Ninguna broma con el Holocausto
EL PA?S retira una campa?a publicitaria por los chistes antisemitas del autor. Unos lectores protestaron por albergar el 'blog' de Vigalondo y otros por que se suprimiera.
El viernes 29 de enero el director de cine Nacho Vigalondo alcanz¨® en su cuenta personal de Twitter la muy respetable cifra de 50.000 seguidores. Para celebrarlo, escribi¨®: "Ahora que tengo m¨¢s de 50.000 followers y me he tomado cuatro vinos podr¨¦ decir mi mensaje: ?El holocausto fue un montaje!". A lo que a?adi¨®: "Tengo algo m¨¢s que contaros: la bala m¨¢gica que mat¨® a Kennedy ?todav¨ªa no ha aterrizado!". Ambas ten¨ªan, evidentemente, un prop¨®sito provocador, pero mientras que la segunda pas¨® inadvertida, la primera provoc¨® la reacci¨®n de algunos seguidores. Consideraban que se hab¨ªa excedido y le advert¨ªan de que el humor debe respetar ciertos l¨ªmites. Vigalondo les replic¨® con una sucesi¨®n de chistes sobre jud¨ªos y sobre el Holocausto, en una espiral de humor negro que provoc¨® nuevas y m¨¢s enconadas reacciones.
Con Internet, la frontera entre p¨²blico y privado se difumina
La pol¨¦mica salt¨® a diversos blogs muy concurridos y lo que hab¨ªa comenzado con unos amigables reproches en su cuenta personal se convirti¨® en un incendio que fue creciendo y acab¨® afectando a EL PA?S. Vigalondo escrib¨ªa un blog personal sobre cine en la edici¨®n digital y adem¨¢s esos d¨ªas se emit¨ªa por televisi¨®n una campa?a de publicidad, dirigida y protagonizada por el cineasta, sobre las nuevas aplicaciones desarrolladas por EL PA?S para facilitar informaci¨®n en soportes digitales.
En cuanto trascendi¨® la pol¨¦mica, comenzaron a llegar protestas al diario. Tambi¨¦n al correo de la Defensora. Lectores como Miguel Moya, Julio Kierzszenson, Raquel Benchaya y Luis Artime se quejaban de que el diario siguiera dando cobijo a alguien que negaba el Holocausto o lo banalizaba. Isabel G¨®mez, cuyo t¨ªo abuelo, un republicano espa?ol, muri¨® en Mauthausen, no comprend¨ªa c¨®mo se pod¨ªa admitir que se hiciera mofa de quienes fueron v¨ªctima de semejante barbarie. En su blog, el cineasta daba extensas explicaciones a los lectores, pero algunos no lo consideraron suficiente. Jorge Tahauer, "sobrino y primo de personas asesinadas en el Holocausto", declaraba que el humor negro de Vigalondo "es una herida a?adida al insulto y su liviana disculpa no demuestra arrepentimiento alguno".
En su edici¨®n del jueves el diario comunic¨® que, al tener conocimiento de esos desafortunados comentarios, el s¨¢bado hab¨ªa decidido retirar la campa?a publicitaria: "Nacho Vigalondo brome¨® en Twitter sobre el Holocausto a t¨ªtulo personal y en un soporte ajeno a EL PA?S, pero el peri¨®dico considera inaceptables e incompatibles con su l¨ªnea editorial los comentarios vertidos. EL PA?S pide disculpas por lo sucedido", escribi¨®. Ese mismo d¨ªa Vigalondo cerraba su blog. En su ¨²ltimo post y en una carta publicada en la edici¨®n impresa, ped¨ªa perd¨®n.
"Pido disculpas por el dolor que est¨¢ causando mi tweet. Quiero aclarar que no soy antisemita ni negacionista. Cualquiera que conozca mi trayectoria, podr¨¢ comprobar que jam¨¢s me he acercado a esas posturas que condeno radicalmente. El tweet que ha levantado la polvareda no es la declaraci¨®n de un revisionista, es la parodia de una actitud as¨ª. Y lo reitero por si acaso: no soy negacionista, no soy antisemita", escribe.
Si antes hab¨ªa recibido cartas contra Vigalondo, a partir del jueves comenc¨¦ a recibirlas en su defensa. Lectores como Jos¨¦ Martull, Miguel ?. L¨®pez, ?ngel R. Lafuente, Alberto Zamora, Salvador Mart¨ªn y Juan Carlos Caballero o Jos¨¦ Antonio S¨¢nchez Barruezo, entre otros, escribieron para expresar su indignaci¨®n por lo que consideraban una medida desproporcionada e injusta. Jorge Cascante nos recomendaba "con vehemencia" la novela La broma de Milan Kundera, para concluir "con una obviedad como un castillo: la broma de Vigalondo no era a costa del Holocausto jud¨ªo, sino a costa de los que lo niegan". Finalmente, Francisco L¨®pez Velasco pide explicaciones al diario por "haberse plegado tan f¨¢cilmente a lo pol¨ªticamente correcto".
Javier Moreno, director de EL PA?S, insiste en las razones expresadas en el comunicado y a?ade: "Hay l¨ªmites que no se pueden traspasar, y en este caso, los chistes superaron claramente la l¨ªnea roja. No tienen defensa posible. Constituyen un insulto a los jud¨ªos y a cualquier persona honesta. En el humor, habr¨¢ cuestiones en las que se pueda discutir d¨®nde esta el l¨ªmite, pero con las expresiones utilizadas en esta ocasi¨®n sobre el Holocausto, una tragedia que cost¨® la vida a millones de personas, no se pueden mantener ambig¨¹edades. Hay una l¨ªnea moral que EL PA?S y sus lectores tienen muy clara y que se ha traspasado. Con el cese de la campa?a hemos querido disolver cualquier duda que pudiera haber al respecto y ofrecer disculpas a quienes se hubieran sentido ofendidos".
El desgraciado episodio permite extraer ense?anzas amargas. Algunas de ellas las enumera el propio cineasta en el pen¨²ltimo post de su blog, titulado Holocausto Vigalondo. Por ejemplo, la gran capacidad de contagio, cual epidemia viral, que tiene la red y la gran capacidad de distorsi¨®n. Como en el juego del tel¨¦fono, el mensaje final puede que no se parezca al original.
Tiene raz¨®n Nacho Vigalondo cuando afirma que nunca neg¨® el Holocausto. Y sin embargo, muchos le acusan de negacionista. Cualquiera que se acerque a la fuente podr¨¢ comprobarlo. Las dos frases iniciales (recuerden la de Kennedy) pretend¨ªan ser una parodia de las teor¨ªas descabelladas que corren por Internet. Pero no se entendi¨® as¨ª y deriv¨® en una pol¨¦mica sobre los l¨ªmites del humor. Ah¨ª es donde Vigalondo cometi¨® el error: pretender afirmar su derecho a establecer sus l¨ªmites con chistes y bromas, estos s¨ª, claramente antisemitas y que hac¨ªan mofa del Holocausto. Puesto que habla con "amigos", el tenedor de una cuenta personal en Twitter puede pensar que su conversaci¨®n se desarrolla en un entorno amigable. Pero no es una conversaci¨®n privada, sino p¨²blica. El propio cineasta ech¨® gasolina al fuego retwiteando los mensajes que recib¨ªa.
Pretend¨ªa discutir sobre los l¨ªmites del humor en t¨¦rminos muy parecidos a los suscitados en la pol¨¦mica presentaci¨®n de la gala de los Golden Globes por el humorista Ricky Gervays. El propio Gervays lo explica muy bien en un v¨ªdeo que puede verse en YouTube: el humorista que quiere arriesgar, busca los l¨ªmites de lo que es corrosivo. Cuanto m¨¢s lejos vaya, m¨¢s corrosivo ser¨¢. Ir hasta el l¨ªmite tiene, sin embargo, su riesgo: a unos les har¨¢ gracia, a otros les ofender¨¢. ?l decide, pero ¨¦l carga tambi¨¦n con las consecuencias.
Para EL PA?S, bromas como las expresadas por Vigalondo est¨¢n m¨¢s all¨¢ del l¨ªmite tolerable, como lo est¨¢n las bromas racistas o xen¨®fobas y ciertos chistes sobre pederastia, violencia de g¨¦nero y otras lacras que han causado y causan un enorme sufrimiento. El dolor marca la frontera.
En este caso ha intervenido adem¨¢s un factor de distorsi¨®n a tener en cuenta, como se?ala el lector Jos¨¦ Ram¨®n Grela: "Multitud de medios han aprovechado para cargar sus tintas contra el cineasta, cada uno de ellos distorsionando m¨¢s la noticia, porque as¨ª es el periodismo actual: nadie va a la fuente, todo el mundo copia y pega. Unos por polemizar y otros por atacar a EL PA?S". As¨ª ha sido. Puesto que en ese momento el cineasta estaba encarnando la imagen p¨²blica del diario, la pol¨¦mica fue utilizada por algunos medios rivales para atacarlo. En su defensa de Vigalondo, Miriam Piquier abunda en la misma idea: "El twitter que hizo no hubiese sido noticia si no hubiera sido el protagonista / creador de la campa?a de EL PA?S".
Las ofensas no se cometieron en las p¨¢ginas del diario, pero ese l¨ªmite ya no es efectivo en estos tiempos de globalidad digital. Con Internet, las fronteras entre privado y p¨²blico se difuminan, como tambi¨¦n se borran los l¨ªmites entre personal y profesional. Todo se mezcla, todo cuenta. Nunca hab¨ªa sido tan f¨¢cil comunicar, pero no hay que olvidar que el mensaje, una vez lanzado, vuela libre y crece y se transforma, sin que el emisor pueda ya controlarlo.
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