kennedy en la muerte de Monroe. La casa de Spindel, que estaba reuniendo datos contra Kennedy por cuenta del l¨ªder del sindicato de camioneros Jimmy Hoffa, hab¨ªa sido registrada por la fiscal¨ªa de Nueva York. Los partidarios de la teor¨ªa del crimen resaltaban que Kennedy era en aquel momento senador por Nueva York y amigo de Frank Hogan, fiscal del distrito. En su opini¨®n, Kennedy estaba detr¨¢s de la operaci¨®n. Las cintas de Spindel, confiscadas durante el registro, nunca fueron devueltas, y este se querell¨® para recuperar "cintas y otras pruebas relacionadas con la muerte de Marilyn Monroe que refutan con rotundidad la versi¨®n oficial sobre las circunstancias de esa muerte".
(...) El 4 de noviembre de 1984 (22 a?os despu¨¦s de su muerte) tuve ocasi¨®n de responder pormenorizadamente a las preguntas que me hicieron los dos ayudantes del fiscal responsables de la investigaci¨®n oficial sobre la muerte de Marilyn Monroe. (...) Los inspectores estaban interesados en hallar respuestas a tres cuestiones derivadas de mi informe:
1. La autopsia se?alaba que el est¨®mago se hallaba "casi totalmente vac¨ªo". ?C¨®mo pod¨ªa ocurrir tal cosa cuando Monroe acababa de ingerir una cantidad masiva de p¨ªldoras?
2. ?Por qu¨¦ no se hallaron comprimidos a medio digerir, polvos o alguna irritaci¨®n rojiza en las paredes estomacales?
3. Monroe hab¨ªa ingerido una gran cantidad de nembutales amarillos, as¨ª que deb¨ªan aparecer restos de tinte amarillo en las paredes de la garganta, el es¨®fago y el est¨®mago. ?Por qu¨¦ no se detect¨® ninguna coloraci¨®n amarilla?
La cuarta pregunta se refer¨ªa al examen externo del cuerpo de Monroe. Se sab¨ªa que el doctor Greenson le hab¨ªa puesto a Monroe su inyecci¨®n habitual la v¨ªspera de su muerte, pero en su cuerpo no se hab¨ªa apreciado ninguna marca. ?Por qu¨¦?
Para contestar a la primera pregunta, la concerniente al est¨®mago vac¨ªo, inici¨¦ mi explicaci¨®n recurriendo a un hecho cotidiano. Cuando pruebas comida ex¨®tica que no "se aviene" contigo, en ocasiones sufres una indigesti¨®n, lo cual significa que el est¨®mago rechaza la comida y no permite que pase f¨¢cilmente a los intestinos. Sin embargo, cuando ingieres una comida que est¨¢s habituado a comer (un filete, por ejemplo), no se produce tal indigesti¨®n y la comida pasa fluidamente hasta los intestinos. Lo mismo sucede con las pastillas cuando las toman consumidores habituales de drogas. Marilyn Monroe hab¨ªa abusado de los somn¨ªferos y el hidrato de cloral durante a?os. Su est¨®mago se hab¨ªa acostumbrado a las p¨ªldoras, as¨ª que las diger¨ªa y las "volcaba" en el tracto intestinal. (...)
Para responder a la segunda pregunta, sobre la previsible presencia de pastillas a medio digerir, polvos o irritaciones en las paredes estomacales, me remit¨ª a mi informe, donde dec¨ªa que "la mucosa presenta una difusa hemorragia local". En otras palabras, tras las paredes estomacales (la mucosa) hab¨ªa una m¨ªnima aunque extendida hemorragia, la irritaci¨®n rojiza de la que hablaba el doctor Weinberg.
Les coment¨¦ a los inspectores que la tercera cuesti¨®n (el supuesto de que el tinte amarillo del Nembutal ten¨ªa que haber manchado las paredes internas de la garganta y el est¨®mago) solo pod¨ªa haber sido planteada por un lego en la materia. En mi carrera me he topado en numerosas ocasiones con el Nembutal. Parece tratarse de una de las drogas favoritas de quienes planean suicidarse. Expliqu¨¦ a los ayudantes del fiscal que si uno coge una pastilla amarilla de Nembutal, se la pasa por los labios para humedecerla y, por ¨²ltimo, se frota el dedo en ella, no se mancha con ning¨²n tinte amarillo. El Nembutal viene en una c¨¢psula especial que no desti?e al ser ingerida.
Respecto a la pregunta de por qu¨¦ no se hab¨ªan hallado marcas de pinchazos cuando se ten¨ªa constancia de que el doctor Greenson s¨ª hab¨ªa inyectado a Monroe, contest¨¦ que las se?ales dejadas por agujas quir¨²rgicas muy finas como la usada por el doctor Greenson se cerraban al cabo de pocas horas, borr¨¢ndose as¨ª todo vestigio de ellas. Solo pueden detectarse los pinchazos muy recientes. El doctor Greenson hab¨ªa puesto esa ¨²ltima inyecci¨®n cuarenta y ocho horas antes de la autopsia. Por tanto, era l¨®gico que yo no hallara ninguna marca reciente.
Cad¨¢veres exquisitos, de Thomas T. Noguchi. Global Rhythm Press. Precio: 19,50 euros.
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