Desconfianza
La letra suena bien. Me refiero a la letra de los discursos de I?igo Iruin y Rufi Etxeberria en la presentaci¨®n de la nueva formaci¨®n de la izquierda abertzale. Ambos hablan de paso sin retorno y de rechazo de la violencia de ETA si la hubiera, pero es el discurso de Iruin el que me parece m¨¢s interesante, tanto por lo que ofrece como por lo que reconoce. Vayamos con lo que reconoce.
En la parte introductoria de su intervenci¨®n, Iruin se pregunta por las exigencias de los tribunales espa?oles a la izquierda abertzale para ser legalizada, exigencias que considera un "referente obligado" que ¨¦sta debe aceptar. Sin prejuzgar intenciones, creo que hay algo nuevo en la aceptaci¨®n de la doctrina de nuestros tribunales, asunci¨®n formal que no puede sino tener consecuencias f¨¢cticas evidentes y que va subrayada por la "presunci¨®n de constitucionalidad" a la que apela Iruin al final de su intervenci¨®n como garant¨ªa de la legalidad de los estatutos del nuevo partido. Es evidente que este discurso rompe con el habitual de Batasuna, le lleva a asumir lo que hasta ahora rechazaba, y ¨¦ste no es un paso menor.
El otro reconocimiento es el de los "v¨ªnculos de dependencia" a que daban lugar los modelos organizativos anteriores de la izquierda abertzale, reconocimiento que se hace expl¨ªcito en el cap¨ªtulo preliminar de los nuevos estatutos. Se acepta ah¨ª, aunque no de forma manifiesta, lo que siempre se hab¨ªa negado y considerado indemostrable, argumento mayor al que hab¨ªan recurrido algunos partidos y la propia Batasuna para defender su legalizaci¨®n y su inocencia pol¨ªtica. Pues bien, se admiten ahora la dependencia y la instrumentalizaci¨®n por organizaciones violentas en el pasado reciente, servidumbres que se tratar¨ªan de evitar con la "ruptura" que introduce el nuevo proyecto pol¨ªtico.
La letra suena bien, s¨ª, pero vistos los antecedentes no puede extra?arnos la desconfianza que suscita este nuevo proyecto en aquellos sectores que han sufrido las consecuencias criminales de anteriores enga?os. Se nos dice que se rechazar¨¢ la violencia de ETA si la hubiera, incluso que se expulsar¨¢ del nuevo partido a los militantes que participen en actos de violencia. Pero mientras ETA no desaparezca, y a¨²n no lo ha hecho, su violencia no es hipot¨¦tica -"si la hubiera"- para sus v¨ªctimas potenciales. Tampoco nos puede sorprender que ¨¦stas se pregunten por las nuevas formas que pueda adoptar la sinton¨ªa entre la nueva formaci¨®n y una organizaci¨®n armada que a duras penas podr¨¢ sobrevivir sin ella. ?Es la legalizaci¨®n de una la condici¨®n necesaria para el punto final de la otra? ?Persistir¨¢ esta ¨²ltima, ETA, como espada de Damocles que facilite la andadura de la primera, pese a rechazos puntuales que nunca supondr¨¢n su condena y s¨ª ofrecer¨¢n comprensi¨®n a sus actos con el conflicto irresuelto? ?Abrir¨¢ esa actitud de rechazo el abismo definitivo? Son s¨®lo preguntas que a¨²n no tienen respuesta.
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