La vigencia de un regeneracionista
Joaqu¨ªn Costa fue un intelectual que so?¨® con reformar Espa?a para atajar la corrupci¨®n, promover el desarrollo y aproximarla a Europa. Desencantado de la Restauraci¨®n, termin¨® acerc¨¢ndose a los republicanos
El hombre de origen campesino, y sin recursos, del Pirineo aragon¨¦s, dotado de una extraordinaria curiosidad desde la cuna, que fue fraguando desde muy joven un car¨¢cter tenaz y de esfuerzo, aparece hoy, a los 100 a?os de su muerte, como una figura que se convierte en uno de los pilares centrales de una constelaci¨®n intelectual, investigadora, cient¨ªfica, pol¨ªtica y period¨ªstica que bebe -a la que vez que alimenta- del mejor pensamiento de la ¨¦poca.
Tomando como base la necesidad de la mejora y extensi¨®n social de la ense?anza y de transformaciones agrarias, y sin dejar de tener la vista puesta en Europa, Joaqu¨ªn Costa y Mart¨ªnez (Monz¨®n 1846-Graus 1911) no se conform¨® ¨²nicamente con el desarrollo de un ingente trabajo investigador que abarca las ¨¢reas cient¨ªficas, sociales, del derecho, la pedagog¨ªa, la ense?anza, la geograf¨ªa o la agricultura, la m¨¢s conocida, pero no necesariamente su faceta m¨¢s importante, en unos a?os del despertar industrial. Intelectual activo y en¨¦rgico se comprometi¨® hondamente con la realidad que le toc¨® vivir. Propuls¨® expediciones geogr¨¢ficas, difundi¨® los avances tecnol¨®gicos, cre¨® patrones de comportamiento con gran sentido did¨¢ctico en sus campa?as sobre el ¨¢rbol y el amor por la naturaleza y particip¨® activamente, con sus planteamientos morales y pedag¨®gicos, en la Instituci¨®n Libre de Ense?anza dirigida por su maestro Giner de Los R¨ªos y de cuyo Bolet¨ªn Costa fue director. En suma, fue un agitador social en un territorio atrasado.
La prensa ser¨¢ para ¨¦l otro instrumento, junto con la pol¨ªtica, para transformar el mundo
Se conmemora ahora el centenario de la muerte de este aragon¨¦s que se adelant¨® al 98
De sus teor¨ªas pedag¨®gicas, es preciso incidir en la importancia dada a la herencia de la casa donde vivimos, en un pa¨ªs en crisis. Costa apostaba por la ense?anza de los padres como medio para que los hijos sintieran la sensibilidad por el conocimiento. Y, claro est¨¢, junto a sus correligionarios, una educaci¨®n por m¨¦todos europeos, polifac¨¦tica, con un buen presupuesto para poder salir del atraso secular.
Costa sab¨ªa de lo que hablaba, vivi¨® la realidad m¨¢s dura en sus carnes, aplic¨® teor¨ªas para la renovaci¨®n del pa¨ªs, se embarc¨® en iniciativas investigadoras, colonizadoras y cient¨ªficas e impuls¨® empresas privadas, p¨²blicas y de organizaciones sociales como medio de cambiar el pa¨ªs. Y entre otras, las de promover organizaciones y sindicatos para, a trav¨¦s de cuotas, dotar a los agricultores de planes de previsi¨®n que pudieran garantizar su futuro y ser un instrumento contra el caciquismo.
Combin¨® su profesi¨®n de notario, tras no lograr con dignidad el reconocimiento m¨¢ximo en su carrera universitaria, con el impulso de la C¨¢mara Agraria del Alto Arag¨®n (1892) y la construcci¨®n del Canal de Arag¨®n y Catalu?a, inaugurado en 1906 por Alfonso XIII. Sus planteamientos sobre el agua fructificar¨ªan a?os m¨¢s tarde en las confederaciones hidrogr¨¢ficas.
Cien a?os despu¨¦s de la muerte de Costa, Espa?a dista mucho de aquel pa¨ªs de hace un siglo que, entre cosas, presentaba un ¨ªndice de analfabetismo del 70%, una redecilla de caminos, muchos de ellos de herradura y cabras, que imped¨ªan el desarrollo y una mirada introspectiva de una clase dirigente que, en la mayor¨ªa de los casos, ignoraba a Europa.
De su primer viaje a Par¨ªs, como artesano observador, en 1867 y a la edad de 21 a?os, Joaqu¨ªn Costa escribi¨® en sus manuscritos y art¨ªculos enviados a la prensa espa?ola: "1867 ha sido el a?o del despertar de mi entendimiento...; el desperezo de un sue?o de 20 a?os... En Francia he concluido de aprender lo que son las grandes obras y las grandes empresas".
Era, conviene tenerlo presente, 30 a?os antes de lo que ya en su ¨¦poca se denomin¨® "desastre del 98", con la p¨¦rdida de los ¨²ltimos restos del Imperio colonial, Cuba, Puerto Rico y Filipinas, y de que Espa?a se iniciase en una peligrosa aventura militar en Marruecos, en la que iba a sacrificar, adem¨¢s de a una buena parte de sus hombres m¨¢s j¨®venes, recursos econ¨®micos y t¨¦cnicos, que no conduc¨ªa m¨¢s que al abismo. Costa, por el contrario, ya hab¨ªa asumido su idea europe¨ªsta enfrentada a la imperialista en ?frica.
Por otra parte, a esa misma edad -los 21 a?os-, Costa es muy consciente, como escribe, con fundamentos s¨®lidos y bien argumentados, en su Receta para ser periodista, del poder de la prensa y la comunicaci¨®n. De ah¨ª que cuando finalmente se decida a bajar a la arena pol¨ªtica, a finales de siglo, se mueva a caballo entre su fe en la divulgaci¨®n y la transmisi¨®n de ideas y su desconcierto ante la falta de rigor y la, tan habitual como vac¨ªa, aireaci¨®n de trifulcas en un mundo que no controla. No hace falta solo ser consistente y escribir bien. Es necesario poseer, o cuando menos disponer, de un medio.
La prensa ser¨¢ para ¨¦l otro instrumento, junto con la pol¨ªtica, para transformar el mundo desde actitudes vitales e incluso ideol¨®gicas dispares pero con un rasgo com¨²n y permanente: su honradez a carta cabal. Republicano sui g¨¦neris, desde la revoluci¨®n de la Gloriosa que le sorprende en Madrid en el inicio de su carrera universitaria, es un dem¨®crata que ataca sin contemplaciones, con virulencia verbal, los comportamientos caciquiles de los protagonistas del r¨¦gimen de alternancia y turno de la Restauraci¨®n. En su creciente desespero, agudizado por una dolorosa enfermedad, conjuga sus propios males con los de Espa?a. Y a veces, confuso y temperamental en grado sumo, combina los conceptos pol¨¦micos del paternalista cirujano de hierro con los del selfgovernment, de gobierno del pa¨ªs por el pa¨ªs.
Su vida es, ante todo, una continuada y tenaz lucha que, en la esfera p¨²blica, encuentra una de sus plasmaciones en su creaci¨®n, a principios del siglo pasado, de un proyecto tan cargado de enorme voluntad como de ingenuidad: la Uni¨®n Nacional. Aliado coyuntural de los presidentes de las C¨¢maras de Comercio de Valladolid y Zaragoza, Santiago Alba y Basilio Para¨ªso, con la Uni¨®n Nacional pretende aglutinar a las "clases neutras", peque?os empresarios y comerciantes rurales y urbanos, para ser una cu?a entre los dos partidos pol¨ªticos hegem¨®nicos, el conservador que hab¨ªa fundado C¨¢novas y el liberal de Sagasta. No consigui¨®, desde luego, sus prop¨®sitos y, siempre al borde del sistema, se presenta por los republicanos en 1903 y 1905.
En los ¨²ltimos a?os de su vida, sinti¨® admiraci¨®n por la labor de Pablo Iglesias, al que, sin llegar a conocer de cerca, consider¨® id¨®neo para ser presidente de la Rep¨²blica. La prensa de corte liberal y republicano, que ya ha iniciado su proceso de transformaci¨®n tecnol¨®gica y empresarial, terminar¨¢ utilizando habitualmente a Costa, al final de la primera d¨¦cada del siglo y ya muy enfermo, porque sus ataques feroces contra Antonio Maura son contundentes o, simplemente, dan titulares.
Cien a?os despu¨¦s vale la pena no olvidar la figura de este hombre que puede considerarse como uno de los ejes de una constelaci¨®n intelectual, social y pol¨ªtica, para la que la palabra, el debate, la confrontaci¨®n dial¨¦ctica y la participaci¨®n en la vida p¨²blica ten¨ªan un profundo sentido.
Es cierto que Costa, en parte, fue un apocal¨ªptico. Pero no lo es menos que resumi¨® su ideal en transformar no solo el sistema pol¨ªtico sino la Espa?a de su ¨¦poca. Respecto a lo primero, ensay¨® propuestas, buscando la "causa de los males" mediante su muy conocido informe sobre Oligarqu¨ªa y caciquismo (1900-1901), realizado a partir de encuestas y debates en los que participaron lo m¨¢s granado de la intelectualidad y el pensamiento de la ¨¦poca. En relaci¨®n con lo segundo, nunca dej¨® de mirar y emular a Europa: "Sin eso -expresa refiri¨¦ndose a la necesidad de esta mirada- despid¨¢monos y desp¨ªdanse nuestros descendientes de ver jam¨¢s a Espa?a rehabilitada, libre, culta, rica, fuerte, europea, y colaborando en la formaci¨®n de la historia y en sus reivindicaciones y adelantos".
La conmemoraci¨®n del centenario de su muerte, que se inicia hoy con actos, congresos, jornadas y exposiciones en Graus, Monz¨®n, Huesca, Zaragoza, Ja¨¦n, Madrid y otras ciudades de Espa?a, es una muy buena oportunidad para analizar la obra y hasta la vigencia de la figura clave del Regeneracionismo espa?ol. Y hacerlo sin pasiones ni fanatismos interesados porque solo as¨ª podremos quedarnos con lo mejor de su legado.
Marcelino Iglesias Ricou es presidente de la Comunidad Aut¨®noma de Arag¨®n y secretario de Organizaci¨®n del PSOE.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.